Revivir unas letras que lucían pintadas sobre un muro desaparecido hace años es uno de los trabajos más estimulantes y bellos que puede llevar a cabo un diseñador tipográfico. Aceite Loxa es un claro ejemplo de ello.
Para nada resulta sencillo tratar de hablar de un trabajo propio de la manera más ecuánime y objetiva posible. Quizá en un caso como este, la objetividad no resulte tan valiosa como la honestidad. A fin de cuentas, se trata de explicar algo que una ha hecho a quien quiera escuchar, pero, sobretodo, explicárselo a sí misma.
Loxa, proyecto de Buenaventura, es una experiencia enriquecedora por la posibilidad de trabajar estrechamente con personas que sienten enorme respeto y amor por el diseño, que son capaces de ver un poco más allá y que no paran hasta dar con la idea justa, precisa, exacta. Esa necesidad de verdad que posee el diseñador que es honesto con su oficio.
Y profunda por la búsqueda de la raíz, por explorar sin descanso y también sin prejuicios en un mundo ancestral, duro y muy bello: la milenaria relación de los seres humanos con el olivo.
El concepto central del proyecto de Buenaventura para la nueva identidad de la cooperativa olivarera Loxa es la demostración del poder del diseño como medio de transformación social al generar un impacto positivo en la comunidad. Y nada mejor que implementar esta idea en una cooperativa de trabajadoras y trabajadores agrícolas, en una verdadera y ancestral red social.
Este será tal vez el principal motivo por el cual muchas personas, independientemente de su relación con el diseño, han manifestado su emoción ante un proyecto de esta naturaleza. Quizá sea porque aquí el diseño, además de otras muchas consideraciones comunicativas o comerciales, se ha constituido en catalizador del sincero orgullo de unas personas por pertenecer a su cooperativa. Sus ojos parecen decir: mirad lo que hemos hecho con nuestras propias manos. Y formar parte de ello es una sensación inolvidable.
trabajo en equipo
Cómo es natural, un proyecto así requiere del concurso de diversos profesionales del sector, desde el diseñador en jefe, el cerebro creador de todo esto, Ramón Soler, a los manos de la nave de Buenaventura, junto con su socio y director de producción, Rafael Mateos, las ilustraciones de Vanesa Zafra, los textos de Vicente Ortiz, la producción audiovisual de Adrián Cecilio + 2041, la fotografía de Cristina Beltrán y la inestimable colaboración investigadora en tendencias del diseño de Marisa Santamaría.
diseño y progreso
El universo del olivo convertido en una marca. Colores —la tierra calma, el olivar, el cielo, el blanco de cal de los cortijos andaluces— que dan forma a un packaging conceptual, vanguardista. Y una versión figurativa de la misma idea —la universalidad de la rama del olivo—a través de las deliciosas ilustraciones de Vanesa Zafra. El diseño tiene el poder de hacer bello lo meramente funcional sin que se pierda su verdadera función.
Todo en Loxa remite al aceite de oliva virgen extra, la esencia del olivar, que sin dejar de ser una joya culinaria se ha convertido en una seña de identidad cultural y social, una forma de vida que une a las personas y su entorno desde hace miles de años.
Sostenibilidad, compromiso, naturaleza, trabajo, comunidad, todo esto está en Loxa. Y todo eso es lo que hemos intentado reflejar en el diseño de su nueva identidad. Una idea que diseñadoras y diseñadores nunca deberíamos perder de vista: el diseño como impulsor del progreso económico y social.
genésis tipográfica
Centrándonos en la parte tipográfica de Loxa, el trabajo parte del hallazgo en los archivos de la cooperativa de una fotografía datada aproximadamente en 1958 en la que aparece la rotulación mural que lucía la tapia de la entrada de su primera sede. A partir de ese descubrimiento había que traer al presente aquellas letras, que se iban a convertir en las protagonistas de la marca.
Para desarrollar el trabajo tipográfico se ha llevado a cabo una profunda y minuciosa investigación con el objetivo de identificar tendencias tipográficas que pudieran haber influido a la hora de pintar aquellas históricas letras que formaron parte del paisaje visual y emocional de los trabajadores y trabajadoras de Loxa durante los primeros años de la empresa.
desde la raíz
La pintura mural decorativa y publicitaria la solían realizar pintores locales, que en algunos casos estaban más o menos al tanto de las tendencias tipográficas de la época. La tipografía art decó supuso en España una enorme novedad, ya que dotaba de un aspecto de modernidad y cierta sofisticación a todas aquellas gráficas y rótulos donde fueron empleadas. Se genera entonces un nuevo estilo tipográfico caracterizado por la limpieza de líneas y alta legibilidad.
Al analizar detenidamente la imagen del rótulo original podemos observar características de este estilo tipográfico, como cierta modularidad, geometría y monolinealidad. Pero no hay que olvidar que se trata de un rótulo manual, realizado por un autor o autores anónimos, y que en su esencia lleva esa impronta de la mano del pintor. Aunque por lo que se puede observar en la fotografía, se aprecia un conjunto construido con limpieza y coherencia formal.
A la hora de desarrollar el alfabeto de Loxa, buscamos por tanto estas características pero respetando algunos ángulos de la rotulación original para mantener su adn.
Esta, grosso modo, ha sido la línea de investigación y desarrollo que hemos trabajado para el proyecto tipográfico de Loxa.
Buscar la síntesis en una línea temporal muy clara que une el pasado con el presente y, por supuesto, con el futuro. Un presente marcado felizmente por la proliferación de tipografías hechas a medida; letras capaces de dar voz genuina y singular a la marca, proyecto o empresa.Una voz propia, enraizada y ancestral, que aspira a diferenciarse en un mundo homogeneizado. Un cliente consciente de la importancia del diseño es el punto de partida ideal para desarrollar los mejores proyectos.