Wolfgang Laib: profundidad emocional, austeridad formal

Wolfgang Laib llega a Barcelona tras su paso por el MOMA de Nueva York, donde expondrá en la Blueproject Foundation. El trabajo de Laib se caracteriza por su gran profundidad emocional y austeridad formal, realizado con materiales naturales. La exposición podrá verse del 28 de junio y hasta el 23 de noviembre, con la peculiaridad de una pieza destacada, la instalación de un cuadrado de polen, que por motivos de conservación sólo se podrá ver hasta el 14 de septiembre.
_


Las obras de Wolfgang Laib (Metzinger, Alemania, 1950) han sido presentadas en los principales centros de arte internacionales cómo el MOMA de Nueva York, el Museo Hirshhorn en Washington DC, el De Pont Fundación Tilburg, MNCARS, el Centro Pompidou de París, el Kunsthaus Zürich, y el Kunstmuseum Bonn entre otros. Del 28 de junio y hasta el 23 de noviembre se podrá ver en Barcelona gran parte de su obra en la exposición que le dedica la Blueproject. Entre las obras más destacadas, el artista instalará personalmente el cuadro de polen, que por motivos de conservación solo se podrá ver hasta el 15 de septiembre.

El artista alemán Wolfgang Laib comenzó su trayectoria artística a mediados de los años setenta, tras finalizar los estudios de medicina. Perteneciente a una familia que había cultivado el ascetismo y realizado frecuentes viajes a la India y otros países de Oriente, se interesó desde muy joven por la religión y el misticismo, lo que le llevó a profundizar en las culturas y lenguas orientales y encontrar en el arte el medio de conocimiento y expresión de su visión del mundo. Desde entonces, desarrolla un trabajo caracterizado por una gran pureza y austeridad formal.

Para ello, Laib utiliza materiales naturales con una fuerte carga simbólica y vital, como la cera de abeja, la leche, el polen y el arroz; con los que pretende suscitar un encuentro entre arte, naturaleza y espiritualidad. Cómo indica el mismo artista: «Eso es siempre lo que es emocionante sobre el arte: ser algo que no es sin embargo, que no es aprehensible, aún no alcanzado, que tiene un extremo abierto».

Sus obras son concebidas como un ritual, un proceso íntegro conectado a un orden cósmico, a la mística de la naturaleza que han desarrollado diferentes culturas y religiones. Siguen un proceso cíclico que trata de preservar un sentido de pureza conectada al orden natural. Ello implica la recolección de los materiales en las estaciones y lugares específicos, el montaje meticuloso para la exposición, y el mantenimiento diario de las piezas, que incluye el reciclado de los elementos que las integran. Un ritual repetitivo e introspectivo en el que cada pieza se ha renovado una y otra vez a lo largo de los años, y se amplía el círculo con nuevas creaciones.

Las obras de Wolfgang Laib, en contraste con su fragilidad, tienen cualidades perdurables y eternas. Aluden a la trascendencia y belleza de las cosas que son a la vez sencillas y esenciales para la vida diaria. La influencia de la filosofía y la religión oriental es evidente, pero su trabajo no puede reducirse a un claro principio definido, también se siente atraído por tradiciones místicas occidentales, así como por los aspectos utópicos del arte de la vanguardia y por rasgos formales del entorno minimalista, pero surcados por una dimensión metafísica.

Desde hace muchos años, Wolfgang Laib ha sido considerado como uno de los más respetados y admirados artistas alemanes a nivel internacional.

Sobre Wolfgang Laib

Wolfgang Laib (Alemania, 1950) ha reflexionado sobre la vida, transitando por diferentes países y nutriéndose de sistemas de pensamiento (islamismo, budismo, cristianismo). El trasfondo ideológico que sustenta el enfoque integral de su trabajo, enlaza lo permanente (como el mármol) con lo perecedero (como la leche).

Laib crea espacios de presencia mágica generada por los materiales a los que recurre, productos de gestación natural y de enorme pureza que alcanzan incluso a simbolizar el concepto espiritual de lo puro y apelan tanto al entendimiento como a nuestros sentidos, no solamente al visual, sino al táctil y al olfativo.

El proceso creativo de este artista se realiza en los entrecruces donde se encuentran Oriente y Occidente, lo abierto y lo cerrado, lo sólido y lo líquido, lo masculino y lo femenino, el yin con el yang. Sus obras exploran vivencias que resultan ajenas a la cultura occidental y propician una experiencia más profunda al guiar nuestra mirada hacia ámbitos meditativos.

Las exposiciones de Laib surgen desde el momento mismo de la puesta en escena: en la amorosa colocación de los objetos, al disponer el tablero de arroz, al derramar la leche en la planchas de mármol y al esparcir el polen o amontonarlo; en este acto las obras adquieren un carácter específico en el espacio y generan relaciones particulares entre ellas.

En su sencillez y gama de variaciones minimalistas, la obra de Wolfgang Laib se opone a lo que nuestro mundo actual considera obligadamente necesario: la innovación constantemente, la necesidad de ser siempre original.

Salir de la versión móvil