La Bienal de São Paulo, una de las exposiciones artísticas más importantes de Latinoamérica, celebra este año la 33ª edición que rompe con lo establecido en todas las anteriores. La temática es la ausencia de temática y, en lugar de una muestra, habrá siete exposiciones colectivas organizadas no únicamente por el comisario, sino por siete artistas más. Una de ellas estará dedicada a compensar a aquellos artistas latinoamericanos que han caído en el olvido.
El español Gabriel Pérez-Barreiro, comisario de esta edición de la Bienal de São Paulo, anunció el pasado martes 20 de marzo sus iniciativas para la nueva edición de la reconocida exposición latinoamericana. Como un acto de reivindicación, pretende celebrar una edición en la que la temática sea no tener temática. Ha escogido a siete artistas para que, aparte de él mismo, organicen cada uno una muestra colectiva. Para llevar a cabo esta tarea tienen total libertad, lo que resultará en una edición de la Bienal de São Paulo completamente renovada.
De momento solo se conoce la selección de artistas llevada a cabo por el comisario Pérez-Barreiro. Está compuesta por un argentino y siete brasileños: Alejandro Corujeira, Bruno Moreschi, Denise Milán, Luiza Crosman, María Laet, Nelson Felix, Tamar Guimarães y Vania Mignone. Además, anuncia que uno de los platos fuertes será un homenaje a tres latinoamericanos fallecidos: el guatemalteco Aníbal López, el paraguayo Feliciano Centurión y la brasileña Lucía Noguera.
Otro de los anuncios más importantes para esta edición es la exposición del brasileño Siron Franco. A través de sus obras se relata el gran drama que sucedió en la ciudad brasileña de Goiania en el año 1987, cuando unos chatarreros entraron en un hospital abandonado de Goiania y robaron lo que resultó ser una cápsula llena de material radioactivo. Sin saber lo que aquello era, la abrieron y la pasearon por toda la ciudad, entonces habitada por 1,3 millones de personas. Cuando se descubrió el suceso, 130.000 personas saturaron los servicios de Urgencias. Entre las víctimas directas se encontraron 250 personas que tenían residuos nucleares en la piel y cuatro muertes: la mujer, la sobrina y dos de los empleados de uno de los ladrones. Este ladrón moriría siete años después debido al alcoholismo en el que derivó la depresión que sufrió al ser consciente de las muertes que había provocado inintencionadamente. Este suceso queda retratado en la obra de Siron Franco a través de su serie Rua 57.
Estas dos propuestas tienen como objetivo recordar a aquellos artistas latinoamericanos que han sido olvidados inmerecidamente. Pérez-Barreiro asegura que le gustan muchos artistas internacionales ampliamente conocidos. Sin embargo, considera que no aportaría nada al mundo si les mostrara lo que ya conoce. Por ello, quiere recuperar de la memoria a estos artistas latinoamericanos que con el paso de los años han caído en el olvido o que nunca han tenido el reconocimiento que merecían, desde su punto de vista. Para llevar a cabo este objetivo, considera que la Bienal de São Paulo es una ocasión ideal, ya que constituye la segunda bienal más importante del mundo, de entre un total de 400.
El nombre de esta temática rupturista es Afinidades Afectivas. Se trata de una mezcla de Las afinidades electivas, la novela de Goethe, con la tesis doctoral del crítico brasileño Mário Pedrosa, De la naturaleza afectiva de la forma en la obra de arte. Pero solo hace referencia a la relación que tienen los artistas y el público con cada obra individual, en lugar de con una temática general. Para enriquecer este objetivo, el comisario Pérez-Barreiro no ha querido ser el único que eligiera las obras que aparecerían en esta edición, sino que ha escogido a siete artistas diferentes: un tercio brasileño y un tercio internacional. Estos artistas son el español Antonio Ballester Moreno, el uruguayo Alejandro Cesáreo, la argentina Claudia Fontes, la sueca Mamma Andersson, los brasileños Sofia Borges y Waltercio Caldas y la nigeriana-estadounidense Wura-Natasha Ogunji. Estos artistas cuentan con una libertad absoluta a la hora de llevar a cabo su selección, de manera que no tienen por qué ser latinoamericanas las obras elegidas, aunque Pérez-Barreiro, por ejemplo, sí que haya escogido las suyas de esta nacionalidad.
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