Esta semana ha sido convulsa dentro del seno del diseño en la Comunidad Valenciana. Tras darse a conocer por parte de la prensa la salida de la ADCV de la Fundació del Disseny, se desencadenaron una serie de acontecimientos que han desembocado en la dimisión de la presidenta de la ADCV.
Todo se inicia con la noticia que daba Las Provincias de que la ADCV ya no aparecía en la batería de marcas asociadas a la Fundació que dejaba claro la salida de la asociación de las entidades asociadas. Esto precipitó un escueeto comunicado de la Asociación a sus socios y a los medios en los que se explicaba que simplemente se pasaba a una fase en la que deberían de consultar con los socios en la próxima asamblea general cual era la nueva relación con la Fundació.
La salida de la ADCV se produjo, según nuestras fuentes, tras varias tensas reuniones en las que parte de la Junta estaba a favor de la continuidad y otra parte estaba totalmente en contra. Hasta el punto de de llegar a un punto en el que tras su salida no se llego a negociar un comunicado explicando los motivos y quedó pendiente la explicación a la asamblea general. La noticia en los medios precipitó la declaración.
Esta declaración no parece, según el relato de la propia presidenta, ser del agrado de la Fundació y les exigió que hicieran un comunicado conjunto en la que mostraran su sintonía y relación a lo que la Junta de ADCV accedió, con lo que la presidenta que consideraba que no era necesario, optó por dimitir ya que no se atendían a su petición de no enviar ningún comunicado conjunto.
En declaraciones a Gràffica, Yolanda Herraiz nos ha dicho: «Mi dimisión está motivada por la decisión tomada por la mayoría de la Junta Directiva de ADCV de suscribir un comunicado conjunto con Fundació, a raíz de los titulares que llevan saliendo en medios esta semana, cuando no era necesario puesto que ADCV había informado debidamente a sus socios y enviado las notas aclaratorias a los medios de las que ayer mismo vi que compartíais en vuestras columnas.»
En esta declaración queda claro que hay una claudicación por parte de la Junta de plegarse a las exigencias de la Fundació y que son, según lo que se desprende de las declaraciones de Herráiz, una injerencia y un menoscabo a las decisiones dentro de una organización.
Yolanda Herráiz que es lo que fuerza su dimisión: «Es la injerencia que la Fundación aplica sobre la ADCV la que no vio suficiente estas explicaciones»
Y por lo que Herráiz dice hay una clara intención por parte de la Fundació de hacer callar las voces criticas contra ellos y una llamada al ‘miedo’ de quedar en evidencia y romper el sector: «es la inoculación al miedo de no alzar la voz contra las cosas que no nos parecían bien hechas desde la Fundación en aras de no romper el “nuevo ecosistema del diseño” y es coartar las actividades que con tanto esfuerzo se han venido realizando desde ADCV.»
Estas declaraciones dejan en evidencia la manera de actuar de la Fundació sobre la ADCV, y la que parece va a ser su próxima estrategia, ‘apelar al miedo a romper el nuevo ecosistema del diseño’ y a trasladar la culpa de la situación a todas las voces críticas sobre ellos.
La Fundació está en una grave crisis de reputación después de la salida del Manifiesto que firman ya más de 50 profesionales del diseño en el que se explica que son una empresa privada, que no son representantes de ningún colectivo ya que no son han sido elegidos democráticamente sino se hay autoerigidos en representantes y que están desarrollando prácticas de competencia desleal. Recordemos que la Fundació este año ha estado financiada con 100.000 € de dinero público procedente de los presupuestos generales del ayuntamiento además de otras abultadas subvenciones por proyectos concretos.
Es evidente el nerviosismo de la Fundació para exigir un comunicado en el que se diera a entender que todo estaba correcto y que no hay ningún problema, cuando en realidad hay un problema mayúsculo: la Asociación que representa a los profesionales se separa por causas obvias de apropiación de su espacio y su representatividad y por otro lado, un grupo de profesionales traslada sus ‘preocupaciones’ y la reacción es forzar un comunicado hasta el punto que no les importa que la presidenta dimita, se podría entender que están en una posición de máxima gravedad.