No es fácil clasificar el trabajo de Jesús Morentin en BunkerType. Lo que empezó siendo un pequeño trastero ha ido evolucionando hasta convertirse en uno de los referentes del letterpress en nuestro país. La última de sus ocurrencias: un molde de más de 20 kg en tipos móviles de plomo (Futura negra 48 pt) con un manifiesto a medio camino entre una definición de principios y una declaración de amor.
¿Por qué un manifiesto? ¿Se le puede llamar así? Bueno, la verdad es que empezó con algo muy simple: releyendo los contenidos de la web me di cuenta de que lo que contaba sobre mí en el apartado ‘Acerca de’ no transmitía en absoluto ni el carácter ni el espíritu de lo que hago en BunkerType. Así que, para entender por qué me costaba tanto definirlo lo intenté reescribiéndolo de un modo más ambiguo, sin ninguna finalidad preconcebida, desde la víscera… De hecho, hace ya algún tiempo que le doy vueltas al concepto letterpress con el que no me siento nada cómodo…
¿Y por qué no impresión tipográfica? En primer lugar porque para la mayoría de nosotros ese es un concepto vacío; hace muchos años que las imprentas dejaron atrás el trabajo con tipos móviles. Ninguno de mis estudiantes, por ejemplo, ha pisado nunca una imprenta de tipografía y probablemente nunca lo hará. ¿Cómo va a saber qué es realmente? Por otro lado, es muy difícil desvincular ‘impresión tipográfica’ de imprenta, y te aseguro que lo que yo hago tiene muy poco que ver con eso.
¿Y letterpress? Aunque suene paradójico creo que esa definición todavía se aleja más. Letterpress vendría a ser el concepto anglosajón (especialmente usado en EEUU) de impresión tipográfica, sólo que en la inmensa mayoría de ocasiones ésta se realiza a partir del trabajo en el ordenador y fotopolímeros. Vamos, sin tipos móviles, así que peor me lo pones… De todos modos, asumo que es el único modo de que se entienda más o menos lo que hago, la definición más comprensible, así que sigo usando como texto complementario letterpress suplementándolo con otras descripciones como ‘obra gráfica’ o ‘printmaking’, que definen mucho mejor mi trabajo en BunkerType.
Y si no es ni impresión tipográfica ni letterpress, ¿entonces qué es lo que haces? Jaja, ¡ahí está el problema! Lo que yo hago no es nada convencional. Creo que se transmite bastante bien en esa especie de declaración de principios: supongo que soy una especie de pintor que en vez de usar pinceles usa material tipográfico y técnicas cuasi atávicas para hacer sus composiciones. En ese sentido estoy mucho más cercano al artista, incluso al artesano, que al impresor. Por otro lado, aunque mis composiciones obedezcan a pulsiones personales, el discurso, la sensibilidad e incluso el método de trabajo en buena parte del proceso está más próximo al del diseñador (que debe comunicar) que al artista. En fin, ¡un batiburrillo singular!
El material con el que trabajas, ¿es todavía fácil de encontrar? Bueno, al principio era bastante más costoso: empecé con unas pocas familias en madera y apenas sabía qué hacer con ellas. No tenía ni idea de lo complejo que era todo aquello y acudir a las imprentas para preguntar o buscar material tipográfico me daba una vergüenza inasumible. Por suerte eso ha cambiado. Por otro lado, cuento con la inestimable colaboración de muchas personas que han participado en alguno de los workshops que organizo o que simplemente empatizan con lo que hago, y que a menudo me avisan cuando ven cualquier rastro de material en desuso que me pueda interesar. Tanto los workshops como la tienda virtual surgieron del intento de que BunkerType se autofinanciara. La idea era incorporar nuevo material al taller a partir de los workshops y la venta de obra gráfica. Así que poco a poco he ido completando una colección nada desdeñable con aproximadamente 150 familias de plomo en cuerpos relativamente grandes y otros 50 en madera. ¡Una maravilla!
Ya para terminar, ¿qué puedes contarme de esta última composición? ¿Cuánto se tarda en montar un molde de esas dimensiones con tipos de plomo? Bueno, la verdad es que bastante. Además, como el formato es bastante grande tuve que dividir el tiraje en dos partes (aún contando con 2 cajas de la tipografía Futura negra de 48 pt no había caracteres suficientes para hacerlo todo a la vez). De todos modos –y si me lo permites– yo no lo valoro de ese modo. Estamos tan acostumbrados a trabajar centrándonos en los resultados que nos hemos olvidado de disfrutar de los procesos, de valorarlos. Nos hemos olvidado de aprender con ellos, de asumirlos como elemento consustancial. Realmente no sé cuánto tardé. Probablemente mucho. Desde luego infinitamente más que si lo hubiera compuesto con el ordenador y lo hubiera impreso en el mejor de los papeles fotográficos del mercado, pero ¿crees que estaríamos hablando de lo mismo? Como te decía, mi trabajo está mucho más cercano al del artista, al del artesano que ve y trabaja con la mirada del diseñador. El valor de la pieza única, del proceso manual también deben estar ahí, forman parte de su valor… ¡y además disfruté un montón!
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