El diseñador alemán Clemens Habitch es la mente creativa que se esconde tras este rompecabezas que muchos han calificado de «loco». Ya hizo una versión de 1.000 sobre este mismo concepto y, ahora, se dispone quintuplicarla con este proyecto.
A Habitch no hay quien le pare. Crear un complejo puzzle que contenía 1.000 piezas de colores de CMYK no fue suficiente para él. Por eso, ahora su propuesta asciende a un poco más: su puzzle de 5.000 piezas CMYK se erige como un pasatiempo al que, sin duda, hay que dedicarle calma y una gran dosis de paciencia. Los 5.000 colores componen las piezas, cortadas en estas partes iguales y del mismo tamaño, como cualquier otro puzzle tradicional.
El CMYK es un modelo de color que muestra el espectro de tonalidades que se pueden reproducir con tintas de impresión. Se basa, en concreto, en la mezcla de pigmentos de los colores cian, magenta, amarillo y negro para crear las demás. Cada una de las piezas del rompecabezas de Habitch es ligeramente distinta, aunque el matiz es, también, difícil de distinguir, lo que complica la laboriosa actividad de componerlo.
Con una anchura de dos metros, el puzzle parece tan vertiginoso como aparentemente imposible de realizar. Sin embargo, para alentar a posibles jugadores, su creador señala que es bastante «intuitivo», más incluso que en un simple juego de adivinanzas donde casi se tiene que rogar por tener suerte. Ya cuando Habitch realizó su rompecabezas de 1.000 piezas, señaló que a diferencia de cualquier otro rompecabezas donde «se tiene una idea de donde va cada pieza en comparación con las otras», el hecho de localizar las piezas sin referencias es más «satisfactorio» que hacerlo con detalles de imágenes o fotografías. El resultado, ya se ve, resulta todo un reto. Aunque, eso sí, también se puede convertir en una gran frustración.