“Hazlo, pero hazlo bien”. La importancia del branding para las start-ups

Oriol Armengou, cofundador y director creativo de Toormix, reflexiona sobre la figura del emprendedor y la necesidad de apostar por un branding definido dentro de la hoja de ruta en el momento de iniciar un negocio. Ahí es donde entran en juego la identidad gráfica, la comunicación y el diseño en general.
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La figura del emprendedor ha existido siempre aunque las circunstancias actuales han provocado que esta palabra haya acabado formando parte de nuestro vocabulario diario. Pero no todos los creadores de empresas han estudiado en escuelas de negocios ni tienen formación especializada en este campo. No por eso son menos capaces de generar nuevas y exitosas propuestas al mercado. Pero deben conocer también cuales son los riesgos y las trampas más comunes y aprovechar a su vez las buenas experiencias y los conocimientos que pone al alcance el actual mundo global. Tanto es si se ha estudiado en una gran escuela de negocios como si se proviene de otro campo. Lo más importante es la ilusión, el sentido común, elegir el mejor equipo y organizar una buena planificación. Y esto incluye no dejarse ningún detalle ni ninguna fase por menos importante que parezca al principio. Casi siempre sólo se dispone de una oportunidad y hay que minimizar los riesgos en la medida de lo posible.

Antes de comenzar este excitante e ilusionante viaje que es el hecho de poner en marcha un negocio propio, hay que tener en cuenta la gran carga de trabajo, el esfuerzo que conlleva y el dinero que se requiere. No es un camino fácil. Sin embargo, el reto de crear esta empresa debe ser el estímulo para trabajar cada paso a conciencia.

Es por este motivo que hay que trabajar al milímetro la planificación correcta de todas y cada una de las fases que un plan de negocio requiere antes de lanzar al mercado una nueva propuesta. Todo empieza con una buena idea, sin duda la clave para poder desarrollar algo interesante para el mercado. Este será el punto de partida que nos debe llevar a trabajar pues su puesta en marcha con el fin de convertirla en un negocio. Todo emprendedor sabe que es fundamental trazar esta hoja de ruta en el que entre otros se establece la estrategia, se definen con detalle los productos o los servicios, se estudia el mercado, se analizan los costes y los riesgos, se define la política económica y en definitiva se confirma la viabilidad de la propuesta para su puesta en marcha definitiva. Este escrito no tiene por objetivo explicar cómo funciona un plan de negocio, ni explicar con detalle cuáles son sus fases, sino que reafirma que todo este esfuerzo para planificar su funcionamiento no sirve de nada si después se pone en el mercado una idea de negocio que no se entiende. Es cierto que los recursos económicos para cualquier lanzamiento no son nunca los deseados y siempre se deben hacer esfuerzos para cuadrar los números que requiere cualquier proyecto antes de empezarlo. En este sentido, a menudo la partida que más se resiente es justamente la que se refiere a la identidad gráfica, la comunicación y el diseño en general.

Decisiones como las de buscar un nombre para el proyecto, la forma en como se expresará gráficamente el producto o servicio, el tono de comunicación que se usará para explicarse y los canales más idóneos para conectar con los futuros consumidores son fundamentales y no menos importantes que fases como las de decidir la política de precios, la distribución o la organización interna del personal por ejemplo. En caso contrario, todo el esfuerzo y la inversión realizadas pueden ir directamente a la basura. Muchas veces porque no se ha llegado al público que queríamos o bien el mensaje que se quería contar no ha quedado claro. En otros casos, no se define una buena estrategia de lanzamiento o simplemente la navegabilidad de la página web produce demasiado confusiones.

Oportunidades hay muchas, pero siempre ligadas a una inversión económica. Así pues, se debe aprovechar la fase de lanzamiento con todos los esfuerzos. Las segundas oportunidades salen muy caras. Es mejor poder validar la comprensión de una marca y una campaña y rectificarla antes de salir al mercado, que tener que rehacer un diseño al cabo de unos meses cuando se comprueba que el mensaje no ha llegado correctamente. Un buen producto o servicio con una buena imagen tiene muchas garantías de funcionar, un buen producto o servicio con una mala imagen puede cargarse por completo todo un plan de negocio por el solo hecho de que no se ha invertido en explicarse bien en el mercado. Es muy delicado fallar en algo tan simple como es el mensaje.

Y digo simple, pero no por ello debe implicar que todo el mundo sea capaz de articular un discurso comunicativo ligado a una buena imagen de marca. Es por ello que existen equipos profesionales que se dedican a esta labor. Que han desarrollado proyectos con anterioridad y disponen de la experiencia necesaria para desarrollar una buena estrategia de marca, de lanzamiento y de presencia online. De hecho, una buena política de diseño ayuda a ahorrar costes a medio y largo plazo. Lo único que se pide es elegir un buen equipo que permita generar una imagen coherente y creativamente orientada al público potencial.

La política del yo me lo guiso, yo me lo como no sirve demasiado para las empresas de nueva creación que lo que buscan sobretodo son resultados más o menos inmediatos. Una inexperiencia que habría que ir corrigiendo poco a poco con la inclusión de profesionales expertos en cada área de trabajo. Un buen emprendedor es quien organiza el mejor equipo de especialistas y esto es fundamental al inicio de cualquier aventura empresarial.
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