El desdén de muchos profesionales hacia la formación reglada y de especialización frente a fórmulas autodidactas es reflejo de poca empatía con aquellos que pretenden introducirse en una nueva disciplina del diseño.
Percibo últimamente cierto desdén hacia la formación reglada universitaria en el ámbito del diseño. Podría atreverme a definir varios tipos de perfiles en este tema. Me preocupan más aquellos a los que podríamos atribuirles cierto éxito profesional.
Por un lado, están los que nunca han tenido ningún contacto con la universidad y les va bien profesionalmente. Llamémosles, «Orgullosos autodidactas». Por otro, aquellos que, habiendo tenido algún tipo de contacto con la universidad (empezaron sus estudios o los terminaron, pero no sienten apego), consideran que somos un desastre. Podrían ser los «Renegados». También tenemos, permitidme la expresión, club de fans, pero en este momento prefiero centrarme en los que no forman parte de él.
Ok, hacemos muchas cosas mal, todo el mundo lo sabe… y para hacerlas tan bien como a muchos les gustaría, tendríamos que hacer una universidad para cada empresa y para cada profesional. Porque no… no se sale sabiendo de la universidad como para ponerse a trabajar, directamente, y sin ningún tipo de formación previa, en ningún puesto de trabajo. Tampoco tengo claro que ese sea nuestro papel. Y me atrevería a decir que nadie, por mucha experiencia que tenga, es capaz de ponerse a sacar trabajo el día que llega, de nuevas, a una empresa.
¿Qué es lo que ocurre exactamente cuando se producen este tipo de sentimientos, de percepciones acerca de la universidad? Bueno… muchas cosas, claro.
Si hago de abuelo cebolleta, podría decir que ahora los estudiantes necesitan más balizas para no perderse. Pero recuerdo haber oído tantas veces este discurso años atrás a los que antes me parecían mayores, que me resisto y me pregunto si no soy yo el que necesita reflexionar y adaptarse a los modelos mentales de los estudiantes de hoy en día.
expectativas de tutorización o autonomía
Para empezar, cada uno se acerca a la universidad con unas expectativas diferentes. Los hay que necesitan señales cada diez metros para no sentirse perdidos…, luego están aquellos a los que les molesta tanta tutela. Estoy convencido de que es algo que no tiene que ver necesariamente con capacidades o tipos de personalidad. Muchas veces depende del momento que vivimos cada uno, o bien, sencillamente, de lo que esperábamos cuando nos acercamos a un programa de formación. Del contrato implícito que asumimos.
Y es que sigo encontrándome con perfiles más dependientes y con aquellos que vuelan solos y a los que casi siento que les molesto. Por eso estoy convencido de que mi misión no puede ir mucho más allá de mostrar alternativas, indicar dónde están los problemas y dejar algún rastro por el camino para que cuando una persona está en disposición de aprender, pueda seguir la miga de pan y que surja la magia.
Esto sucede tanto en formación presencial como en online o en modelos semipresenciales. Porque el proceso de aprendizaje es un proceso voluntario. Uno no puede enseñar a alguien que, por las razones que sea, no quiere, no puede o no está motivado para aprender.
si vienes a aprender, no esperes que te enseñen
En mi opinión (#unpopularopinion), aprender es siempre un camino que requiere esfuerzo. Porque hay un momento de soledad en el que quien quiere aprender se debe enfrentar a los problemas en solitario, aunque sea sobre una pauta. Pauta, normalmente, marcada por quienes nos dedicamos a la formación, con mayor o menor fortuna. Bajando el discurso a tierra es algo como «piérdete y busca el norte, pero piérdete pasando por este camino y cruzando aquel bosque. Cuando consigas salir, habrás aprendido».
Por eso prefiero pensar que los que nos dedicamos a la formación generamos, en realidad, espacios donde se puede producir el aprendizaje. No espacios donde alguien enseña a alguien. Creo que lo primero es realmente user-centered, mientras que lo segundo dista mucho de serlo, por paternalista.
esto va a doler…
Entre los «Renegados» está otro de mis públicos favoritos: el que cree que deberíamos explicar lo que él (o ella) hace cada día en su trabajo, «porque lo demás son pamplinas, humo» o «porque otra cosa es engañar a los estudiantes». Este público, en mi opinión, o adolece de un pensamiento crítico que le permita abordar con un mínimo de profundidad lo que dice, o bien no le ha dedicado suficiente tiempo a ponerse en el pellejo de quien tiene que enseñar.
Yo, en general, me inclino más por lo segundo. Por eso es tan saludable que gente del ámbito profesional se acerque a las aulas y que los de las aulas pisemos terreno profesional de vez en cuando.
De nada te sirve que todo el conocimiento esté ahí, que lo está, cuando no sabes ni lo que tienes que buscar.
También hay muchos que no entienden por qué la gente no es capaz de aprender sola. «Para qué te vas a matricular en no sé que, si está todo en internet», dicen. No se dan cuenta de que a veces lo que alguien necesita es descubrir el marco referencial de una disciplina para poder acercarse a ella. Y eso, sin ayuda, es complicado, porque de nada te sirve que todo el conocimiento esté ahí, que lo está, cuando no sabes ni lo que tienes que buscar.
por fin autodidacta
En programas de más especialización, como pueda ser un máster, siempre está la difícil definición de a quiénes queremos enseñar y con qué nivel de especialización. Y nunca hay una única respuesta por varios motivos.
Por un lado, porque a mí me parece perfectamente lícito que alguien decida darle un giro a su vida y cambiar de profesión. Hablo, naturalmente, de profesiones en las que uno no necesite un papel para ejercerlas. Pero es que me parece que, en la mayoría de los casos, además, es posible si se le dedica el tiempo y esfuerzo necesarios dependiendo de cuál sea tu punto de partida.
Cuando empiezas a comprender algo, empiezas también a descubrir todo lo que te falta por aprender.
Afinar no es tarea fácil, porque, además, la especialización no termina nunca. Y cuando empiezas a comprender algo, empiezas también a descubrir todo lo que te falta por aprender. Ese es el objetivo, pero… ¿qué incluyes y qué dejas fuera en un plan de estudios?
Por eso, cuando he dirigido o sido profesor en programas de máster, a menudo me he encontrado con profesionales interesados en cursarlos que, curiosamente, habían pasado por mi cabeza como posibles profesores de alguna materia de ese mismo máster.
Y es que llega un momento de especialización en el que uno debe caminar solo y compartir, eso sí, sus reflexiones, inquietudes, preguntas… y, por qué no, miedos. Ya me gustaría que las universidades nos convirtiéramos en el espacio en el que eso ocurriera.
Así que yo les diría a aquellos que reniegan o a aquellos que se creen que no les hacemos falta, que piensen en qué nivel están ellos. Porque probablemente se pueden permitir ser «Orgullosos autodidactas», dado su extenso recorrido y su bagaje, pero no deben olvidar que otra gente necesita perder parte de su tiempo en que alguien les ayude a llegar a serlo.
→Juan Ramón Martín es doctor en Comunicación y profesor de Diseño Gráfico y Comunicación en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Actualizado 04/11/2022