La Asociación Gallega de Diseñadores nos ha enviado una carta en la que declara su oposición a los concursos de diseño. Una declaración de intenciones llena de reivindicaciones y demandas para dignificar la profesión. Buenas intenciones pero, ¿es esto suficiente?
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Design Police fue un intento de 2008 que se quedó en el olvido.
Lo de perseguir a los malos no es un trabajo que guste a nadie. A nadie le gusta correr detrás de alguien que puede revolverse y resultar peligroso. Con los temas profesionales pasa algo parecido, a nadie le gusta levantar la voz en contra de instituciones o empresas para llevarse algún tortazo.
Es común ver a muchos diseñadores proclamar su indignación en redes sociales. También en corrillos donde todo el mundo se lamenta de esto y de aquello, pero pasados esos momentos de confraternización cervecera, todo el mundo se va a casa y nadie hace nada. Es indignante ver a presidentes de asociaciones profesionales alabando a quien no respeta los derechos de sus representados sin reprochar ni una coma.
Dedicarse a perseguir abusos, irregularidades o tropelías es farragoso. Suele costarte más de un disgusto y además se te queda mal cuerpo. Lo sé por experiencia. Lo sabemos en Gràffica por experiencia.
SÍ SE PUEDE
Hemos conseguido que más de uno cambie de actitud. Nacho Moscardó con la campaña para Alcossebre, la descarga ilegal de tipografía del BBVA o la misma causa con el Ayuntamiento de Barcelona. Hace unas semanas el concurso con el logo de Joves de Compromís o plagios de concursos de carteles… Algunas de estas acciones tuvieron repercusión en medios generalistas.
Os aseguro que no es algo que me guste. Es más, si quisiéramos estaríamos todos los días con temas de estos. Todos los días nos llegan todo tipo de ‘abusos’ a la redacción. Y nos implicamos con aquellos que nos parecen más graves. Pero no apetece nada.
Lanzar acusaciones y persecuciones te deja mal cuerpo y un runrún en la cabeza que no te deja concentrarte. Y además puedes meter la pata hasta el fondo. Una palabra más alta que otra y te juegas una buena bronca o incluso problemas legales. Y ojo con que te descuides, porque a quien se suele criminalizar es al mensajero, que ya nos ha pasado varias veces.
¿PERO QUIÉN LO HACE?
Está claro que los profesionales solos, cada uno desde su oficina, no pueden perseguir a nadie. Bastante tienen con perseguir a los clientes para que les paguen. Cartas como la de la asociación gallega están muy bien. Pero, ¿sirve para algo hacer comunicados, manifiestos, recogida de firmas? Mi experiencia me dice que no. Las asociaciones están en otra cosa: fiestas, festivales, premios, talleres, conferencias…
No están por la labor de perseguir a nadie y mucho menos enemistarse con la Administración no sea cosa que les corten la luz. Las asociaciones de profesionales no levantan la voz por no molestar. No se puede cambiar el sentir y pensar de la sociedad con cartas bien intencionadas. No se pueden cambiar las cosas con buenas palabras. Hay que enfrentarse con otras armas.
¿QUÉ PASARÍA SI FUÉRAMOS OTRO TIPO DE COLECTIVO?
A mí me gusta ver mi profesión como otra cualquiera, así que en cuanto puedo le doy la vuelta. Cómo sería si fuéramos oftalmólogos, abogados, fontaneros… Y hay un colectivo que me gusta especialmente para este caso. Las mujeres.
Las mujeres han tenido históricamente problemas de desigualdad, machismo, violencia… Lo nuestro comparado con ellas es una broma. Las asociaciones de mujeres tienen que luchar por sus derechos mucho más que los diseñadores cuando además detrás no hay empresas, ni sectores profesionales e incluso ni dinero. ¿Cómo lo hacen? Pues demandando a todos aquello que las afecta.
Consiguen retirar campañas de publicidad, consiguen hacer leyes, consiguen que se alcance la paridad en un gobierno o en una empresa… Y no lo hacen quejándose en Facebook o tomando cervezas. Lo consiguen porque las asociaciones de mujeres se presentan en los juzgados y en los medios y alzan la voz. Se cabrean con quien haga falta. No tienen nada que perder, sino todo lo contrario, todo que ganar. Ellas se han convertido en la Policía que vigila sus derechos. Persiguen a quien sea necesario.
Si cada vez que hay una tropelía contra los diseñadores, los ilustradores, los fotógrafos, los tipógrafos alguien presentara una demanda en los tribunales y se empeñara en salir en los medios las cosas cambiarían. Poco a poco, pero lo harían. Lo que menos le gusta a la gente es salir en los medios o presentarse en un juzgado.
Pero, ¿se puede hacer? ¿Se puede perseguir legalmente a alguien por convocar un concurso? A veces con ponerle la cara roja a alguno es suficiente. Pero hay que hacerlo cada día, cada semana, cada mes. Pero si eso no es suficiente para que algunos cambien, lo mejor es ver los resquicios legales que existen.
¿Se puede demandar a alguien por ‘robar’ los derechos de autor de un diseñador? ¿Se puede demandar a la Administración por cobrarnos impuestos por nuestra actividad y luego no hacerlo con otros que se presentan a los concursos sin nada? ¿Se puede perseguir a quien maltrata nuestros derechos? ¿Podemos perseguir a los que comercian con el trabajo de los profesionales? ¿Acaso no hay concursos en los que los pagos son dudosos? ¿Acaso la Administración no incumple normativas cuando convoca cierto tipo de concursos? ¿Acaso no somos un colectivo bastante importante como para gritarle a una empresa privada? Busquemos los resquicios legales, las fórmulas y convirtámoslos en derechos como hacen las mujeres cada día.
Si se quiere, se puede. Pero hay que ponerse la gorra de policía montarse, en el coche patrulla y perseguir a los malos. Pero nada de dejarles una nota en el parabrisas a modo de multa, hay que sacar las esposas y llevarlos al calabozo. Y eso no suele ser fácil.
¿Quién quiere la gorra de Policía del Diseño? ¿Alguna asociación por ahí?
Actualizado 29/09/2014