El ilustrador alicantino Ximo Abadía se fue a Madrid a estudiar Educación Física y acabó confirmando la viabilidad de su oficio de ilustrador y creador de novelas gráficas. Con Frank. La increíble historia de una dictadura olvidada, se propuso la misión de afrontar un periodo histórico tan relevante como las cuatro décadas de Franco en el poder. Y hacerlo con el acierto de poder resultar didáctico ante los niños, al tiempo que generaba una obra con un atractivo gráfico que contrasta con la habitual estética rancia del franquismo.
El origen, sus referentes, el proceso de creación… Abadía abre la trastienda.
Así que comencemos… ¿Cuál fue la génesis de Frank?
Hice un viaje a Camboya hace 3 años. España y Camboya son dos países que no han levantado fosas de una guerra civil. En Camboya pudimos ver los campos de concentración y exterminio de la etapa de los Jemeres Rojos. Es duro y te hace preguntarte: ¿Dónde están aquí esos campos?
Acabamos en un gran monumento con calaveras que tenía una placa con una frase en la entrada: “Hay que recordar el pasado, para mirar al futuro”.
Este libro no lo iba a publicar, era una búsqueda para mí, para entender por qué se nos había negado ese pasado, por qué padecemos una amnesia colectiva de esa etapa. No nos pueden pedir que crezcamos sin conocer 40 años de nuestra historia. Al volver empiezo a buscar documentación. Principalmente la que encontré era británica y francesa, que me reafirman todavía más en la escasa información que tenía. Por otro lado, me gusta la manera de satirizar este tipo de personajes, tanto en la cartelería rusa como en el cine en películas como El gran dictador de Charles Chaplin.
Todo eso lo metí en una coctelera y apareció Frank.
Como ilustrador, ¿qué retos principales te suponía una obra así?
Mi idea era hacer un álbum infantil. A mí, en el colegio, esta etapa de 40 años se me dió en apenas 5 líneas, rápido y corriendo. En este país sigue siendo un tema tabú, tenía que ser un proceso de destilación. Intentar ser un sútil y no agresivo.
Al intentar dirigirme a un público infantil, la mejor manera de narrar esta dictadura era a través de figuras geométricas.
Era muy fácil caer en la descalificación y no creo que mi mensaje hubiera llegado bien. Buscaba que fuera un cuento, que puedas leer la historia de la dictadura franquista por un lado, pero que por otro fuera una historia de dictadura universal.
Acostumbrados a una estética común y lúgubre en torno al dictador, ¿qué visión nueva aporta Frank?
Buscaba hacer una sátira, perder el respeto a esta figura y reírnos de él. Creo que tantos años escuchando por ahí a personas que hablaban de Franco como si fuera un ser divino, un salvador, cansa. Quería que apareciera como un personaje ridículo, mediocre; para mí fue esta mente vieja de “patria, catolicismo y familia” que acompañó a la dictadura durante 40 años. Lo dibujo como un niño pequeño con rabieta, incapaz de aceptar otros tipos de pensamiento.
Cuéntanos el proceso de creación.
Después del viaje, tenía bocetos e ideas sueltas. Luego fui trabajando una línea gráfica, pero por falta de tiempo lo dejé reposar casi un año. Creo que está bien que algunos proyectos maceren un tiempo. Después lo retomé y cambié la línea, más acorde a lo que estaba trabajando ahora y el libro empezó a mutar. Hasta los últimos días de imprenta seguía cambiando y retocando a Frank. Intentando simplificarlo lo máximo posible, tanto texto como ilustración.
¿Hay en Frank alguna respuesta sobre qué debería ocurrir con el Valle de los Caídos?
Cuando hice el libro no estaba este debate de actualidad. En el libro aparece el Valle de los Caídos solo en una página, quería centrarme más en la figura del personaje. Creo que en cualquier país no es normal tener un mausoleo de un dictador y menos que esté enterrado encima de la gente que ordenó matar.
Mi idea era intentar que a todas esas miles de personas que siguen enterradas en cunetas no se les olvide.
Creo que toda esa gente anónima que lleva años intentando recuperar el cuerpo de sus familiares tienen derecho a darles un entierro digno. Y todo han sido trabas. Ellas y ellos son lo héroes de esta historia.
Creo que no debería existir debate, toda esa gente merece ya por fin un poco de dignidad y, si quieren los restos de Franco, que se los lleve su familia lejos, muy lejos.
¿Cómo valoras el trato o las aportaciones que artistas, ilustradores, han dado sobre Franco?
Creo que hay muchos trabajos interesantes que tocan esta etapa. Me gustan mucho los trabajos de Paco Roca, Ana Peñas o Mikel Casal. Creo que cada uno cuenta etapas diferentes o situaciones que le resulten más interesantes para contar ese proceso o mentalidades autoritarias. Me parece muy bien que existan este tipo de obras para intentar explicar al público que situaciones como esa no se tienen que repetir. Como autores, creo que son proyectos interesantes, hay un trabajo de documentación, experimentación, un granito de arena que podemos aportar, un grito gráfico.
El momento más especial de Frank.
Cuando volvimos al hostel después de visitar los campos de los Jemeres Rojos, nos pedimos una cerveza, pasamos horas escribiendo y dibujando. Ahí nació todo.