La ropa ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la humanidad, no sólo como protección contra los elementos, sino también como una poderosa herramienta de identificación y expresión.
A lo largo de los siglos, el vestuario y la imagen personal ha servido para señalar estatus social, afiliación cultural, profesión, y hasta creencias religiosas o políticas. Ha funcionado (y aún funciona) como sello de identidad. Este fenómeno se observa en diversas culturas y épocas, reflejando la complejidad y diversidad de las sociedades humanas. Y esta costumbre, lejos de desaparecer con el paso del tiempo, se ha mantenido y ha cambiado con nuestra sociedad. Un claro ejemplo lo encontramos en los cortes de pelo y estilos con la identidad, el diseño y la imagen directamente relacionados.
La funcionalidad de la ropa se extiende más allá de las esferas sociales y culturales para adentrarse en el mundo empresarial moderno. Aquí, la indumentaria, en forma de uniforme, desempeña un papel crucial en la identificación y percepción de las personas dentro de las empresas y las marcas a las que representan.
Pero… ¿Cómo está impactando esto en la identidad de las personas?
Tipos de uniforme
Antes de profundizar en cómo impactan los uniformes y la ropa de trabajo en el personal de la empresa vamos a aclarar que existen distintos tipos de uniforme que responden a las necesidades del puesto y la personalidad de la marca.
Uniforme
Los uniformes completos, que suelen incluir varias piezas como pantalón, parte superior y zapatos, son comunes en trabajos que implican esfuerzo físico y requieren medidas de seguridad.
Este tipo de uniforme se suele enfocar en proteger y prevenir riesgos, no deja nada al azar y es el menos customizable de todos.
Normas de vestimenta
Una alternativa más flexible al uniforme tradicional es establecer un código de vestimenta específico.
Por ejemplo, en Zara, parte del grupo Inditex, los empleados se visten mayoritariamente de negro pero con un estilo casual, optando por pantalones informales, camisetas y zapatillas.
Aunque no visten idénticamente, ya que varían las zapatillas y algunas prendas, este enfoque proporciona suficiente uniformidad para hacerlos distinguibles entre la multitud, manteniendo al mismo tiempo cierta libertad individual en la elección de la vestimenta. Sin ropa uniformada pero con elementos corporativos.
Otras empresas optan por permitir a sus empleados vestir libremente, requiriendo solo que lleven un distintivo corporativo, como un chaleco amarillo y una identificación.
Sin uniforme
Este es el ejemplo de muchas personas que trabajan, generalmente, en puestos que no tienen contacto directo con el público y en el que no se necesitan esfuerzos físicos ni prevención.
Tal sería el caso de un puesto de oficinista, diseñadora, entre otros.
El personal se identifican con el uniforme
Podemos concluir que existen distintos tipos de uniforme y la elección del uniforme se decide parcialmente en función a las necesidades del puesto.
Además, la estética debe representar a la propia empresa en carácter e identidad. Para eso, obviamente, estos deben haber sido trabajados en profundidad teniendo en cuenta la cultura de la marca.
Por ejemplo, si una empresa tiene una personalidad desenfadada y juvenil, tendrá tendencia a utilizar uniformes más flexibles, como el caso de las normas de vestimenta; mientras que a una empresa formal y de público adulto le podría encajar más el uniforme de traje formal.
Pero, ¡no es lo único importante! ¿Se te ocurre qué nos estamos dejando en el tintero?
- En primer lugar, representar a las personas que lo llevan.
- En segundo lugar, representar a la marca.
El impacto del uniforme en las personas
La ropa tiene fuertes cargas identitarias y culturales. Nos puede hacer sentir súper poderosas, en nuestra salsa, perteneciendo a un grupo social que nos entiende… Pero también nos puede hacer sentir como si estuviéramos totalmente fuera de lugar. Y eso se nota incluso en el porte, ¿verdad?. En la actitud con la que caminamos cuando llevamos algo que, simplemente, no nos hace sentir nosotras o nosotros mismos.
Por todo esto es tan importante que se tenga en cuenta a las personas que son las que finalmente van a vestirlo.
Uno de los ejes principales del uniforme es centrarse en el impacto que tiene en las personas, y eso significa considerar su comodidad, funcionalidad y cómo se sienten al llevarlos.
Un buen uniforme debe adaptarse a diversas tallas y cuerpos, asegurando que cada empleado o empleada sienta la inclusión y el respeto. Además, debe reflejar su identidad y hacerles sentir orgullosos de ser parte de la empresa.
Por otro lado, tal y como hemos visto, existen distintos tipos de uniforme que cumplen diferentes funciones: proteger, prevenir, dar flexibilidad en la vestimenta, etc.
Tener en cuenta las necesidades de los trabajadores es crucial.
Cuando las personas se sienten cómodas y valoradas, esto se refleja en su desempeño y actitud, lo que a su vez mejora la experiencia del cliente y la imagen de la empresa. Un uniforme bien pensado puede aumentar la moral del equipo y crear un sentido de pertenencia y comunidad.
La coherencia entre el uniforme y la estrategia
Los uniformes son una extensión de la marca y juegan un papel crucial en la comunicación de su identidad y valores. Deben ser coherentes con la imagen que la empresa desea proyectar y reforzar su posicionamiento en el mercado.
En otras palabras: los uniformes son puntos de contacto que la empresa tiene con sus clientes en establecimientos físicos, y como tal, han de trabajarse de forma estratégica.
No es lo mismo ir a cenar a un restaurante de lujo que comer una hamburguesa de madrugada en un 24h. Las diferencias están en la comida, pero también en el entorno, la decoración, los uniformes, la comunicación… Una serie de detalles que nos dan una idea del ambiente en el que estamos.
Por lo tanto, cuando una empresa comunica y se las da de actual, enrollada o joven, pero tiene a la gente atendiendo al público vestida de traje, manda mensajes contradictorios.
No nos cansamos de repetir lo mismo: es tan importante ser lo que se dice que es como parecerlo. Si queremos ser coherentes (y por ende, que se nos tome en serio), tenemos que hilar fino.
Un buen uniforme puede ser una herramienta poderosa para mejorar la moral del equipo y fortalecer la cohesión, convirtiéndose en una poderosa herramienta de comunicación no verbal de la marca hacía el mundo… O puede ser todo lo contrario: un caos que impacte negativamente en la empresa, sin representarla adecuadamente y generando un mal entorno de trabajo en el que las personas no están cómodas ni se sienten que las tengan en cuenta.
¿Qué empresa te atraería más como trabajador? ¿Y como consumidor?