Hace unos días asistimos a una polémica de la que todos, diseñadores y clientes, podemos aprender. El protagonista de la discusión ha sido el nuevo logotipo de Vancouver que no ha gustado ni a los habitantes, ni mucho menos a los diseñadores de la ciudad. ¿El motivo? El nuevo logotipo es extremadamente neutro, no evoca ni inspira nada y tiene un impacto visual menor, lo que ha desatado las críticas sobre su nula capacidad para representar a la ciudad canadiense.
El nuevo logotipo está diseñado con tipografía Gotham y es bicolor, con el azul y el verde de su bandera. Frente a las miles de críticas que ha recibido, el Ayuntamiento de Vancouver ha publicado un comunicado en el que explica que «una identidad sencilla es más fácil de reconocer y entender para los que no hablan inglés» y añade que su simplicidad «permite adaptarse mejor a las redes sociales». Ante estos argumentos, los diseñadores no han tardado en preguntar por qué el logotipo solo se ha diseñado en inglés (Canadá es un país bilingüe y sus dos lenguas oficiales son el inglés y el francés) y por qué si está formado por tres palabras en inglés será fácil de reconocer por aquellos que no conocen el idioma (perogrullada). Igualmente, preguntaron por qué su sencillez ayuda a que se adapte a los canales online. Ante estas cuestiones, no ha habido ninguna respuesta por parte del Ayuntamiento.
Un rediseño tan simple, que no expresa nada
Cuando se presentó esta nueva identidad, el ayuntamiento de Vancouver comunicó que era «una nueva marca que actualizaba la imagen de la cuidad como un lugar moderno, innovador y atractivo para vivir y trabajar». Estas palabras no pueden estar más vacías porque el nuevo logotipo no expresa ninguna de estas cualidades. Más bien, su sencillez y neutralidad es tal que no dice nada más allá de falta de valentía, creatividad o diferenciación. Así, el objetivo del proyecto no se ha cumplido porque podría ser el logotipo de cualquier lugar.
Este proyecto de rediseño, en el que se han invertido 8.000 dólares y cuyo diseñador es anónimo, significa una oportunidad perdida para actualizar y mejorar la percepción de la ciudad a nivel mundial. El diseño de la identidad de una ciudad es un aliciente para muchos turistas e inversores porque resume el espíritu del lugar, sus cualidades diferenciadoras y su atractivo.
La carta de los diseñadores de Vancouver
Más de cien diseñadores de Vancouver de todos los ámbitos se unieron para firmar una carta abierta dirigida a su alcalde en la que expresan su “profundo desacuerdo” con el nuevo logotipo.
En la carta, entre otras ideas, explican de esta manera por qué es tan importante la identidad de una ciudad: «La identidad de una ciudad es sagrada. Es nuestra marca en el mundo. Representa quiénes somos y nuestros valores como colectivo. Simboliza nuestra historia y aspiraciones futuras. Está en nuestros certificados de nacimiento, carnets de conducir y pasaportes de muchos de nosotros. Para otros, es el comienzo de su experiencia en Vancouver. La identidad de nuestra ciudad nos distingue en el mundo. Echen un vistazo a las identidades de algunas de las mejores ciudades del mundo como Melbourne, París, Montreal y Surrey».
La carta de los diseñadores y el clamor de los canadienses ante este logotipo ha provocado la rendición del Ayuntamiento de Vancouver que, por el momento, se abstendrá de utilizarlo y aplicarlo. Ahora, las autoridades están negociando con los diseñadores para solventar esta cuestión y llegar a una conclusión gráfica que consiga agradar a sus ciudadanos.
La identidad de Porto vs la identidad de Vancouver
Son muchos los que han comparado el nuevo logotipo de Vancouver con el de Porto. El motivo está claro y es que, mientras que la identidad de la ciudad portuguesa fue un éxito a todos los niveles –para los turistas, para los habitantes de la propia ciudad e incluso para los portugueses en general–, la identidad de Vancouver no agrada a nadie y no promueve ningún valor diferencial ni evoca nada especial.
En declaraciones a CBC News, el Director Creativo Brock Ellis, habló no solo del abuso que se hace de la tipografía Gotham sino también del hecho de que hay que «asumir riesgos para expresar creatividad e innovación», cosa que el nuevo logotipo de Vancouver no hace. Finalmente, comentó: «No imagino a nadie tatuándose este logo es su cuerpo». Así, Ellis hacía referencia a todos aquellos que se han enamorado del logotipo de Porto y que se sienten tan identificados con él, que se lo han tatuado en su piel.
¿Qué podemos aprender del fracaso de la nueva identidad de Vancouver?
El branding es una de las áreas del diseño que más polémicas desata. El motivo es que los públicos saben que se deben sentir representados por las marcas y exigen que así sea. Pero, cuando no ocurre, protestan enérgicamente, se desbocan las redes sociales y asistimos a debates de posiciones enfrentadas.
Por lógica, este no es el mejor escenario para el nacimiento de la identidad de una ciudad porque no tiene la aprobación ni el respeto de sus habitantes, sino que es objeto de desprecio y rechazo. Sin duda, la opinión de los habitantes de Vancouver es fundamental dado que en este proyecto se deben tener en cuenta sentimientos de pertenencia y de amor a un lugar en el mundo. Tal y como dice la carta de los diseñadores de Vancouver: «La ciudad ha fallado haciendo una marca que nos represente y nos haga estar orgullosos».