¿Qué pasa con las fuentes gratuitas?

En el momento en el que alguien dentro del mundo del diseño menciona el término «tipografía» y le añade el apellido «gratuita» de inmediato se desencadena un estímulo que hace que se encienda una luz en el cerebro (siempre que éste sea el de un diseñador) en busca de una respuesta: alimentar y saciar el hambre de nuevos recursos. Esta relación estímulo-respuesta vendría, en cierto modo, a constatar las teorías de aprendizaje que el Dr. Pávlov llevó a cabo un siglo atrás.

Desde las líneas de gràffica no son pocas las ocasiones en las que nos hemos puesto en la piel de Pávlov y de forma consciente hemos activado esa luz en un intento de saciar ese hambre de recursos gratuitos como es en el campo de las tipografías. Sin embargo, ¿el premio es siempre lo positivo que uno espera? Existe una ley inmutable y es que en el paraíso de la gratuidad, no hay un control de calidad y, por tanto, no todos los bocados tienen el mismo gusto, incluso algunos tienen un sabor amargo o no dan la talla en el placebo esperado. De la misma forma, no todas las fuentes gratuitas son de la calidad esperada. Las lagunas que muchas de ellas presentan pueden hacer que lo aparentemente gratis, a la postre, nos resulte caro.

Por otro lado, hay otras cuestiones que resolver. Acaso alguien se ha preguntado, ¿qué pasaría si todo el mundo regalara las fuentes? ¿Hasta qué punto este mundo idílico donde todo es «free» es positivo para el sector o para el diseñador? Y para el tipógrafo, ¿sería igualmente positivo? ¿No podría provocar que el mercado se viniera abajo? ¿Y qué sucede con la piratería?

+ SOBRE TIPOS GRATIS

Eduardo Manso:
«Aunque son la excepción, hay varias tipografías gratuitas de calidad»

Jordi Embodas:
«Si das todos los pasos para diseñar una fuente de calidad, luego no la regalas»

Laura Meseguer:
«Nadie tiene derecho a compartir libremente una fuente sin permiso expreso de su diseñador»

Andreu Balius:
«Uno se siente defraudado por aquellos compañeros de profesión que usan ilegalmente el trabajo de otro compañero»

Conocer diferentes puntos de vista sobre el tema, ver las virtudes o los problemas, no es fácil. La opinión de Andreu Balius, Eduardo Manso, Jordi Embodas y Laura Meseguer, tipógrafos de referencia, es vital. Seguro que en su cabeza han contemplado la opción de publicar gratuitamente sus trabajos.

En el caso de Laura Meseguer, sí que ha llegado a publicar fuentes gratuitas, pero bien como un regalo a amigos o en el caso de la Guapa Decó, «a modo de colaboración con la revista Neo2 y limitando la versión limitada a caja alta».

En los años 90, Andreu Balius también ofreció el catálogo de Garcia fonts & co gratuitamente, pero se trataba más bien de un proyecto de intercambio colaborativo. Por lo tanto, tampoco se puede hablar estrictamente de «gratis». Por su parte, Eduardo Manso y Jordi Embodas publicaron fuentes gratuitas en un momento de su carrera, pero finalmente decidieron retirarlas. Manso explica sus motivos: «Quien hace tipos de calidad, normalmente no los regala y quien busca tipos de calidad, no suele hacerlo entre los tipos gratuitos. Es un orden establecido». A lo que Embodas apunta: «Si la regalas es como que quieres quedar exento de responsabilidad, para lo bueno y para lo malo. Así que, el consumidor no puede mirarle el dentado a tu tipo».

Entonces, ¿por qué hay diseñadores que publican sus fuentes gratuitamente? Para Laura Meseguer, «el hecho de que algunas fuentes se distribuyan gratuitamente no dista mucho del caso en que alguien decida diseñar un logo gratis». Por lo general, responden a «estrategias de autopromoción». Aunque también puede servir para «desvalorizarlo», tal y como explica Balius, «depende de cómo se plantee». Por otro lado, según apunta Eduardo Manso, «hay muchas fundidoras que suelen regalar uno de sus pesos con el fin de generar interés por el resto de la familia por un lado y de ganar exposición pública por otro».

En cuanto a la calidad técnica y artística, no es una norma que ésta siempre sea escasa. Aunque para Eduardo Manso «son la excepción», el tipógrafo argentino reconoce que hay tipografías gratuitas de calidad como Gentium. Meseguer se suma al hecho y «aunque son las menos», hay tipografías gratis interesantes. «Acostumbran a ser un solo peso de una familia de tipos y, en general, están destinadas al diseño editorial», indica Meseguer. Estas tipografías sirven para abrir apetito, porque en el momento en que «la usas y funciona sentirás que tienes que comprar más pesos».

SABER DIFERENCIAR
Sobre el hecho de que haya otros diseñadores que ofrezcan sus fuentes gratuitamente, ningún tipógrafo teme que esto pueda provocar que el mercado profesional se venga abajo o repercuta negativamente. «Cada uno puede hacer lo que quiera con su trabajo. Si tiene calidad, pues mejor para todos», dice Balius. «Mientras los diseñadores gráficos sepan diferenciar entre fuentes de calidad y fuentes mediocres, el futuro de la buena tipografía estará asegurado», asevera Manso. Porque nadie debe llevarse a engaño. Cuando un diseñador dispone de presupuesto «raramente escoge una fuente gratuita», constata Manso, con las tipos de pago no garantizas la exclusividad al 100%, pero sí que no hay masificación, «una cualidad muy valorada por los diseñadores». Laura Meseguer ve en este punto un mal menor: «Muchos diseñadores buscan antes una fuente gratuita que una que no lo sea, pero un buen diseñador sabe qué tipos necesita y dónde buscarlos».

PROBAR PRIMERO
Un tema complejo es cuando los diseñadores quieren enseñar un trabajo a un cliente con una fuente concreta. El problema que se plantea es tener que pasar por caja y adquirirla a un precio que, si finalmente el cliente se echa atrás y decide utilizar otra fuente, puede resultar caro. La solución que ofrecen en estos casos es variada. Eduardo Manso suele dar licencias de test a diarios, revistas o a grandes clientes, pero esta medida no se puede aplicar a todo el mundo y hay que ver caso por caso. Para Manso, un buen comienzo es el plugin de FontShop para usar con la Creative Suite de Adobe, que permite probar todas sus fuentes. Para Laura Meseguer «ceder tipos incompletas o con caracteres sin acentos también es un sistema que funciona». La tipógrafa catalana también hace uso de las TEULAs (Temporary End User License), un contrato de prueba por un tiempo limitado, para en ambos casos, el diseñador debe contactar con el tipógrafo previamente. Otra forma de probar la tipografía gratuitamente antes de su compra es contar con una versión de prueba muy básica de mayúsculas y minúsculas como la que ofrece Swiss Typefaces. A juicio de Manso, la alternativa de ofrecer tipos con un set reducido, mayúsculas, minúsculas y números, sin caracteres acentuados ni kerning, no es la mejor solución: «si el diseñador tiene que decidir la compra en base a sus pruebas, al menos, debería disponer una fuente en condiciones», apunta.

COMPARTIR O PIRATEAR
Si bien todos coinciden en que las fuentes gratuitas no son una amenaza en el mercado, no sucede lo mismo respecto a la piratería y las webs tipo Dafont donde hay total libertad para que cualquiera pueda subir la fuente que le parezca, independientemente de si está sujeta a derechos de autor o no. A este respecto, indica Balius: «Es importante respetar el trabajo de los demás y no limitarse a modificar trabajos ajenos para revenderlos después». Un apunte al que Meseguer es más taxativa: «Dafont es lo peor, nadie tiene derecho a compartir libremente una fuente sin permiso expreso de su diseñador –dice–, ni siquiera cuando la licencias. Dafont distribuye tipos que son shareware, freeware, etc. y dejan al usuario la responsabilidad de leerse la licencia. Puedes encontrar tipos que lejos de ser originales han sido creados a partir de la modificación de otros. Es el caso de Little Days con Memimas de José Manuel Urós. Es interesante leer este artículo: Was Memimas copied?».

La piratería va más allá de una mera cuestión de injusticia. Cuando uno descubre que sus tipos están disponibles en plataformas de pirateo, la única salida es contactar para que las retiren, algo que suele funcionar. Aparte de ello, queda otro poso. «Uno se siente un poco defraudado por aquellos compañeros de profesión que usan ilegalmente el trabajo de otro compañero», afirma Balius. Aunque como ya se sabe, todo depende del cristal con que se mire, para Jordi Embodas el hecho de ver una fuente suya pirateada le puede llegar a suponer incluso «cierta satisfacción». «No siento que me hayan arruinado el negocio –dice Embodas–, cuando vendes fuentes y ves quien las compra, te quedas tranquilo en este sentido, la gente que usa la piratería con ánimo de lucro no tiene demasiados escrúpulos o viene de una cultura como la nuestra, donde no se valora casi nada».

De toda esta lectura cada uno puede sacar sus propio aprendizaje. No se trata de demonizar las fuentes gratuitas, sino de ser conscientes de sus limitaciones y saber en el caso de hacer uso de ellas qué terreno uno se adentra. Por ejemplo, si hay que firmar un trabajo ‘serio’ y profesional, sabremos que las fuentes gratuitas son solo un punto de partida pero, dadas sus limitaciones –número de caracteres, disponibilidad de pesos…–, no el fin. Antes de hacer uso de una fuente gratuita hay que hacer numerosas pruebas con el fin de comprobar que tiene la suficiente calidad y consistencia, que el espaciado y el kerning no están descompensados y un largo etcétera. Al fin y al cabo, ahí está el aprendizaje, con la experiencia cada cual decide hasta qué punto es interesante o no la recompensa.

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