La Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alicante suspende las clases presenciales por una plaga de pulgas

La Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alicante (EASDA), referente en la formación artística de la Comunidad Valenciana, vive estos días una situación insólita que ha puesto en evidencia años de deterioro y desatención. Lo que comenzó como una plaga de pulgas que obligó a suspender las clases presenciales ha destapado un problema mucho más profundo: el abandono progresivo de un edificio que acumula deficiencias estructurales, mobiliario obsoleto y denuncias reiteradas por parte de su comunidad educativa. La semana pasada, la Conselleria de Educación ordenó el cierre temporal del centro y su fumigación inmediata tras detectarse una infestación de pulgas que afectó tanto a estudiantes como a profesores. La Cadena SER adelantó que la empresa encargada del tratamiento recomendó una doble fumigación, seguida de una limpieza integral del edificio, mientras el alumnado pasaba a clases online para evitar riesgos sanitarios. En principio, la medida era preventiva y temporal, pero el episodio ha evidenciado las carencias de un edificio que, según denuncian docentes y alumnos, lleva años pidiendo reformas urgentes. “El problema no son solo las pulgas”, explican varios profesores a los medios locales, “es un síntoma más del deterioro general del centro”. El deterioro del edificio El Diario Información publicó este lunes un reportaje titulado “El declive de la Escuela de Arte de Alicante: de las pulgas a las quejas por el deterioro del edificio”, donde se recogen los testimonios de docentes y alumnos que denuncian falta de mantenimiento, goteras, grietas, mobiliario dañado y una ventilación insuficiente en talleres y aulas. El texto señala que la situación actual es consecuencia de años de desinversión y desatención institucional, pese a las reiteradas quejas remitidas a la Conselleria de Educación. La comunidad educativa sostiene que los problemas estructurales se arrastran desde hace más de una década y que no se ha ejecutado ningún plan integral de rehabilitación. Desde Alicante Plaza confirman que la dirección del centro se ha visto obligada a reorganizar toda la actividad académica de manera telemática hasta que finalice la desinfección y limpieza de las instalaciones. Mientras tanto, el edificio permanece cerrado y a la espera de una evaluación técnica definitiva. Más allá de un incidente sanitario El caso de la EASDA ha generado un debate que trasciende lo puntual. La plaga de pulgas ha actuado como detonante de un problema estructural que afecta a numerosos centros educativos valencianos, especialmente a aquellos dedicados a la enseñanza artística. El modelo de mantenimiento, basado en intervenciones reactivas y no preventivas, deja a estas instituciones en una situación de vulnerabilidad que compromete tanto la seguridad como la calidad de la enseñanza. La paradoja resulta evidente: mientras la administración pública promueve la creatividad, la innovación y el diseño como motores culturales y económicos, los espacios donde se forman los futuros profesionales de ese sector se deterioran a un ritmo alarmante. Los sindicatos educativos reclaman una actuación urgente que vaya más allá de la fumigación y que incluya un plan de reforma estructural del centro. Un reflejo de prioridades La Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alicante no es solo un espacio docente; es un símbolo del talento y la formación artística pública en la Comunidad Valenciana. Cada año forma a centenares de diseñadores, ilustradores, fotógrafos y creativos que alimentan la industria cultural del país. Sin embargo, su situación actual —un edificio cerrado por una plaga, clases suspendidas y talleres vacíos— se ha convertido en un reflejo incómodo de las prioridades institucionales. En lugar de ser un ejemplo de inversión y cuidado del patrimonio educativo, la EASDA se ha transformado en una metáfora del abandono. Cuando las pulgas se van, los problemas permanecen: techos que se agrietan, talleres sin ventilación, aulas donde la creatividad convive con el desgaste. Y mientras tanto, los alumnos siguen conectándose desde casa, aprendiendo diseño en remoto, como si el deterioro físico del edificio no fuese también una forma de erosión simbólica.

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