72 kilos: «La ilustración es una herramienta muy poderosa»

El ilustrador 72 kilos nos habla de su última obra, El pequeño libro del amor, un compendio de viñetas que exploran las diferentes facetas del amor más allá del romance. Con una estética que destaca por su sencillez, pero cargada de significado, el autor se adentra en un tema universal desde una perspectiva íntima y accesible.

¿Qué es “El pequeño libro del amor”?

Son pequeñas viñetas autoconclusivas recopiladas con el amor de fondo. Es un intento de poner negro sobre blanco mi visión sobre el amor, no solo es el romántico, puede ser también a un hermano, a alguien que ya no está, a unos amigos que no se alejan porque la vida avanza…

¿Cómo nace la obra?

Fue una idea de mi editor, con el que ya había publicado varios libros. Me propuso hacer algo más concreto sobre el tema y le dije que sí. En medio fueron saliendo otros trabajos que no podía controlar. Mientras tanto iba anotando ideas en mi cuaderno y cuando tenía tiempo lo iba sumando hasta llegar al libro. Han sido dos años en los que he recopilado todo lo que iba haciendo sobre el tema. Estoy muy contento con el resultado.

No es tu primer libro. Se puede asociar con otro libro anterior que se llamaba “Gracias”.

Son libros hermanos. Intentan inundar cualquier rincón de nuestra vida.

En todos tus trabajos existe una sensación de buen rollo vital.

Hay chispitas de amor en cualquier momento. Desde ¿qué te pasa por la mañana?, hasta una mirada de complicidad con tu hijo o tu hermano.

El libro es un pequeño regalo. Entiendo que el 14 de febrero, día de San Valentín, sería un bestseller.

Cierto. La idea fue sacarlo en febrero pero quizás es lo que menos me gusta por lo que te decía antes, no quiero encasillarlo en el amor romántico.

Es un precioso libro objeto.

Los libros, sobre todo los de ilustración, son bonitos de ver. Actualmente es muy difícil publicar un libro y, si te ofrecen la posibilidad, tiene que merecer la pena.

Hablas de que no es solo un libro sobre el amor romántico. Ni siquiera lo es de un amor idílico. También habla de superar dificultades.

Si tú miras todo el trabajo que hago es cierto que hay un buen rollo que impregna el espíritu pero es más una intención que lo que sucede en la realidad. Yo también tengo problemas. En los dibujos me gusta mostrar lo que me gustaría que sucediese.

Tus dibujos tienen una falsa sensación de sencillez.

Trabajo mucho con el texto porque me encanta encontrar significados con palabras que no consigo hacer con los dibujos. El dibujo sencillo viene de una búsqueda personal de lo que me gusta y aprecio en otros autores pero sobre todo viene de una incapacidad de hacerlo de otro modo. No tengo una formación artística cualificada ni sé mezclar colores. Eso hace que sean personajes muy esquemáticos o que realice esas montañas coloridas. Practico mucho en mis cuadernos y me encantaría hacer unos buenos paisajes pero no termino de ver la evolución y he tirado por esa sencillez y ofrecer la complejidad a través del texto, que allí sí creo que soy más capaz.

Sin embargo tienen una gran iconicidad. No sé si es por tu relación con el diseño pero tu trabajo funciona tanto en una pantalla de ordenador como en un mural gigante.

A veces me sorprende. Veo un dibujo en el móvil y no sé muy bien por qué funciona. Yo era redactor, no diseñador aunque siempre me ha gustado y he disfrutado viendo revistas, festivales y demás.

Me halaga que me hables de la iconicidad pero no sé de dónde viene, quizás de la práctica de los años. El caso es que ha surgido de una manera muy orgánica y natural.

Estoy agradecido porque creo que ves un dibujo mío y enseguida ves que es de 72 kilos.

Hay una serie de dibujantes como Javirroyo, Juanjo Sáenz o Amaia Arrazola que, con un dibujo muy sencillo consigue llegar a nuevos lugares y públicos.

Son tres cracks. Quizás por esa sencillez de la que hablas. Al ver los dibujos de Juanjo Sáenz veía una verdad. Quizás el dibujo era muy sencillo e inocente. Es como si lo hiciese un niño pero lo está haciendo un adulto de cuarenta años con un pensamiento detrás muy profundo. El peso está en el significado más que en el propio dibujo.

Hay autores como Puño o Bruno Munari que dicen que hay un momento en el que los niños dejan de dibujar porque quieren dibujar “bien” académicamente. Editoriales como El plan B, al acercarse al libro ilustrado, prefieren publicar a voces propias que a dibujantes con un conocimiento académico muy profundo.

Lo que veo en hijos de mis amigos es que enseguida se juzga qué está bien y mal dibujado y se cercena muy pronto su carrera artística si no lo hace de una manera clásica. Luego ves artistas que han seguido su camino y lo que han hecho es no dejar de dibujar y darse una oportunidad. Mi discurso es que no hay nada que esté mal. El estilo propio nace de la repetición. No hace falta ser Miguel Ángel. Mi voz nace de mi voluntad de querer contar cosas y de repetir una y otra vez el dibujo hasta estar contento.

Hablábamos antes de móviles. Tu carrera comienza en las redes sociales. Curiosamente debes tu propuesta al sobrepeso.

Así es. Siempre me había gustado dibujar. Por mi trabajo siempre había llevado un cuaderno para apuntar mis ideas publicitarias mediante pequeños storyboards. Eso lo contaba con un boceto muy sencillo.

Llegué a pesar 92 kilos e hice una apuesta con los amigos de que, en un año, bajaría hasta los 72 . Comencé a hacer unos dibujos sencillos para contarlo y a subirlos a una web que me creé. Eso empieza a funcionar en redes y sigo contando mi aventura. Yo nunca busqué llegar hasta aquí y estoy muy agradecido. Todo ha ido surgiendo de un modo muy natural y sin pretensiones. Que esté en las pantallas se debía a que mis amigos no estaban cerca. Lo subía a internet para que lo pudiesen ver pero también empezó a verlo más gente. Una vez pones tus dibujos en la red no sabes dónde van a llegar y han encontrado un espacio en el que la gente ve mis dibujos como propios y los comparten.

Tu historia es también la de las redes sociales. Siguiendo tu trabajo podemos ver cómo han ido cambiando a lo largo del tiempo.

Yo empecé en 2008. Entonces no había redes sociales o no estaban pensadas para compartir dibujos. Yo no empiezo a subir contenido a twitter o Facebook hasta 2011 o 2012. Lo hacía en un blog que tenía que se llama 72kilos.com que es la matriz de todo. Han cambiado los públicos, los algoritmos. Es una carrera que no sabemos adónde va a llegar pero en mi caso me ha beneficiado. Es un contenido fácil de compartir que contaba mi vida pero también la de mucha gente. Las redes han evolucionando y han  permitido construir nichos en los que he ido encontrando un espacio. Lo he podido convertir en mi trabajo y dejar mi labor como redactor, aunque me gustaba mucho. La ilustración se ha convertido en una herramienta muy poderosa en las redes. Dibujar sobre lo que me pasa es una aventura con la que convivo.

El mensaje se ha ido modulando. Comienzas hablando de bajar peso y del running a hacerlo de sentimientos universales.

Al principio hablaba de como luchaba para no comer los alfajores que mis amigos traían de Argentina. Cuando bajo a 72 kilos hablo del running que siempre me había gustado pero con el sobrepeso era muy malo para mis rodillas. Me apunté a maratones por todo el mundo y carreras de bici.

Mi novia vivía en otra ciudad y ese sentimiento de querer estar con ella lo plasmé en el cuaderno y empezaron a salir viñetas sobre amor a distancia. Mis padres se divorciaron y empezaron a salir viñetas. Era como mi diario pero de una manera más oculta. No hablaba de ellos pero sabía que estaba contando mi vida.

Después llegaron sentimientos más universales. Nacen mis hijos y no tengo tanto tiempo para correr. Me dedico a ellos y empiezan a surgir otros universos en mi vida. Ahora estoy contando lo que sucede en mi día a día pero no sé si mañana hablaré de viajes a la luna o lo que sea. Es un cuaderno en blanco.

En tus mensajes evitas lo explícito y te hace llegar a mucha gente.

Eso es. Intento evitar mi cara, dónde vivo. Me siento abrumado cuando me meten en el saco de “influencers” por el volumen de gente que me sigue. No me siento representado porque no hay nada estudiado en lo que hago. Cuando he perdido a un abuelo o me he enfadado con un amigo lo he plasmado y hay gente que se ha sentido identificada y lo ha compartido. Esa gente ha conectado conmigo y es un sentimiento muy poderoso crecer junto a gente que no conoces.

El hecho de que tu dibujo sea tan genérico quizás haga que cualquiera, más allá de razas y géneros, se pueda sentir reflejado.

Hubo un momento en el que vi que esos dibujos sobre fondos coloridos eran sombras. Todos tenemos sombras, más allá de donde hayamos nacido o quienes seamos. Cuentan mucho de nosotros pero no te están contando los detalles de tu vida. Es muy universal. Que yo pueda contar mi vida pero pueda contar la tuya también es un hallazgo. Mi vida es muy aburrida pero si lo que cuento es inspirador quizás llegues a sentirte reflejado.

Es bonito crecer pero mantenerte tiene que ser complicado en un mundo tan cambiante como el de las redes en el que un cambio de algoritmo te puede dejar fuera de la ecuación. No sé si te convierte en esclavo.

Es un tema que no puedes controlar. Estoy agradecido por que no contaba con ello. Sin buscarlo, he tocado las teclas adecuadas y a partir de aquí mi plan es seguir dibujando lo que me apetezca. No mirar las métricas porque yo no soy matemático. Mi pasión es dibujar y es mi camino. Si las redes se apagan voy a seguir con mi cuaderno y con mi rotulador. Siempre he sido así. El algoritmo me ha favorecido y me ha puesto en contacto con gente que es como yo. Quizás ahora no me favorezca tanto y se centre más en videos o bailes pero no voy a dejar de hacer lo que me gusta. No tengo ningún problema por volver a trabajar en otras cosas. Voy a aprovechar que está funcionando bien y ya veremos. Una pasión no la puedes cuantificar. Yo me voy a seguir emocionando cuando me regalen unas pinturas o cuando vea un cuaderno. No tiene nada que ver con los algoritmos. Mientras tenga cosas que contar y haya al otro lado de la ventana alguien que le interese seguiremos. No estoy preocupado en ello. En cinco o diez años todo cambiará mucho pero aunque sea con gafas de realidad virtual o lo que sea creo que habrá un hueco para la gente que le guste crear, que le guste dibujar.

Cuando la pasión se convierte en profesión surge el espectro de la monetización. Entiendo que tienes que hacer sostenible esa pasión.

Publicar todos los días en Instagram no te da un euro, por eso los libros son tan importantes. En mi caso estoy realizando un libro cada dos años más o menos. Hay que vender muchísimo para poder dedicarte solo a ello pero es un escaparate que te permite conocer otra gente y abrir otras puertas. También están otras redes, las humanas, que te llevan a conocer a otros ilustradores, a ferias, a gente física que le gusta tu trabajo y que tiene una fábrica y te hace un encargo.

Se ha convertido en un trabajo muy digno. No creo que esté haciendo muchas locuras para monetizar mi trabajo. Intento no quemar mi estilo. Podría hacer muchas más cosas pero prefiero ser un autor y tener una marca, 72 kilos, de largo recorrido. Que sea un contenedor de muchas cosas buenas y poder con noventa años seguir dibujando con la misma pasión.

Otro referente es Mr. Wonderful. Tu dibujo se podría trasladar a cualquier formato de una manera muy sencilla.

Eso me da miedo. Quiero tener siempre un punto de vista muy personal, no quiero ser una empresa. Mi trabajo se puede llevar a muchos formatos y puede crecer. Obviamente me encantaría tener mucho dinero pero ya me estoy ganado bien la vida. Estoy haciendo cosas que me ilusionan y me permiten vivir de ello pero no quiero crecer por encima de mis posibilidades.

Hablabas de un libro que estás preparando.

Aún no se puede hablar sobre él pero trata sobre poner la lupa en cosas muy cercanas. Sé que va a salir. También tengo un proyecto del que no puedo hablar y que me quita el sueño. Tengo mucha ilusión por lo que viene.

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