«Hoy en día el lettering es el modo más honesto que encuentro para utilizar la palabra visualmente», Mono Grinbaum

Mono Grimbaum, también conocido como Brandingfobia, acciona por medio del ‘adbustin’, la pose femenina y la superficialidad del star-system, además del sistema de marcas de lujo, que interviene con todo tipo de manchas, sistemas de impresión y recursos tipográficos. Consumo irónico y mixtura de estilos de una figura actual del activismo argentino.

Mono Grimbaum
Ante todo, nos gustaría que explicaras para el gran público el concepto de Brandingfobia.

Brandingfobia es el nombre de mi plataforma de activismo proyectual. Una suerte de spin off de mi actividad como diseñador gráfico e interiorista; Brandingfobia rasca la superficie… de la forma. Para Brandingfobia me interesa la idea de ‘hacer frente al quedarse quieto’.  Muestras en instituciones, docencia, diseño de producto y publicación de ensayos gráficos se reúnen bajo esa marca. Pone el foco en las comunicaciones masivas, bebiendo de los bordes. Se preocupa por el consumo desmesurado de las urbes y su humor estornudando por todos los rincones. Yo particularmente soy un ser consumista. De cosas accesibles como lo son los, marcadores, cuadernos y algún esporádico viaje. Me gusta que los días transcurran entre restaurantes y bares. Lo hago sin culpa, pero veo la trama. La red de símbolos hegemónicos y su desesperado intento por llegar al Audi TTTT en la mayoría de los casos potencian mi humor. Ácido e irónico.

Existe en tu obra una intención de llevar al extremo tu lettering, de samplearlo, además de utilizarlo en numerosos soportes y medidas, ¿con qué objetivo?

Tras varios lustros como diseñador que oscilaba entre sistemas de identidad para el tercer sector, interiorismo para restaurantes, bares y la industria del entretenimiento, mi interfaz gráfica fue mutando y tomando otras formas. Naturalmente, mi lenguaje incorporó (o retomó) nuevas visiones y modos de representación. Soy un señor de cuatro décadas y eso esencialmente me presenta como un ser análogo. Mi paleta de producción gráfica incluye tanto el lettering como la ilustración y los sistemas de impresión y difusión clásicos. Esto es serigrafía, foto análoga, risografía y Xerox. Hoy día el lettering es el modo más honesto que encuentro para utilizar la palabra visualmente. Es el modo que encontré para cuidarla, vestirla y comunicar.

Fui docente de tipografía y diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires más de quince años, he sido un asiduo consumidor de letras (incluyendo suscripciones anuales a U&L case, emigré, etc). Reconocía las fuentes con soltura y naturalidad. Hoy no. Todo eso fue eclipsado por la letra a mano. Caprichosa, particular y al servicio del mensaje. Mi postura frente al diseño (tipográfico o general) es muy sencilla de sintetizar:

  1. Clásico es moderno
  2. La sofisticación está en los detalles
  3. El error es nuestro amigo.

Esto puede ser visualizado con letra dibujada, collage, letterpress o stencil. Lo que marca mi hacer es la expresividad y personalidad de la letra y personalmente creo que, para bien o mal, dista mucho del lettering ‘pinteresteable’

Existe en tu obra una noción permanente de resistencia a lo establecido o, como dices, de revolucionar la tinta, ¿verdad?

Como dije antes son fantasías de resistencia, ensayos dentro del marco de las normas.

Practiqué muchos años judo y creo que hay algo de eso. Utilizar la fuerza del otro.

La lucha contra las marcas es algo estéril. Pueril.  Lo que podemos hacer es crear nuevos mercados. Nuevos modos de producción y acción. ‘Nuevo’ requiere paciencia y eso no se consigue siquiera en la deepweb. Por otra parte la rola no es tan larga como para repetir mecánicamente el hacer. Elegí este medio de vida porque me interesa la acción. Estar en movimiento, hacer.

Osmosis 24/7.

Marcadores, tinta y manchas ¿qué otras técnicas utilizas para la realización de tu obra? 

Las herramientas son medios. Un chef amigo me decía «no hace falta usar más de tres elemento». Un disc-jockey conocido me sugirió «desconfía del dj que no baila». A mí me dio más a nivel herramientas el histórico centro de copiado Artes & Oficios en Cabildo y Monroe (Buenos Aires) que la Universidad. Con una fotocopiadora y tres tonners de color yo volaba. En el maletero de mi Fiat Duna siempre había una carpeta A0 llena de hojas de papel, letraset y una máquina de escribir Olivetti portátil. La Mac LCII se quedaba en casa. Yo pruebo, compro y acopio. Las herramientas que hoy más uso, vinieron del street art y de hangear un toque como ‘flaneur’…

Samplear. De eso se trata. Esto es cara a cara, requiere moverse de la pantalla. Ir a la ferretería, a ‘el todo por 1 euro’ o la librería. Prueba y error. Nací en los 70… Si bien toda mi carrera tuve computadora, siempre tendí y sigo trabajando de manera analógica. Me permite una respuesta mediata. En la vida real no existe ‘undo‘. Que lo que use como materia prima de trabajo (xerox, fax, máquinas de fotos analógicas, serigrafía, letterpress) esté de moda, es anecdótico. Forma parte de un loop estético. Indudablemente la barra de un bar o los sillones  de un restaurante requieren otra manera de trabajar. Pero ‘lo manual’ siempre está o lo puedes generar. Ya sea yendo a elegir telas, bocetando un trago con un bartender o fotocopiando las imágenes que van a doodlear en un workshop.

Tuve la suerte de participar en Ink Day, un formato de encuentro a pura tinta, serigafías e imprenta que llevas a distintos países. ¿De qué se trata Ink Day?

Ink Day surgió como una necesidad de buscarle un vuelta a la docencia. Al modo de relacionarse con el diseño sin pensar en notas o partidos conceptuales. Un espacio donde darle lugar al divague proyectual. Al momento produje encuentros en Buenos Aires, Montevideo, Lima, Madrid y Budapest. Son encuentros en torno al diseño tipográfico, donde la tinta (o sistema de impresión) es la estrella. Mientras que la edición BsAs fue materializada con letterpress y sacapruebas, en Lima fue turno de la Xerox y en Budapest (como es de suponer) de las risografias. Actualmente estoy gestionando para abril de 2018 ediciones en Madrid y Moscú (¡booking abierto!). En algunos casos totalmente gratuitos, en otros con sponsor. A veces en Universidades otras en clubes de impresión, INK DAY responde a un claim:

PRINT DOWN BABYLON o de manera más polite… Cuidemos la palabra y pensemos lo que decimos. Ink Day es el ámbito donde ejercitar la forma de la palabra. Sobre papel, camisetas o botellas de Absolut Vodka.

La música se vincula de forma permanente en tu actividad, desde tu set de DJ al skate y la cultura under, ¿en qué influye en tu obra gráfica? 

Yo por default pienso los proyectos como sistemas. Me motiva trabajar con ideas flexibles, líquidas… Mis trabajos son unidades de un mismo cuerpo. No lo decido, es la forma en que trabajo. Cada vez más. Los disparadores son disímiles. En mis proyectos rara vez hay outakes, tiendo a utilizar todo lo que genero. En distintas dosis. Sonidos para crear melodías que tal vez tengan letra y tal vez no. Inclusive mis fotos y los pocos outakes que genero, tranquilamente puedan volver a usarse en otro proyecto. Soy snob. Lo sé. Pero reparto, todo. No tengo recelo con mi información. Disfruto el diseño ‘champagne’. La sofisticación del detalle. El humor rudo pero también el diseño acaramelado por colores pastel. Pero me gusta lo mediato y los tres acordes como el punk. Una fuerte influencia en el modo de administrar diseño que tengo viene del dub. Un género de música jamaiquina en el que las mismas bases sirven para distintas canciones. Riddims. Yo tengo los míos.

Por último, ¿cuáles son tus influencias y nuevos nombres en la actual escena? 

Mis influencias son muchas y variadas. Vienen más del arte que del diseño. Actualmente soy un diseñador que no consume diseño. O por lo menos no del modo tradicional.

Decididamente DADA y los ismos… esas décadas en las que todos hubiésemos deseado estar y difícilmente todos nos la hubiésemos bancado, son un espejo. Como lo son muchos otros. Por suerte me gustan los ingredientes. Los sabores y sus matices. De 10 a 100% depende el caso. No me da miedo mezclar. Al contrario, necesito mezclar. A los 16 vi en vivo la serie negra de Goya, el Jardín de las Delicias y el Guernica. A los 21 en la Fundacion Joan Miró a Gilbert & George. Contructivismo y Suprematismo en vivo salpicado por el pabellón Mies van der Rohe en Barcelona. Nací y vivo en Argentina a 15 horas mínimo en avión a toda esa información. A miles de dólares. En mi vida entró antes el punk que DADA. Aquello fue la muestra gratis del verdadero cargamento que conocí de cerca a los 21 años cuando en el MOMA vía la muestra de fotomontajes de John Heartfield y Dada and Surrealism: Selections from the Collection. Ese año también vi en vivo a Pollock, Rothko y Motherwell. Digo en vivo porque para mí eran shows. Podía quedarme mucho tiempo mirando. Mucho. Hace unos meses volví a la Fundación Miró y también hubo subidón…

Finalmente y a modo de asociación libre, Gordon Matta Clark, Lee Perry, Christian Marclay, los cut out de Brion Gysin y William Burroughs, Raymond Pettibon, pixacao, los beatniks, el situacionismo, John Landis, The Cramps, el hip hop, la gastronomia y un enorme etc.

 

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