María Serrano: «A pesar del jarro de agua fría que ha sido el cierre de 'étapes', hay que seguir apostando por la reflexión y la crítica»

María Serrano ha sido la editora de ‘étapes’ y la responsable de marcar el rumbo durante los cuatro años y 17 números que ha durado esta dura pero enriquecedora singladura que es editar una publicación dedicada al diseño y la cultura visual. Como María dice: «cuatro años intensos de grandes descubrimientos, brillantes colaboradores, mucha diversión y mucho trabajo». Todavía con la emoción por la noticia del ‘adiós’, María ha querido comentar con Gráffica sus sensaciones y la razón de este cierre, su visión sobre el mundo editorial dentro del mundo del diseño y sus expectativas de cara a un futuro.


Este cierre, ¿es un hasta luego o es definitivo?
El cierre es definitivo, sí, no saldrá ningún número más después de este que acabamos de lanzar, el 17. Si me preguntas si, en una coyuntura más favorable, sería posible retomar el proyecto, te diré que sí, pero no parece ser la situación que asoma en el horizonte más inmediato.

La causa imaginamos que será el tema de financiación… (si estamos equivocados corrígenos).
Los motivos, efectivamente, son económicos. Como sabéis, la edición española de étapes se publica desde la Editorial Gustavo Gili, que, en la coyuntura actual, considera económicamente inviable la continuidad del proyecto.

ÉTAPES EN GG

¿Cuántas personas hacíais posible étapes?
La revista ha compartido siempre estructura con la editorial, no cuenta con una redacción ajena a esta. La edición, producción, comunicación y difusión de étapes la hemos llevado adelante las mismas personas que hacemos los libros de la Editorial Gustavo Gili. La editora he sido yo, que cumplo también la función de editora de los libros de diseño de la editorial. El diseñador es Toni Cabrè, diseñador de la editorial; la producción ha estado en manos de Andreas Schweiger, que es el jefe de producción de GG; la gestión de la comunicación y de las redes sociales la han llevado Borja Duñò, anteriormente, y, ahora, Cecilia Bayo, que también se ocupan de la comunicación de GG; las relaciones con la prensa Laia Beltràn, responsable de prensa de la editorial…, etc.

Los autores de los artículos han sido siempre colaboradores externos, expertos en algún tema que nos interesara tratar. Compatibilizar el ritmo de una redacción (que es por definición una locura) con el de una editorial (que es algo más reposado, no mucho, pero algo) ha sido difícil y quizás nos ha restado agilidad como revista y también capacidad de acción e interacción.

¿Qué va a suceder con los suscriptores de la revista?
A los suscriptores se les han ofrecido tres opciones. Pueden derivar su suscripción a la edición internacional de la revista y continuar como hasta ahora pero recibiendo la publicación en inglés, esta es la opción que se les ofrece por defecto. Si no les satisface, podrán recibir el equivalente a los números que les corresponderían hasta el fin de la suscripción, en números antiguos de étapes (menos el nº 1, que está agotado) o también pueden pedir que se les reembolse el dinero de la suscripción.

La pregunta que nos viene a la cabeza es por qué este tipo de publicaciones que, por ejemplo, en Francia sí funcionan, en España no llegan a despegar. ¿Qué sucede en nuestro país?
Las publicaciones sobre diseño, las revistas en este caso, pero los libros también, están atravesando una muy mala época más o menos en todas partes. En Francia, en general, la crisis la han notado con menos fuerza y más tarde. También en Alemania gozan de bastante mejor salud. Pero en el ámbito anglosajón, por ejemplo, parecen estar afrontando los mismos problemas que nosotros.

Quizás tanto Francia como Alemania, por ejemplo, cuentan con más tradición por lo que respecta a la producción de contenidos reflexivos sobre el diseño gráfico y la cultura visual. En España, a pesar de los esfuerzos de un montón de profesionales de la docencia y la edición, el campo más o menos difuso de la ‘crítica del diseño’ no es particularmente lo que está más de moda. Invitar a la gente a que compre una revista sobre ello no es exactamente como invitarla a una rave.

En América Latina algo más, y por ejemplo, la revista ha tenido muy, muy buena respuesta en Argentina y en México, pero comercializar allí un producto europeo tiene sus dificultades particulares también.

Pero, lo dicho, creo que es una situación general. Hay un artículo bastante interesante de Rick Poynor en Design observer sobre el tema que escribió cuando cerró la revista Grafik (o volvió a cerrar, mejor dicho, después de reabrir en 2010) el diciembre pasado. Seguro que os interesa leerlo, ya al margen del étapes-topic.

¿Cómo ves el futuro editorial?
Mi perspectiva sobre el futuro del mundo editorial y en el campo del diseño gráfico en general me daría para una entrevista el doble de larga. Aunque sea hacer un poco de abogado del diablo -y aunque los editores estemos viviendo muchas dificultades- creo que hay algo muy sano en todas las transformaciones que estamos viviendo. Durante los 90, el mundo editorial se estaba comportando en gran medida como una industria fabril con una racionalidad mercantil monstruosa. Creo que esto puede extenderse al mundo de la cultura en general (la música, el cine, las expos…). Durante mucho tiempo se ha tratado de ajustarse al ritmo de la demanda del ‘mercado’ (me refiero al ente ‘mercado’, no a los lectores; al batiburrillo ese de intereses económicos variopintos; de hecho, los lectores se veían también obligados a ajustarse al ritmo marcado por el ‘mercado’), de producir para las mesas de novedades, mucho y rápido. Ahora ese comportamiento ha cambiando por muchas causas. Está la crisis, claro, y están los cambios tecnológicos y los nuevos soportes y los nuevos canales y etc. Hay mucha información disponible y los lectores han (hemos) ganado en decisión y capacidad de elección. Por un lado los editores hemos sobresaturado el mercado y, por otro, mucho de lo que ofrecemos está disponible en formas similares en otros canales.

Yo creo que eso está bien, porque hay cosas que no merece la pena que estén en soporte impreso si se pueden explicar, mostrar y difundir perfectamente por otros medios menos costosos para todos. Y creo que lo que ahora toca en el sector de las publicaciones impresas es elevar los estándares de calidad sin elevar precios, y eso sin duda significa producir menos. Por eso se está produciendo este doble movimiento que hoy vemos: las editoriales grandes se ven con problemas para adaptar sus modelos de negocio a la nueva realidad y a la vez surgen un montón de pequeños proyectos editoriales nuevos (en estos ámbitos, están, por ejemplo Blackie Books y Alpha Decay y Jekyll and Jill en narrativa y ensayo; Siete de un golpe trabajando en edición de arte; Tipo e abriendo con mucho esfuerzo y valentía el ámbito de las publicaciones sobre tipografía; la recién creada Formato Ediciones en Argentina, en el ámbito de la comunicación visual…) que no arrastran tanto peso estructural y que ya funcionan desde esa racionalidad, desde la necesidad de producir cosas con el máximo cuidado y exigencia posible (luego allá cada uno con sus niveles de exigencia).

¿Y a partir de ahí?
Creo que la responsabilidad de cómo de bien parado salga de esta encrucijada el panorama editorial, o cultural en general, no cae solo del lado de los editores o productores, sino que es una cuestión política, lo que sencillamente quiere decir que es cosa de todos. También nos toca a los lectores/público decidir cuánto valor le vamos a dar a la labor de filtro, o garantía de lo que sea (de calidad, de sintonía con nuestros intereses…) que con mayor o menor éxito intentan, intentamos, desarrollar los editores, comisarios, promotores, etc. Y, por supuesto, también toca a los poderes públicos decidir si van a jugar a favor o en contra de la buena salud de la vida cultural del país, facilitando el acceso general a la cultura y favoreciendo las ayudas a la difusión, producción y demás, o metiendo la tijera, legislando restrictivamente y poniendo trabas. Y nos toca a todos apretar para que no les quede más remedio que jugar en nuestro equipo y no en el contrario.

Y más en concreto, dentro de campo del diseño y la cultura visual, ¿hacia adónde habría que mirar?
En el campo de las publicaciones sobre cultura visual, y a pesar del jarro de agua fría que ha sido para todos el cierre de étapes, yo personalmente creo que hay que seguir apostando por la reflexión y la crítica. Y porque los materiales que se producen desde el campo más estricto del diseño encuentren un lugar común con lo que se produce desde los estudios sociológicos e históricos. El de la cultura visual es un ámbito demasiado poderoso, nos va a todos, como ciudadanos, demasiado en ello, como para que el 90% de la población siga viviendo en el analfabetismo visual. Hay que aprender a leer y descifrar todos los niveles de significado que tienen los mensajes visuales. Y los diseñadores tienen que tomar conciencia en cada momento del arma cultural tan poderosa con la que trabajan.

Salir de la versión móvil