David Velasco, director de arte del Grupo 20minutos nos explica con todo detalle los diferentes aspectos del rediseño de Calle20, la revista de tendencias que se publica desde 2005 y que recientemente estrenaba aspecto. Una lectura de lo más recomendable para quienes deseen conocer cuáles son las tendencias de diseño editorial en el diseño de las revistas de tendencias.
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¿Qué se está cociendo ahora mismo en los fogones de los restaurantes más vanguardistas de Berlín, Sidney o Johannesburgo? ¿Cómo se llama esa banda surfera de la escena musical marroquí que abarrota las salas del circuito alternativo de Tánger o Casablanca? ¿Qué líneas de moda se asomarán esta primavera a los escaparates más rabiosamente modernos de Madrid, Barcelona o Valencia?
Quien quiera las respuestas a estas y otras preguntas, que ojee una revista de tendencias. En cualquiera de ellas, además de gastronomía, música o moda, se encontrará variadas reseñas de lo que está por venir en arquitectura, cine, arte urbano, nuevas formas de consumo cultural o diseño en cualquiera de sus ramas, gráfico, industrial o de interiores.
Y hablando de diseño, ¿qué hay del editorial? ¿Apuntan también estas revistas las nuevas tendencias en cuanto al diseño periodístico, concretamente el de las revistas? ¿O tan solo permiten intuir hacia dónde va el diseño de las propias revistas de tendencias? ¿O puede, tal vez, que ni siquiera eso? En esta ocasión, desgraciadamente, las respuestas a éstas y otras preguntas no están impresas en ninguna revista. Y digo desgraciadamente porque esa es una información que me habría sido muy útil hace unos meses, cuando me llegó el encargo de rediseñar Calle20, la revista de tendencias que desde 2005 publica el grupo editorial para el que trabajo, editor también del diario 20minutos y de unas cuantas publicaciones más. Estas son una páginas, más o menos representativas, del diseño anterior al cambio:
La composición previa al rediseño era algo barroca, basada en una retícula relajada y un uso, digamos, expansivo de los recursos gráficos. Un diseño algo anárquico, no especialmente legible, pero muy expresivo, cálido, resultón. ¿Podría haberse considerado este esquema como la muestra de una tendencia más dentro del diseño de las revistas de tendencias? Ni sí, ni no. ¿Y qué hay del resto de las publicaciones del sector? Pues más de lo mismo, pero también de lo contrario: mientras algunas cabeceras entintan cada centímetro de papel con filigranas, collages y otros arabescos gráficos propios de la estética fanzinera, otras visten sus páginas con un look minimalista, de pulcritud y funcionalidad suizas. Si nos fijamos, en cambio, en el empleo de la tipografía, hay revistas sobrias y contenidas, pero también las hay que emplean tantas fuentes como si no fueran a tener otra ocasión para usar todas las familias de su catálogo. Y si, finalmente, hablamos de fotografía, algunas revistas seleccionan, editan y jerarquizan cuidadosamente las imágenes, mientras que en otras –la dinámica de extremos parece ser la única tendencia del sector– menudean los mosaicos, las siluetas y, en general, las maquetas de composición atomizada y dispersa.
¿Qué hacer, pues, a la hora de rediseñar una revista de tendencias cuando no parece haber tendencia alguna a la que acogerse? Muy fácil: encogerse de hombros y sentirse libre para hacer cualquier cosa, sin más guía que el oficio acumulado, la intuición y, sobre todo, las aportaciones de todo el equipo involucrado en Calle20, desde la dirección hasta el departamento comercial, pasando por el resto de la redacción y hasta los colaboradores externos. Esto que viene a continuación es un pequeño resumen del resultado final de ese rediseño, descrito según esos tres parámetros citados anteriormente: estructura y look general, uso de la tipografía y edición gráfica.
1. La estructura: una retícula que vale por tres… o por nueve
La rejilla base está compuesta por tres columnas en la zona delantera de la revista, que en la central se multiplican por tres hasta hacer un total de nueve columnillas. De esas nueve, dos grupos de cuatro forman sendas columnas para el texto, mientras que la novena, que queda en blanco y baila en el ancho de la página, se reserva para dar pies de foto, sumarios y demás piezas de apoyo o, simplemente, variar la anchura de las fotos. Este esquema, flexible pero a la vez ordenado, nos permite jugar con blancos generosos, inesperados en algunos casos, pero lo bastante regulados para no parecer arbitrarios.
Fuera de este esquema quedan las páginas de la parte final de la revista, la agenda de ocio, que juega con esa misma retícula de tres columnas, que en algunos casos, más o menos discrecionalmente, se dividen en dos columnillas más estrechas.
Aparte de la rejilla, las páginas tienen pocos elementos iconográficos dignos de mención. Tan solo una discreta secuencia de barras inclinadas, heredadas del logotipo, que recorre la parte superior de las páginas y acompaña algunas firmas de los temas principales y fichas de la agenda.
2. Las tipografías: austeridad suiza y unas gotas de elegancia parisina
O dicho con nombre y apellidos: Neue Haas Grotesk (la Helvetica, en una reciente versión de Christian Schwartz) y la Didot, del impresor francés del mismo nombre. Un palo seco para casi todo (titulares, entradillas, texto general, sumarios…), con muchos pesos, muy funcional aunque puede que también algo frío, y una serif de contraste para cabeceras, alguna capitular y, en general, otros usos esporádicos.
3. Edición gráfica: fotografías e ilustraciones, mejor buenas que muchas
Esto es siempre lo más fácil de conseguir (siempre que el material gráfico sea bueno, claro): tipografías contenidas, sin demasiada mancha; mucho aire alrededor a modo de marco; y mucho esmero para elegir, editar y poner la foto allí donde más luzca. Y desde luego, evitar que entre en competición con otras imágenes o elementos gráficos de su mismo tamaño. Las portadas –desde el cambio hemos sacado dos a la calle– son ejemplos bastante ilustrativos de esa jerarquía gráfica tan pronunciada, aunque ese principio de contraste se mantiene de forma constante en prácticamente todas las páginas de la revista.
En resumen, un diseño de riesgos gráficos muy calculados, tipográficamente austero, que prima la legibilidad e intenta –como personalmente creo que han de hacer todos los diseños– organizar la información y hacerla más expresiva y visualmente apetecible. Al final el contenido, sea una revista de tendencias, un diario de información general o una newsletter para una cooperativa avícola, es lo que nos da a los diseñadores la pauta más clara.
Habrá quien suponga que el diseño resultante de una premisa tan convencional habrá de ser necesariamente convencional. Posiblemente. Y que no se podrá considerar tampoco como una tendencia dentro del diseño de las revistas de tendencias. Probablemente. No creo que importe gran cosa. Para tendencias ya están las que se avanzan cada mes en Calle20 sobre arquitectura, cine, música, moda... Quien esté interesado en todo eso, o simplemente quiera ver su diseño con más detalle, tiene aquí los pdfs completos de los dos últimos números rediseñados y de todos los anteriores.
Actualizado 06/02/2015