Sr. Moscardó, ¿sabe usted lo que ha hecho?

Sorpresa, indignación, asco, rechazo, aversión, repugnancia, animadversión, animosidad, acritud, exasperación, irritabilidad, enojo, furia, malhumor, odio, resentimiento, fastidio, rabia, impotencia, hostilidad, frustración…

Todo esto y algunas emociones más son las que recorren mi cuerpo cuando veo algo tan impresionante como el atentado gráfico que ha realizado el señor Nacho Moscardó para el Patronato de Turismo del Ayuntamiento de Alcossebre.

La noticia llega a través de una lectora –gracias Melani– a primera hora de la mañana y desde entonces no hacemos más que debatir en la redacción sobre el tema. Y cada vez que nos ponemos con el asunto me sale la vena.

Sr. Moscardó, ¿sabe usted lo que ha hecho? Y no me refiero a la calidad gráfica del trabajo que esto es muy subjetivo. A usted le podrá gustar, a mí me parece un horror, por no decir otra cosa. Yo le entiendo. Usted y su amigo del Patronato, el señor Jesús San Martín, están convencidos de que han hecho una labor impagable para su pueblo. Haciendo un enorme ejercicio de empatía me pongo en su piel y casi les entiendo pero, al segundo, mi conciencia me despierta.

Por si no despiertan de su inculto adormecimiento, voy a intentar explicarles el motivo y el enfado de todo un sector profesional.

En primer lugar, usted se mete en un jardín que no conoce y patina. Su trabajo, en una escuela de diseño –hay una excelente en Castellón– no aprobaría ni pagando. Los argumentos que esgrime para el diseño de la marca son simplemente inconsistentes. De primero de Primaria. La calidad del trabajo es paupérrima. Esto no sería un problema, para gustos colores, pero su amigo del Patronato cree que con esto pueden «atraer nuevos turistas de calidad». Pensar esto con la propuesta que tienen encima de la mesa es directamente no tener ningún tipo de cultura visual.

En segundo lugar, hacer gratis el trabajo es una inmoralidad. Ustedes hacen esto porque se ganan la vida (y bastante bien) con otras actividades, pero ¿lo harían si su actividad principal fuera esta? Ya dice usted que es la primera vez que lo hace y que es un hobby. Dedíquese en su tiempo libre a otra cosa que, seguro, le sentará mucho mejor.

Incluso usted puede regalar su tiempo a quien quiera, pero al ¡Ayuntamiento! Imagino que ellos le perdonarán las tasas municipales, el impuesto de circulación o las multas de la Policía Municipal porque sino no lo entiendo. Le regala su tiempo al señor feudal que le cobra los tributos. De ahí a reinstaurar el derecho de pernada hay un paso.

Por ello repito. Sr. Moscardó, ¿sabe usted lo que ha hecho? ¿Usted sabe que con esto menosprecia a todo un sector profesional? Y tal vez, no es usted al que hay que echarle la culpa sino al político, al alcalde o al señor San Martín, a aquellos que les parece bien que no cueste ni un euro. No pagar por los servicios profesionales, reglados, con profesionales que pagan impuestos por esa actividad, es ningunearles a ellos y su trabajo. Es como decirles en la cara, ‘vuestro trabajo no vale nada’ y podemos hacerlo sin vosotros. Pero luego querrán que no haya paro, que se revitalice la actividad económica y que cambiemos el modelo productivo. ¡Ah! claro, es que posiblemente lo que están pensando es precisamente volver a reactivar lo que ha dejado de funcionar, el ladrillo. Que venga el turismo en invierno y así construimos más casas y seguimos como hasta ahora. Ignorancia una vez más.

Pero para rematar la animalada, señor Moscardó –a sabiendas o no– debe conocer que usted ha humillado a los jóvenes diseñadores y por extensión a todos los jóvenes por querer ganarse la vida. Usted espera que su altruista acción se convierta en ejemplo para los jóvenes «quiero mostrar que con un poco de dedicación se logran objetivos fantásticos, sin necesidad de mirar siempre la pela y más en estos tiempos de crisis que estamos viviendo». ¡Trabajemos todos gratis! ¡No miremos la pela! Pues señor Moscardó, a nosotros nos vendría bien una reforma en nuestra oficina. ¡Hagámosla sin mirar la pela!

Pero para que no piense que quiero aprovecharme de usted, hagámoslo de otro modo. Voy a proponerle a todos los diseñadores gráficos que nos metamos a ‘arquitectos de interiores’ y que lo hagamos gratis ¡sin mirar la pela! Entonces vamos a ver de qué va a vivir usted. Cuando todos los diseñadores gráficos hagamos su trabajo gratis –aunque sea una mierda de trabajo– y nadie quiera pagarle a usted por su exquisito trabajo, ¿qué hará usted?

Todo esto es lo que logra con su actitud y su proyecto altruista. De verdad, Sr. Moscardó, ¿sabe usted lo que ha hecho?

Lo triste de esto es que tiene difícil solución porque el mensaje se trasmite a la sociedad de forma directa y sin retorno. Un mensaje que cala en la opinión colectiva apoyado por palmeros, como ocurre en el periódico Las Provincias, que lanza flores como: «Una forma de que sus trazos queden en la memoria de muchas personas. Y todo ello sin cobrar un solo euro. Un ejemplo para todos». Es un tema de cultura general que va desde los políticos a la ciudadanía, pasando incluso por la prensa. El trabajo del diseñador es considerado como una anécdota. ¡Qué país de pandereta!

Bueno, voy a seguir con un proyecto sobre las emociones que no sé porque me recuerda todo el rato a esto. Vergüenza, Vergüenza ajena, rubor, bochorno, sonrojo… 

Pd. Aquí algunas reacciones en twitter:

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