Luisa Rivera es una ilustradora y artista chilena que nos ofrece un sinfín de naturaleza en todas sus ilustraciones. A través de ellas nos presentará un mundo lleno de plantas, pájaros y curiosos personajes dispuestos a contarnos alguna historia.
Luisa Rivera es una ilustradora y artista nacida en Chile, pero actualmente vive en Londres. En el año 2011 se licenció en Arte y durante el año siguiente consiguió la beca Fulbright para estudiar un máster en artes especializado en ilustración en el Minneapolis College of Art and Design, por lo que estuvo viviendo en Estados Unidos durante dos años.
Ha trabajado para clientes como The New York Times, Variety, Air Canada, Penguin Random House, Middlebury Magazine, etc.
También ha publicado cinco libros ilustrados: Trenzas, Breviario Mínimo, Subterra, La Pimpinela Escarlata y Cien Años de Soledad. Ha conseguido diferentes premios a lo largo de su vida, como encontrarse en los 10 mejores ilustradores de 2015 en Scene 360, la tercera en el Latin American Ilustracion, etc. Finalmente, no podemos olvidar su gran ilustración para la portada de 100 años de soledad, de Gabriel García Márquez, sobre la que podéis saber más aquí.
Desde pequeña, ha estado rodeada de estímulos artísticos. Sus padres estaban muy conectados con la música y el arte en general. Frecuentemente les enseñaban libros de pintura o les leían noticias sobre artistas y sus proyectos. Su padre hacía muchas fotos analógicas y les permitía mirar por el visor de la cámara, lo cual le producía mucha satisfacción a la ilustradora chilena, según nos cuenta. Además, su madre a menudo le regalaba diferentes materiales para que pudiera experimentar.
«Un día [mi madre] llegó con unas acuarelas y unos papeles. Le pregunté cómo se usaban y me respondió ‘no sé, prueba’. Entre esos estímulos surgió mi interés», nos cuenta Luisa Rivera
La ilustradora afirma que le inspira la naturaleza, la cultura folk, la literatura y el realismo mágico. Este género es muy importante para ella, ya que en él lo sobrenatural se convierte en un hecho cotidiano en el proceso narrativo. Para la artista chilena, sus ilustraciones no son mera decoración, sino que pretende contar una historia a través de cada una de ellas. Afirma que la ilustración es un instrumento muy potente, ya que permite hacer algo tan primitivo y necesario para nosotros como es narrar historias con imágenes, de una forma que trascienda y una idiomas.
Define su estilo como figurativo y narrativo. En sus ilustraciones, combina formas simples y colores planos con otros elementos más detallados con el objetivo de establecer diferentes jerarquías en las composiciones. Para ello, utiliza distintos materiales como la acuarela, gouache, acrílico y lápiz sobre papel.
Su proceso creativo varía en función de si es un trabajo comercial o personal. Si es para un cliente, suele recibir un brief o un artículo para trabajar que estudia y traduce en bocetos. Lo orienta hacia diferentes direcciones para que el director de arte pueda elegir la que prefiera. A partir de ahí, elabora la imagen final, que suele crear con pinturas a base de agua. Si es un trabajo personal, nos cuenta que «el proceso es similar, aunque a veces me salto los bocetos y dejo que ocurran serendipias».
Actualizado 07/11/2017