Se tiende a pensar que lo más importante para que una impresión sea perfecta es el papel con el que se va a imprimir: gramaje, tipo de papel, formato… En cierta medida es cierto, pero en la calidad del resultado final intervienen más factores. Entre ellos, la gestión del espacio de color y una buena elección de los perfiles de color.
Para lograr una impresión de alta calidad es fundamental configurar y usar adecuadamente la gestión de color. También es importante tener un perfil de color apropiado, que defina el comportamiento posterior de las tintas según el papel que vaya a utilizarse.
La gestión del espacio de color se encarga de que los colores impresos de una imagen guarden la máxima similitud con los colores ‘reales’ creados digitalmente.
La imagen digital está compuesta por una serie numérica que hace referencia a unos colores específicos. El problema surge cuando este archivo de imagen pasa de un dispositivo a otro y sus referencias de color varían debido a la transferencia. Con el fin de evitarlo, se realiza una conversión de color para que el espacio de color original del documento no se vea alterado.
Es en el proceso de conversión del color donde el perfil de color actúa. El perfil de color es un documento que contiene datos que detallan, de forma estandarizada, un conjunto de colores llamado espacio de color. El perfil traduce y traslada la información del color de origen desde un dispositivo de lectura (por ejemplo desde una cámara fotográfica) a un espacio de color que permita la reproducción de la imagen en un dispositivo de reproducción. De este modo se establece una equivalencia análoga entre el color digital y el color impreso, consiguiendo así la calidad en impresión deseada.
Existen perfiles predeterminados y estandarizados pero también es posible crear nuevos mediante un software diseñado para la creación de perfiles de impresión y mediante un calibrador para el papel (espectrofotómetro).
Entre los perfiles de color ya existentes podemos encontrar los perfiles de color definidos por organismos como ICC (International Color Consortium), CIE (Comission Internationales de l’Eclariage) y ECI (European Color Iniciative). Los perfiles más habituales de ICC son Source profile (perfil de entrada con información para los dispositivos de lectura), Output profile (perfil de salida con información para los dispositivos de reproducción impresa) y Display profile (perfil de presentación empleados en dispositivos de representación del color como los monitores).
A continuación, te mostramos la diferencia que puede haber entre una impresión sin una buena gestión de color y otra en la que si se ha gestionado correctamente:
Como puede verse, es imprescindible una buena gestión del color y un perfil adecuado. Si no, el resultado final no alcanzará la calidad de impresión esperada; la imagen impresa puede faltarle contraste y resultar completamente desvaída.
Para evitar que el resultado en la impresión no sea como el que se tenía en mente, es conveniente contactar con los profesionales de la imprenta con la que se vaya a trabajar y establecer qué requisitos son necesarios para preparar correctamente el documento a imprimir. Dependiendo del trabajo a imprimir y de los resultados de color que se esperan, es necesario cumplir ciertos aspectos para que el resultado impreso sea el correcto. Como por ejemplo asegurarse, durante la edición de la imagen, de estar trabajando en modo RGB y de que el archivo esté etiquetado con un espacio de color basado en RGB, o cerciorarse de no emplear colores RGB sin haber seleccionado un perfil ICC, ya que sin este perfil el documento no tiene la información necesaria para la conversión.
Actualizado 13/10/2015