La noticia acerca de la investigación que está llevando la Agencia Valenciana Antifraude sobre el fraccionamiento de contratos de los carteles de Fallas 2017 por parte de la concejalía de Cultura Festiva, ha hecho que nos paremos a reflexionar sobre el procedimiento de las llamadas a proyectos. Con el fin de profundizar en el tema, hemos hablado con Luis Demano, quien nos ofrece su opinión y experiencia sobre ellas en general y sobre el caso de los carteles de Fallas de 2017 en particular. El ilustrador, además de haber ganado –junto a Joan Quirós– la llamada a proyecto de Fallas 2017, es miembro de la Asociación Profesional de Ilustradores de Valencia (APIV).
Las llamadas a proyectos
Las llamadas a proyecto es una variante más o menos aceptable de lo que eran anteriormente los concursos especulativos, donde mucha gente presentaba proyectos casi finalizados o finalizados y solo se elegía uno. Este modelo, para nada aceptable, hacía que la gente trabajara gratis y que solo cobrara por su trabajo el ganador.
Formo parte de la Asociación de Ilustradores y siempre hemos reivindicado la supresión de este tipo de concursos, por lo que esta ‘nueva variante’ (en la que se presentan currículums y se escoge a la persona adecuada mediante estos), es muchísimo mejor.
Me parece una buena solución, pero creo que se podría mejorar.
Por ejemplo, se podrían mejorar los precios. También el modelo de selección. Este tipo de concursos le cierran las puertas a mucha gente que intenta empezar. Es una de las trabas que le veo. Nos centramos mucho en el currículum, pero si no se tiene, no se puede acceder a estos encargos. Este quizá es otro punto negativo. También habría que mejorar el hecho de que a los miembros del jurado no se les remunera su servicio de asesor.
¿Por qué lanzar llamadas a proyectos?
Como veníamos de un oscurantismo de la administración anterior en el que no se sabía muy bien a quién se contrataba y en el que además el resultado que se veía en las calles era de bajísima calidad, la llamada a proyecto como proceso abierto y con las asociaciones implicadas, fue el primer paso que se dio para intentar que la contratación fuera más transparente. A mi me pareció una fórmula muy eficaz, precisamente por eso. Y porque también se empezaban unas relaciones de una manera muy cordial con la administración. No creo que sea ideal pero sí un procedimiento mejor del que veníamos.
Quién pone el precio
Hay que tener en cuenta que cualquier profesional antes de aceptar un presupuesto, lo negocia. Pero normalmente suele ser el cliente el primero que propone una cifra. Según mi experiencia, la gente que no pone una cifra encima de la mesa siempre está intentando ahorrarse dinero.
Jurado
Desde mi experiencia como jurado (hasta en tres ocasiones), el criterio de selección no es baremable; es totalmente subjetivo. Subjetivo dentro de lo que uno considera calidad en el trabajo que se ha presentado. Tiene un fuerte carácter subjetivo todo el proceso de selección.
Asociaciones profesionales
El papel de las asociaciones profesionales es muy positivo dentro del proceso de las llamadas a proyectos. Anteriormente, la relación con el Ayuntamiento era casi nula salvo por la recepción de las subvenciones que se daban, que cada vez eran menores. A partir de la entrada del nuevo gobierno, las relaciones fueron más fluidas; empezaron a personarse, a tener reuniones constantes,… Ha habido algunos malentendidos, pero siempre se han solucionado.
La participación de la Asociación no tiene porqué ser imprescindible
Pero, sí se tiene en cuenta que estamos en un proceso de transición del modelo de concurso –que tal vez ya esté durando demasiado–, las asociaciones han tenido que hacer de Pepito Grillo; fiscalizar todo lo que estaba sucediendo.
Sobre todo, porque habían sido las protagonistas de la demanda en ese sentido. De ahí a que todavía se establece que tengan que estar las asociaciones presentes, aunque no me parecería mal que los jurados estuvieran compuestos por profesionales de cada sector. Aunque en realidad, también se hace así. Yo puedo presentarme como representante de la Asociación pero al fin y al cabo yo soy Luis Demano, no soy API. Valoro las propuestas según mi experiencia y si tienen suficiente calidad, se deben valorar.
El hecho de que las asociaciones estén presentes, creo que le da al proceso de la llamada a proyecto un carácter de profesionalidad. Pero tampoco creo que sea imprescindible.
El proceso interno de la Asociación de Ilustradores de Valencia a la hora de seleccionar a un representante que forme parte del jurado de la llamada a proyecto, es el siguiente: se manda un mail preguntando a quién de la Junta de la Asociación le vendría bien ir tal día a tal hora a la reunión en la que el jurado valora y decide. No es que la Asociación elija a una persona en concreto. Hay que tener en cuenta que hay un par de llamadas al mes más o menos. Por eso, la asociación pregunta a quién le viene mejor acudir como jurado según su agenda.
Asesoramiento gratuito
Lo que es gratis y lo que no, es un tanto relativo, como en casi todos los encargos. Incluso profesionales ya consolidados te justificarían haber hecho un trabajo de forma desinteresada, gratis o por un precio que no se considera lo suficientemente profesional, diciendo que todo tiene su estrategia. Cada uno juega sus cartas; un trabajo gratis puede suponer una mejora en condiciones en el futuro por ejemplo.
Al final, los profesionales no trabajan estrictamente gratis; tienen una estrategia que puede salir bien o puede salir mal, pero esa decisión forma parte de ella.
Es por ello por lo que, a pesar de que el hecho de que las Asociaciones asesoren gratis me parezca mal, creo que se entra en una dinámica en la que tú –como miembro del jurado– tienes que establecer una relación de confianza –en este caso con el gobierno– para determinados casos; para cuando llames a su puerta para pedir proyectos, subvenciones, ayudas, etc. sea más fácil conseguirlo. Considero que hay una reciprocidad ahí. Que legalmente y puesto en negro sobre blanco debería cobrarse esa asesoría, claro que sí. Que externamente se cobre ese servicio por otro lado, también.
Alternativa a la llamada a proyecto
Hay que tener en cuenta que no todo se encarga mediante la llamada a proyecto. Tanto en Valencia como en otras administraciones, también contratan directamente al profesional que les interesa. Eso se da en muchísimos casos. No sé cuál sería la fórmula ideal. Ya se están eligiendo profesionales según necesidades concretas. Ahora bien, ahí debería verse si siempre se contrata a la misma persona. Si es así, ahí es cuando se debería tener un poco de deferencia con el sector e intentar que se distribuya el trabajo –que creo que ya se está haciendo en Valencia, salvo en algunos casos muy concretos–; que se ayude a los nuevos profesionales dándoles oportunidades, etc. Pero, no me atrevería a decir qué fórmula sería la ideal.
Una figura que me parece muy importante es la del asesor. A pesar de que dentro de la administración sí que hay gente con cultura visual, sería muy interesante que hubiera una persona o un equipo de asesoramiento.
Incluso un equipo de expertos externo a la administración o profesionales de fuera de Valencia, que integrara profesionales de incluso diferentes disciplinas, que pueda asesorar a la administración en cuanto a la valoración de los profesionales para realizar los proyectos. Se podría hacer una lista, a nivel interno, con el objetivo de conseguir una bolsa de trabajo en la que haya un amplio abanico variado de profesionales que se les dé la oportunidad de participar y trabajar. De este modo, se evitan los protagonismos y que todo el sector se beneficie. También es cierto que conseguir esto es un poco complejo porque entran en juego muchos factores como que cada estudio tiene unas necesidades… Y por eso no me atrevo a sentenciar cuál sería la mejor fórmula para la contratación de profesionales desde la administración pública.
La única dificultad que hubo a lo largo del proceso de esta llamada a proyecto, fue el presupuesto inicial. Nos reunimos (Demano y Quirós) con Ibán Ramón –porque él fue el diseñador que llevó a cabo los carteles de Fallas del año anterior– para que nos comentara cómo fue su experiencia con todo el proyecto. A partir de lo que estuvimos hablando con él, sacamos algunas conclusiones. La más importante fue la de desarrollar, al margen del contrato de la llamada a proyecto –que se limitaba a una serie muy concreta de adaptaciones–, otro contrato paralelo. Lo que hicimos fue pedir al Ayuntamiento hacer un contrato a parte con el resto de las adaptaciones que fueran surgiendo y este aceptó sin problemas.
Redactamos este nuevo contrato en el que salió reflejado que las adaptaciones que no estaban en el otro contrato se cobraran a parte. Además, se incluían una serie de apartados relacionados con los derechos de autor que no salían en el primero.
Otra de las conclusiones que saqué –esta vez tras toda mi experiencia en esta llamada a proyecto– fue que el cliente (el Ayuntamiento) no sabía concretamente cuáles iban a ser las necesidades que iban a tener a lo largo del proyecto.
Nosotros estuvimos trabajando en esto durante casi 5 meses. Incluso, después de que terminasen las Fallas, continuamos haciendo algunas adaptaciones de los carteles.
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