Chema Madoz es un rebelde. Un día decidió abandonar su puesto de trabajo en la oficina de un banco para abrazar su pasión: la fotografía. Por el camino se fue encontrando con numerosos objetos en los que descubrió la cara oculta de la belleza. Cachivaches, cacharros y morralla múltiple que transformó en metáforas visuales. Porque Madoz tiene la capacidad de ver otros mundos posibles en la cotidianeidad que nos rodea, un universo de objetos tan familiares como desconocidos y que a sus ojos nos ofrecen un ‘conflicto’: una jaula que atrapa la volatilidad de una nube, un cepo que muestra un anillo. Disparates visuales que nacen de los mercadillos, de los objetos con los que el artista tropieza casualmente.
Chema Madoz hace que los objetos tengan un halo especial, consigue que respiren una imagen propia. Para el artista madrileño Premio Nacional de Fotografía en el año 2000, el objeto adquiere a través de la fotografía una dimensión distinta de la que tiene físicamente. Un poeta que se vale del lenguaje de las imágenes.
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+info: chemamadoz.com
Actualizado 08/02/2013