El pasado fin de semana tuvo lugar la séptima edición del Blanc Festival donde, bajo el título True Hot Stories, se desarrolló un evento envuelto en un halo de ‘libertinaje gráfico’ y en el que se invitaba al espectador a convertirse en un voyeur que busca la excitación gráfica a través de buenos profesionales y grandes proyectos: conferencias, masterclasses, profesionales del diseño –y de otros sectores–, proyectos final de estudio, música en directo y sorpresas condensadas en 48 horas muy dinámicas.
Con la intención de mejorar contenidos y sorprender al público, en esta nueva edición, el Blanc Festival ha introducido algunas novedades. Como por ejemplo dos estudios de diseño venidos desde Finlandia. Se había creado una gran expectación acerca de lo que los diseñadores finlandeses tenían que decir sobre el diseño desde su perspectiva foránea. Pero pronto apareció un atisbo de decepción al comprobar que simplemente habían venido a mostrar sus ‘cromos’. Tanto Tsto como Kokoro & Moi, enseñaron su trabajos sin profundizar más allá en cualquier aspecto sobre el diseño finlandés actual. Con lo que surge una pregunta, ¿de qué sirve traerlos desde Finlandia si podríamos haber descubierto lo mismo en su web sin salir de casa?.
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La lástima es que esta sensación no cesó al terminar las conferencias de Tsto y Kokoro & Moi. Sino que también se repitió en alguna de las conferencias de los diseñadores españoles como la de Pablo Abad, la de Opisso o la de Moruba quienes, con mejor o peor discurso, adaptaron el mismo formato de ‘exposición de portfolio’. Excelentes proyectos, pero conferencias vacías en las que no contaron nada en realidad.
Esta tendencia de conferencias huecas junto al formato del Blanc –compuesto por conferencias intercaladas por un suceso de actividades excéntricas e inesperadas (como por ejemplo los sorteos locos, los lanzamientos de camisetas, concursos de orgasmos y muñecas hinchables)–, da pie a pensar que en el festival la profesión del diseño gráfico se está banalizando. Da la sensación de que el Blanc Festival oscila entre lo que sería un festival de diseño divertido y un festival en el que el diseño está relegado a un segundo plano sirviendo solo de excusa para pasarlo bien.
A pesar de ello el festival también regaló muy gratas sorpresas. Por ejemplo, el público pudo disfrutar de algunas conferencias como la de Solo quien explicó los entresijos de cómo es trabajar para a una redacción como El País: proceso de trabajo, ideas descartadas, reuniones interminables, explicación de cómo llegaron a las soluciones, … Otro de los aciertos del Blanc fueron sin duda los nuevos formatos de charlas. Unas pequeñas conferencias que ayudaron a que el festival no fuera tan endogámico y plano: Amics del Blanc (un surtido de mini charlas sobre proyectos) y Varietés (intervenciones de 12 minutos de profesionales de distintos sectores quienes no hablaron de diseño gráfico directamente pero si de temas muy interesantes).
Selección de la portada en 45 minutos… #BlancFest Un vídeo publicado por graffica (@grafficainfo) el
Entre este tipo de charlas destacó el filósofo David Casacuberta quien habló sobre «vivir el ahora, ahora»; La Casa de Carlota, un estudio de diseño que para la realización de los encargos involucra a un equipo de personas con discapacidad; Ana Illueca que habló sobre su experiencia de dejar su trabajo en una agencia de publicidad y saltar al vacío para desarrollar sus inquietudes en otros proyectos; o Magoz, quien planteó la profesión del diseño gráfico desde su perspectiva vital animando a los profesionales a traspasar fronteras.
Un trabajo en equipo. La Casa de Carlota #blancfest Un vídeo publicado por graffica (@grafficainfo) el
A lo largo del festival también fueron surgiendo momentos geniales. Entre ellos la divertida conferencia de Juanjo Sáez quien, con la naturalidad y el humor que lo caracteriza, se desmitificó como profesional y criticó la tendencia al ‘postureo’ del diseñador actual. Coincidiendo con la postura de Sáez, también la franqueza del tipógrafo Casasín gustó a la audiencia al exponer su visión sobre algunos diseñadores que realmente no son profesionales del diseño a pesar de su éxito fugaz.
Y como colofón final, la fantástica conferencia tan entrañable y conmovedora protagonizada por un Pla-Narbona todavía enamorado de su profesión a los 87 años y por su hija, quien acompañó a su padre durante su discurso. Este fue sin duda, el momento más emotivo del Blanc y el mejor final posible para clausurar el evento. La conferencia de Pla-Narbona despertó en el público tal sentimiento de admiración que hizo que al finalizar esta, todo el auditorio se pusiera en pie regalándole al excepcional Pla-Narbona una gran y cariñosa ovación.
¡Todo el auditorio en pie! Grande, Pla-Narbona #blancfest pic.twitter.com/X5crnIoihJ — graffica.info (@graffica_info) noviembre 7, 2015
Si estuviste en el Blanc Festival o seguiste su desarrollo a través de las redes sociales, puedes participar en esta encuesta para saber qué conferencia fue la que más gustó:
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