El artista Carl Warner ha utilizado ingredientes cotidianos para crear un conjunto de paisajes comestibles que forman su serie Foodscapes. Su trabajo fusiona su imaginación desbordante con su talento para la fotografía de alimentos.
El autor comenzó a crear dicha serie en 1998, cuando encontró un champiñón Portobello en un mercado. «Lo sostuve frente a la luz e imaginé que era una especie de árbol de dosel en un mundo extraño. Lo llevé a mi estudio y con un puñado de frijoles y arroz creé mi primer foodscape», afirma al respecto. Una década después, Warner ha creado una gran cantidad de paisajes empleando alimentos y, además, ha trabajado con agencias de publicidad e incluso ha ayudado a promover una alimentación saludable.
Cada foodscape está hecho a mano en el estudio de Warner, en Londres. El artista, primero esboza la composición y luego trabaja con un equipo durante dos o tres días para construir cada conjunto. Para capturar los ingredientes antes de que se estropeen bajo el calor de las luces del estudio, cada imagen completa se crea a partir de fotografías separadas que se unen digitalmente, desde el primer plano hasta el fondo.
«Suelo dibujar un paisaje muy convencional usando técnicas clásicas de composición, ya que necesito engañar al espectador para que a primera vista piense que es una escena real», Carl Warner.
Al seleccionar sus materiales orgánicos, Warner pasa mucho tiempo en tiendas y mercados de alimentos de todo el mundo. «Existe una selección increíble de ingredientes en términos de forma, textura y colores. Mi paleta es tridimensional y puedo elegirla de cualquier lugar del mundo», declara.