Nevercrew es el nombre del dúo de artistas suizos compuesto por Christian Rebecchi y Pablo Togni. Desde 1996 trabajan juntos interviniendo los muros de diferentes ciudades del planeta con espectaculares ilustraciones que cuestionan temas de índole social, y donde ponen especial acento en temas como la huella negativa que el hombre ejerce en el medio ambiente.
El trabajo de Nevercrew se centra en la relación entre el hombre y la naturaleza, y más especialmente en la influencia que el ser humano ejerce en el sistema. Las injusticias sociales, los efectos del consumismo sobre el medio ambiente, y la relación entre el concepto y las formas de ‘sistemas’ cobran vida en los muros que intervienen. A través de un juego de confrontación de realidades, en el que objetos y animales interactúan fuera de su entorno, Nevercrew muestra al espectador un mundo extraño, acorsetado y falto de la libertad que le es propia.
Lo que Christian Rebecchi y Pablo Togni buscan es un impacto directo en el espectador, así como una reacción lenta y profunda, con el objetivo de estimular una interacción espacial, empática y emocional.
Ilustraciones que conforman un sistema
El objetivo de Nevercrew es interactuar con «perspectivas», estimulando la idea de una participación activa de cada elemento individual con su causa y efecto; el interés de este dúo de street art es desarrollar un método para incorporar todo en un tema más amplio y más global que pueda mostrarse como un sistema y ser legible en sus diferentes componentes con una visión de relación conjunta entre todas las partes, donde solo el punto de vista, la ubicación dentro de un sistema, define una selección.
El estilo de Nevercrew es visual y técnicamente híbrido: combinan una estructura gráfica simple con elementos hiperrealistas y formalmente complejos, pero también composiciones bidimensionales e instalaciones escultóricas, idealmente desglosando los diferentes planos espaciales y resaltando las dimensiones físicas.
Cuando intervienen en un lugar, su enfoque no es crear una imagen, sino colocar los elementos dentro del espacio en relación con el contexto, con el objetivo de generar una comparación directa dentro y fuera de campo.
La idea de «construcción» y «composición» es, por lo tanto, la que mejor define su trabajo, y está presente en su proceso en diferentes niveles: hay una composición gráfica definida, que estructura el esqueleto de la intervención, y una composición-selección de elementos que, cuando son confrontados y combinados, forman nuevas partes. En estas estructuras, los elementos naturales y artificiales están relacionados en un equilibrio declarado forzado: elementos vivos y elementos inanimados, elementos mecánicos y biológicos, materiales y animales.
Entre los elementos artificiales se encuentran los mecanismos, un elemento a menudo discreto que para Nevercrew representa muy bien su trabajo y su enfoque. Para la realización de estas máquinas, de hecho, recurren a un archivo de componentes que han construido a lo largo de los años, su composición se lleva a cabo en relación con el contexto en el que se insertarán y con la idea global. Estos mecanismos, idealmente y visualmente relacionados entre sí, se convierten en una alegoría del trabajo en general, enfatizando en un primer nivel su propia naturaleza de los sistemas y recordando así el sistema del trabajo y el sistema en el que se inserta el trabajo, en una relación colaborativa entre partes y todo.
Como elementos naturales, alternan sujetos vivos que pueden tener un valor simbólico y evocativo en referencia a la relación con la humanidad y con el territorio, y otros elementos que, en cambio, pueden recordar directamente el territorio o los recursos naturales. Entre estos elementos se encuentra, por ejemplo, la ballena: un animal que se encuentra lejos de una experiencia humana directa, pero al mismo tiempo forma parte de la imaginación colectiva y está fuertemente vinculado a la historia pasada y presente de las civilizaciones actuales. La historia de la relación entre la humanidad y los cetáceos es de hecho particularmente emblemática de la actual actuación política global y cómo ésta afecta a los sistemas y los recursos naturales.
La ballena, para Nevercrew, trae consigo toda su historia, el poder excesivo de la industria, la explotación, la deshumanización, la contaminación, al tiempo que mantiene un fuerte valor empático y comunicativo como un ser vivo en un sentido absoluto, casi icónico y descontextualizado.
Finalmente, está la relación entre el tiempo y el espacio vinculado a sus intervenciones; la ruta, que se crea automáticamente con la estratificación del lenguaje y con el uso de elementos cada vez más conectados entre sí (pero que Nevercrew utiliza para rastrear y subrayar también a través de coordenadas espaciales). Eso ayuda a recordar una vez más una visión general simultánea de ambos detalles: por un lado, por encima de las fronteras y los sistemas, y por otro «personal» y único, vinculado al lugar específico.
Lo que Nevercrew trata de recordar es, principalmente, el sentimiento de formar parte de un sistema, de ser parte de el mismo y de poder observarlo desde un cierto punto de vista, por lo que es y por lo que podría ser, poner el elemento humano en el centro, como sujeto vivo y externo al trabajo, y tratar de acercarlo para reflexionar desde esta posición.
→ Nevercrew, dúo de artistas suizos