Después de asistir como jurado de los Laus y a la Nit Laus en la que se entregan los trofeos, uno tiene la sensación de que a esto de los premios se juega como a la lotería de Navidad. No se tiene mucha fe en que te toque, pero en el fondo tienes un no sé qué en la cabeza que te dice que este año sí puede ser. Uno se ilusiona con lo que haría si le tocara. Y cuando ves a los que les toca, salen todas las envidias y rencores.
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El caso es que lo de los premios es algo que parece pertenecer más a los jóvenes y su anhelo de éxito. Normal que con los años te des cuenta de que los premios ni quitan ni dan, que como en la lotería, no te saca de tener que trabajar todos los días aunque siempre se tapa algún agujerito. El dinero no da la felicidad pero ayuda. Pues en los premios de diseño lo mismo.
Lo curioso es que analizando los que ha conseguido pasar el filtro y han obtenido un premio te puedes hacer una idea de qué requisitos ha de tener un proyecto para que al menos tenga más posibilidades. De entrada, siempre es pura suerte. Si estás al principio o al final de la mesa, si tu proyecto está en la categoría con más afluencia de propuestas o en la que menos, si hay mucha luz en la sala o poca, si el jurado es español o internacional… Es injusto, ya lo decía hace meses en otro editorial La obligación de decidir. Es imposible que un jurado le preste la atención que se merece a cada uno de los proyectos.
Hay que tener claro que no ganar no significa que tu proyecto sea malo. A veces, simplemente, no estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno. De ahí que haya proyectos que en la convocatoria de unos premios de diseño ni se seleccionen y en la de otros acaben siendo el Gran Premio. Las cosas son así. Hacerse mala sangre con estas cosas es perder el tiempo. Te presentas y ganas, genial. Te presentas y no ganas pues también. No te presentas y ganan otros pues…
Como dice Borja Martínez en una entrevista para la nueva revista Muster, «no haces un proyecto pensando en ganar un premio, es después cuando lo ves que piensas donde podría encajar y te presentas». Teniendo esto en cuenta hay unos pocos ingredientes que se pueden tener en cuenta para condimentar nuestro proyecto y que de ese modo alegremos el paladar del jurado para sacarle un voto favorable.
¿Qué 10 cosas debo tener en cuenta para ganar unos premios de diseño?
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1. Mira los precedentes antes de presentar tu propuesta. Es importante que tu estilo encaje en lo que se suele premiar.
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2. Analiza al jurado. Si la mayoría del jurado es minimalista, pues ya sabes… si es muy colorista pues lo mismo.
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3. Resume. El texto que presentes debe ser breve, pero con el contenido el contenido clave. Si para entender el proyecto necesitas más de 1 minuto para explicarlo va a ser muy difícil que obtenga una buena valoración.
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4. Lo simple siempre funciona. El ‘menos es más’ en los concursos de diseño lo es todo.
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5. Debe ser popular. Aunque nadie lo reconocerá, es más fácil que el jurado vote a favor de algo conocido que a favor de algo totalmente desconocido. Así que antes promociona tu proyecto por todas partes, así cuando el jurado lo vea sabrá perfectamente de qué se trata.
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6. La presentación lo es todo. Igual es bueno un cartón con una imagen contundente que un manual de 100 páginas. Es importante que la presentación esté muy cuidada y limpia. Si hay que explicar algo, que quede claro en la presentación. Pon notas si hace falta. Por muy buena que sea tu propuesta tú no vas a estar allí.
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7. Apela al humor. En ocasiones sacarle una sonrisa al jurado te da muchos puntos.
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8. Nadie valora el esfuerzo sino el resultado. Muchas veces los profesionales apelamos al esfuerzo para que se nos premie pero no somos conscientes que solo se valora el resultado final.
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9. Trendy. Lo que está de moda suele funcionar por encima de lo que está establecido aunque sea mucho mejor, más serio o más trabajado.
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10. Lo más importante. Intenta que al jurado se le pongan los pelos de punta. No presentes proyectos sin alma. Los proyectos deben tener algo más que un buen gráfico o algo que queda bonito. Debe tener diferentes visiones, que tenga un pellizco de historia, un guiño gráfico, algo oculto, nada de tópicos, 100 gramos de inteligencia emocional, dos buenas tipografías… vamos como una buena receta de cocina. No presentes un huevo frito aunque te salga con puntilla y todo.
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Y en el fondo, en esto último es donde está el secreto de todo esto de los premios de diseño. Un plato de estrella Michelin es algo elaborado, al que se le dedican muchas horas de investigación –que no de curro que es diferente–, en el que se busca la excelencia en cada detalle, no es algo hecho con prisas y sin mimo…. ¡Ahí está el secreto! También es verdad que algunos restaurantes con estrellas y muchos tenedores te la cuelan con un gazpacho de bote, pero eso ya es otra discusión.