Cuarenta años después de su publicación, Manuel se reedita y la volvemos a descubrir como una obra de plena actualidad.
Manuel, de Rodrigo Muñoz Ballester, es un cómic que transciende su momento de una forma que jamás se pudo imaginar cuando se publicó de forma serializada en la revista La Luna de Madrid, allá por los primeros 80.
Fue transgresor en el planteamiento de una relación amorosa homosexual en un momento donde todavía la sociedad no aceptaba más norma que la establecida.
Pionero en la reivindicación de una igualdad ansiada pero lejana pese a la burbuja de aceptación que podía vivirse en la movida cultural madrileña, solo el tiempo ha dado a este cómic su importancia real, casi olvidado hasta que se publicó en álbum en 2005.
Sin embargo, la relevancia de Manuel se encuentra también en su forma: la elección de un cuidado estilo de exquisito realismo contrasta con la utilización de opciones narrativas arriesgadas donde no solo se busca extraer el máximo de la puesta en escena, sino que se innova en los planteamientos de página y estructuras secuenciales aportando miradas a las corrientes artísticas coetáneas, incorporando elementos que se alejaban de una tradición del cómic que en ese momento se veía como caduca para acercarse a las propuestas visuales y gráficas de los artistas que se popularizaron durante esos años y asimilarlas de diferentes maneras, tanto en la inclusión de estilos y tendencias como en su uso directo como referentes que aparecen dentro de la viñeta.
La elección de un cuidado estilo de exquisito realismo contrasta con la utilización de opciones narrativas arriesgadas.
la ciudad como personaje
Pero, posiblemente, una de las innovaciones más sugerentes que se descubren en Manuel es el protagonismo de la ciudad en la historieta. Omnipresente en todas las páginas, Madrid es un personaje más del relato que acompaña cada paso de los protagonistas, un escenario que desde la exquisita exactitud arquitectónica encuentra espacio para la reinterpretación personal, para una transformación de lo urbano en símbolo y metáfora de una forma de vida que terminará por adquirir un inesperado papel: pese a que el relato de Manuel lo lleva su autor, en un momento dado es evidente que la mirada que nos reproduce la viñeta no es la del artista, sino la de la ciudad.
Lo urbano deviene en actor fundamental del relato como testigo mudo pero activo de esta historia de amor, los espacios comienzan a expresar una perspectiva personal que les da voz desde un silencio palpable y corpóreo.
Pero hay más: Manuel es también el relato de la obsesión creativa, del proceso artístico de una escultura que surca paralelo a la creación del álbum generando puentes entre ficción y realidad que se desmenuzan hasta confundirse.
Una obra inabarcable en sus posibilidades que vuelve en una cuidada edición de la editorial Cielo Eléctrico que aporta una nutrida documentación que permite una nueva lectura y una aproximación más global.
La recuperación de material gráfico de la creación de la escultura, de bocetos y entrevistas permite dar un paso atrás para contemplar en toda su inmensidad la complejidad caleidoscópica de Manuel, descubrir las interconexiones de una obra que desborda las páginas del cómic para convertirse en un proyecto transversal de infinitas lecturas que no deja de proyectar nuevas interpretaciones y posibilidades.
Una obra maestra del arte.