Durante los últimos meses ambas marcas han protagonizado un duro enfrentamiento en los juzgados. El motivo de ello: sus respectivos dibujos
Kukuxumusu y Katuki Saguyaki han ocupado parte del espacio público en los últimos meses y no precisamente por su actividad artística, si no, más bien, por cuestiones legales. ¿Te imaginas, por ejemplo, que Matt Groening, el famoso autor de Los Simpson, no pudiera reproducir más sus personajes por hacer cedido ciertas escenas de ellos? Frente a este pregunta nos encontramos de lleno con el delicado tema de los derechos de autor: ¿Un artista tiene derecho a continuar realizando sus personajes para siempre? ¿La empresa donde trabaja se puede quedar con esos dibujos si han sido cedidos? Desde luego, son cuestiones serias, y no es de extrañar que su trascendencia haya puesto frente a frente a Kukuxumusu y a Katuki Saguyaki en los juzgados.
Para comprender mejor lo que ha pasado entre ambas marcas, es necesario retroceder hasta junio de 2016, momento en el que Kukuxumusu interpone una demanda de infracción de derechos de propiedad intelectual contra Katuki Saguyaki, la empresa creada por Mikel Urmeneta tras su abrupta salida de la marca que fundó hace ya más de 20 años. La demanda es clara: en ella, se alega que Katuki Saguyaki ha reproducido dibujos del «universo Kukuxumusu», y se solicita, asimismo, el cese inmediato de su actividad.
A partir de ahí, los reproches y desavenencias se suceden en el tiempo hasta el día de hoy, y ponen en jaque la autoría de los dibujos o los personajes presentes en ellos. Pero, ¿qué es lo que ha sucedido realmente entre ambas empresas, y por qué? ¿Estamos ante un caso de protección de propiedad intelectual, o ante un asalto a la creatividad y estilo de un artista? Vayamos por partes.
Del «beso de pulga» a la «comida de gatos, manjar de ratones»
Corría el año 1989 cuando tres amigos de Pamplona –el dibujante Mikel Urmeneta, el diseñador Koldo Ayestarán, y el entonces trabajador de banca Gonzalo Domínguez de Bidaurreta- decidieron montar un negocio. La idea procedió, directamente, del país que acababan de visitar, Australia. Les sorprendió que, en el país por antonomasia de Oceanía, se plasmara con tanta contundencia elementos autóctonos de su cultura, como canguros y koalas, y se plantearon si, en su Navarra natal, se podría hacer lo mismo con los toros y su principal celebración, San Fermín. Acababa de nacer Kukuxumusu, literalmente, «beso de pulga» en euskera.
Ese mismo año, los tres salieron a las calles de Pamplona y se dedicaron a vender sus primeras camisetas a grito pelado. El diseño incluía unas manchas de sangre sobre una camiseta blanca que evocaban una cornada. Cinco años más tarde, Kukuxumusu abría su primera tienda fuera de Navarra, en San Sebastián y, en el 2000, ya contaba con más de un centenar de empleados en su plantilla. Era la época de esplendor de una de las marcas más populares y queridas de España.
Con la crisis económica de 2008, llegaron los problemas a Kukuxumusu como a otros muchas empresas y sectores. Un descenso de venta ocasionó, consecuentemente, una reducción del 60 % de la plantilla. En 2012, la firma ya presentaba unas pérdidas de 1,18 millones de euros, y se enfrentaba a una delicada situación que, dos años más tarde, situaría a la empresa al borde del precipicio. En 2014, dos de los socios fundadores de Kukuxumusu, Koldo Ayestarán y Gonzalo Domínguez de Bidaurreta, deciden entonces vender su participación en busca de financiación. La empresa queda, en ese momento, en manos de Mikel Urmeneta, la cara más conocida de la marca para la opinión pública.
Es en este contexto cuando entra en escena Ricardo Bermejo. Propietario de una agencia de comunicación relacionada con la desaparecida Caja Navarra (absorbida, a su vez, en 2012 por Caixabank), llega a la empresa para adquirir el 66 % del accionariado y, según un comunicado de la compañía, «invitado por el propio Mikel Urmeneta», algo que desmiente el dibujante.
«No es cierto» señala Mikel Urmeneta en declaraciones a Gràffica. «Nos cruzamos una mañana y mostramos interés mutuo. El venía de un boom publicitario con un importante cliente, Caja Navarra, que se había deshinchado, y se había quedado con una empresa de 9 trabajadores. Nosotros habíamos sufrido los efectos de la crisis, teníamos más de 30 trabajadores que quería mantener a toda costa en plantilla, y la necesidad de músculo financiero y experiencia añadida de gestión. Supongo que él vio negocio y muchos meses más tarde mis socios, él y yo llegamos a un acuerdo», cuenta.
«Todavía a día de hoy me pregunto qué llevó a una persona como Bermejo, tan alejado de la filosofía de la fábrica de ideas y dibujos, a comprar ese 66 %. Y, sinceramente, sigo sin tener respuesta» cuenta en una carta recientemente publicada Txema Sanz, uno de los ex dibujantes de Kukuxumusu y actualmente primer lápiz de Katuki Saguyaki.
A partir de la incorporación de Ricardo Bermejo comienzan las desavenencias entre las dos partes y, consecuentemente, sus diferentes perspectivas al respecto. Por parte de Kukuxumusu se alega que la gestión de Mikel Urmeneta era «lamentable»; por parte de Txema Sanz, que «hubo numerosos desencuentros».
«Yo soy un ignorante del diseño de publicaciones y él [Ricardo Bermejo] lo es gestionando dibujos y tratando a los dibujantes», señala Urmeneta.
«Había diferencias a nivel creativo», apunta Urmeneta. «Yo soy un ignorante del diseño de publicaciones y él [Ricardo Bermejo] lo es gestionando dibujos y tratando a los dibujantes. Dado que Kukuxumusu siempre se definió como ‘La Fábrica de Dibujos’, las diferencias con quienes aportaban la materia prima a la marca y el maltrato a sus creaciones fue continuo. La carta que ha publicado en los medios Txema Sanz, primer lápiz de la marca, es un claro ejemplo de estas diferencias», apostilla.
Todo se precipita en noviembre de 2015. Desde Kukuxumusu sostienen en un comunicado público que la causa principal de ello fueron los honorarios de Mikel Urmeneta: «Se presentó un día en las oficinas, en actitud amenazante y violenta contra su socio, el gerente y el resto de trabajadores de la empresa y, en presencia de la mayoría de ellos, amenazó a su socio, insultó al gerente y llegó a lanzar un ordenador contra el suelo […] Exigía el pago inmediato de sus honorarios mensuales, retrasados dos meses debido a una falta de liquidez puntual de la empresa, la cual antepuso, en todo momento, al ingreso de las nóminas de sus trabajadores».
El creador de Katuki Saguyaki, sin embargo, señala: «Lo que sucedió fue que teníamos muchas cosas que discutir y había muchos incumplimientos por parte de Ricardo Bermejo. También incumplimientos económicos. Al intentar llevarme unos dibujos que no pertenecían a la marca, Ricardo intentó arrebatármelos y su ordenador se fue al suelo. No hubo ni insultos, ni amenazas, ni desperfectos, solo una imagen cómica de dos adultos portándose como críos».
Una vez Mikel Urmeneta sale de la marca, algunos trabajadores se dividen. «En Katuki Saguyaki estamos los cinco dibujantes que realizamos más del 97 % de los dibujos de toda la historia de la vieja Kukuxumusu», señala. Desde la marca del «beso de pulga», sin embargo, se sostiene que «aquí también hay dibujantes que se han quedado a los que se respeta muchísimo. La marca Kukuxumusu la hemos construido mucha gente. No es trabajo de una persona, ni de dos o de tres. Hay dibujantes que llevan muchos años aquí, y siguen aportando y apostando por Kukuxumusu».
Unos meses más tarde del despido de Mikel Urmeneta de Kukuxumusu, marca de la que, por otra parte, sigue manteniendo actualmente el 33 % de las acciones, nace Katuki Saguyaki («comida de gatos, manjar de ratones», una combinación resultante del euskera con el japonés). Enero de 2016 es la fecha escogida para ello.
La demanda de Kukuxumusu
Antes de verano, Kukuxumusu presenta una demanda contra Katuki Saguyaki. El motivo: se han «apropiado» del Universo Kukuxumusu y, por ello, solicitan el cese inmediato de los dibujos de Katuki Saguyaki. El 28 de junio el Juzgado de lo Mercantil Nº1 de Pamplona lo ratifica, y se retienen, de manera cautelar, camisetas y productos de Katuki Saguyaki.
«Ellos dicen que no pueden dibujar, pero no se les prohíbe eso. El estilo no se pone en duda ni se cuestiona», se alega desde Kukuxumusu.
«Lo que no puede hacer [Katuki Saguyaki] es utilizar dibujos nuestros, además firmados y vendidos con contratos que hizo Mikel en su día. Ellos dicen que no pueden dibujar, pero no se les prohíbe eso. El estilo no se pone en duda ni se cuestiona. Si quieren dibujar un oso con estilo Kukuxumusu perfecto, pero lo que no pueden hacer es reproducir un toro de cuernos amarillos super reconocible y dibujado de 400 maneras», alegan en Kukuxumusu.
«Dicen lo contrario a lo que decían, o en la respuesta hay trampa. Como siempre», reflexiona Mikel Urmeneta en base a la anterior declaración. «Una cosa son dibujos concretos para un fin concreto, que es lo que posee la vieja Kukuxumusu y estamos de acuerdo en que Kukuxumusu tiene el derecho de utilizarlos, y otra los personajes que figuran en ese dibujo concreto, que por lógica absoluta deberían pertenecer al autor. Para empezar, ningún contrato entre los dibujantes y Kukuxumusu habla de cesión de personajes», sentencia.
«Pero, además, Kukuxumusu hace una extensión absurda de ese derecho para dibujar (es un decir) lo que le viene en gana a partir de esos dibujos concretos, y a la vez impedir a los dibujantes utilizar sus propios personajes. En la práctica, lo que Ricardo Bermejo está haciendo, y las medidas de ejecución del famoso auto surrealista así lo demuestran, es impedir a los dibujantes utilizar su propio estilo. Ahí está la trampa y eso demuestra que hacen lo contrario de lo que pregonan. Sin embargo, ningún dibujo cedido a la vieja Kukuxumusu puede ser deformado sin permiso expreso del autor; al contrario, el autor es libre de reproducir sus personajes en las situaciones que quiera y comercializarlos a quien quiera», defiende Mikel Urmeneta.
Por lo tanto, hay dos partes claras en esta disyuntiva. Por una parte, Kukuxumusu justifica que los dibujos concretos cedidos a su marca no pueden ser utilizados por nadie más. Sin embargo, Mikel Urmeneta va un paso más allá y no habla exclusivamente de dibujos concretos; en su lugar, pone el foco en los personajes retratados en esas situaciones específicas que, bajo su criterio, pertenecerán siempre a su autor original.
«Un escritor puede seguir escribiendo con su estilo en otra editorial, pero no puede escribir el mismo libro» puntualizan desde Kukuxumusu. Frente a ello, el creador de Katuki Saguyaki incide: «Si Forges sale de El País, ¿podrá dibujar su Mariano, sus personajes y su estilo en otro medio de comunicación, no? Y El País no podrá coger su Mariano y su estilo, e inventarse chistes nuevos. Así de fácil. Forges no ha vendido sus personajes y yo, y mi equipo de dibujantes, tampoco».
En la misma línea se expresa Txema Sanz, primer lápiz de Katuki Saguyaki, al respecto del estilo, declaración en la cual se percibe claramente una posición muy concreta por parte de Kukuxumusu: «En el juicio el abogado de la parte contraria dijo que somos artistas de acreditada trayectoria, y que podemos perfectamente crear otro estilo». «Se equivocan si piensan que no vamos a luchar para poder seguir dibujando como lo hemos hecho hasta ahora, porque su pretendido universo Kukuxumusu es una pequeña porción de un cosmos inabarcable de estilos muy diferentes creados por Mikel y el resto de los dibujantes y del que la empresa solamente puede explotar los dibujos concretos cedidos y cobrados por los autores», añade.
Ambas partes miran ya hacia el futuro para resolver cuanto antes esta situación. «El futuro de Katuki Saguyaki es casar la imaginación y la creatividad con la tecnología, la ciencia y la ecología, y que el proyecto viaje por el mundo. Aunque sí, ya hemos presentado una apelación al auto. Un auto que, sorprendentemente, deja nuestro margen de creación al arbitrio exclusivo de los caprichos de Ricardo Bermejo. Increíblemente surrealista. En cualquier caso, no hay que olvidar que el auto es provisional y no juzga sobre la extensión de los derechos de unos y otros. Esta cuestión está también pendiente ante los tribunales» indica Mikel Urmeneta.
Por su parte, desde Kukuxumusu se sostiene que: «Nosotros trabajamos como siempre, con normalidad; creando nuevas colecciones y diseñando nuevos modelos y productos. Queremos que todos los dibujantes que están aquí puedan seguir y con el estilo que quieran, porque son muy buenos. Tenemos que defender a las 25 personas que trabajamos aquí y vivimos de esto. También tenemos nuestros derechos, y nuestra necesidad de trabajar aquí y desarrollar nuestra función profesional».
En toda historia siempre hay dos perspectivas. Sin embargo, cuando hablamos de creatividad y derechos de autor parece que la línea es difusa e inestable. Por el momento, queda esperar la decisión definitiva de manos de la justicia.
Actualizado 12/05/2021