Josema Urós ha sido un pionero desde que los Macs podían diseñar tipos. Creó en 1990 junto a otros amigos Typo-ø-Tones, una ‘fundición’ digital con tipos divertidos y desenfadados. Durante todos estos años de bagaje ha podido ver la evolución de la tipografía y comprobar el esfuerzo que supone crear tipos. Sus respuestas son claras y directas, como las de alguien que sabe lo que cuesta hacer las cosas, pero sin romanticismos.
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¿Cuánto tiempo sueles tardar en realizar una tipografía?
Para empezar, quiero hacer una aclaración que considero fundamental. Existen proyectos por encargo y proyectos propios. Los encargos, ya sean de bricolaje, adaptación o creación, incorporan inevitablemente una fecha de entrega, un deadline y, además, están –o lo deberían– perfectamente acotados con el cliente. Por lo tanto, su ejecución, con estos condicionantes, puede ser relativamente rápida y requiere una eficiencia que permita entregar a tiempo y con garantías.
Los proyectos personales, tras observar el funcionamiento de mis colegas y el mío propio, creo que pueden resumirse en dos líneas: los de ejecución directa y los de experimentación. Los primeros parten de ideas y bocetos detallados; los segundos, de esculpir formas a partir de ideas vagas, alambres o conceptos a desarrollar.
Evidentemente, los proyectos bien planificados y documentados se ejecutan de manera lineal. Los de experimentación (con el concepto, con el software, el estilo…) pueden tener un largo recorrido en su desarrollo.
Contestando a tu pregunta y basándome en una tipografía de encargo, de texto, con 8 estilos, yo no me comprometería en menos de 7 meses. Y hablo de meses de trabajo intenso en el proyecto, manteniendo feedback con la persona que hace el encargo quien, además debe tener un criterio sólido. Esta cifra que me he atrevido a dar, no obstante es un puro indicador que variará según formato, estilo, autor y otros muchos condicionantes.
JOSEMA URÓS
Es diseñador gráfico y tipógrafo. Implicado con la tipografía digital desde el principio. Fue uno de los fundadores de Type-ø-Tones en 1990 junto Joan Barjau, Enric Jardí, Laura Meseguer. Fue responsable de tecnología y tipografía en Estudio Mariscal durante 20 años. Actualmente trabaja en su propio estudio Neue BCN. Es autor de tipos EbuScript, Matricia, Vulcano, Memimas, Ginebra, Joost, Optica, Reload, Solida and Arboria.–
¿Este tiempo incluye desde que te ronda por la cabeza hasta el día que está en una web y se puede descargar (pagando o no)?
Bien, decir que cada letra es diferente y que, en consecuencia lleva procesos distintos que inciden en el timing es una afirmación evidente, pero tal vez no aporta mucho al mundo de los números y las estadísticas. Así que, contestaré con un ejemplo concreto, reciente y que he podido medir.
Mi tipografía Arboria, publicada este febrero pasado, nació como un encargo en 1998-99. Una vez entregada, decidí publicarla en Type-Ø-Tones… pero con algunos ‘pequeños cambios’, algunas mejoras e implementaciones y detalles ‘de autor’. Este proceso de mutación se ha ido dilatando durante años, incorporando concepto (estudios sobre geometría), tecnología (interpolaciones, OpenType features), set de caracteres (Central European, sets de números, versalitas, alternates…) hasta dejarla en un punto ideal de maduración en que te convences que debe ver la luz pública.
El recuento de todos los trabajos parciales realizados en toda una década podrían resumirse en un año completo trabajando en Arboria, a tiempo completo. Se trata, por descontado, de un trabajo en el que he ido alterando al concepto y esto me ha llevado a cambios estructurales, un proceso que no aconsejo nunca, excepto si se trata de una ‘experimentación consciente’.
¿Dedicas más tiempo a pensar e investigar sobre una forma, función o historia que a dibujar?
No, definitiva y afortunadamente, la máxima inversión de tiempo, en mi caso, es para dibujar, aunque, en los proyectos que se alargan en el tiempo, la reflexión y la investigación juegan un papel importante, pero difícil de contabilizar.
¿Cuáles son los pasos que sigues y cuánto tiempo le dedicas a cada uno?
La guía para el desarrollo de una tipografía comporta un flujo de trabajo que podríamos resumir en 4 fases: Concepto, Dibujo, Metrics/programación y Test. El concepto y su formalización en outlines se llevan la parte del león y, a continuación, el ajuste de espaciados, el código adicional y el chequeo funcional. Por este orden.
¿Cuánto software debes conocer -comprar- para desarrollar un proyecto de forma rigurosa?
Es necesario hacerse con un grupo de herramientas que nos faciliten la producción. Cada diseñador y cada tipografía tienen sus exigencias. Inevitablemente, el punto de partida es un editor competente que pueda manejar el máximo de funciones esenciales. El conocimiento amplio de este software es el que marcará nuestro ritmo de trabajo y proporcionará eficiencia en tareas repetitivas, de precisión y de manejo de bases de datos.
Tener un pequeño arsenal de recursos es también aconsejable, y sus prestaciones requieren prácticamente el mismo adiestramiento que el del editor principal. Es conveniente tener a mano otro editor adicional y es interesante, para trabajos especiales, disponer de herramientas para la interpolación, control de metrics…
Existen también, para su descarga gratuita o como shareware, multitud de macros o plug-ins para los editores principales que contienen funciones que amplían los límites del software base.
A nivel de conocimientos técnicos, teóricos, históricos… ¿Cuál es la exigencia necesaria?
La respuesta rápida sería ‘máxima exigencia’, pero me gustaría sencillamente, especular sobre el tema. Veamos, existen autores cuya preocupación fundamental reside en la forma -léase dibujo- y que dejan las cuestiones técnicas en manos de especialistas en producción digital. En este caso, entiendo que la técnica de dibujo y la comprensión y estudio de las formas históricas será el ‘forte’ de los conocimientos e interés del autor.
En el caso de los autores todo-en-uno, que se ocupan de todo el proceso, desde el inicio a la producción final, recomiendo el trabajo mediante compartimentos estancos pero interconectados. Como les comento a mis alumnos al inicio de los proyectos de creación de alfabetos, lo más interesante, a mi modo de ver, es que estos conocimientos necesarios en diversas áreas toman cuerpo uno a uno en los diferentes estados del proceso: filosofía, poesía e historia en el estado de conceptualización; arte, historia y dibujo en el de formalización; ingeniería y código informático en metrics y programación; diseño gráfico e interfaz en el proceso de test.
TrueType, OpenType, PostScript, Wof… Estamos hablado de ingeniería, de programación, de informática, tecnología… o de tipografía? Se puede obviar todo lo tecnológico alrededor de la tipografía?
Bueno, estamos hablando de tipografía digital. Si hablásemos de tipografía de plomo, hablaríamos de metalurgia y artesanía. Las letras que producimos se visualizarán mediante dispositivos digitales (impresoras, pantallas…) y con el mejor conocimiento del funcionamiento de estos dispositivos obtenemos los diseños más eficientes en nuestros alfabetos.
El autor-sólo-dibujante del que hablaba antes, deberá tener en cuenta los límites que harán factible o eficiente su diseño, poco más. Podrá mantener su independencia respecto a las implicaciones tecnológicas, pero inevitablemente deberá hacer algún tipo de inmersión en el medio.
Otros autores aceptan hasta tal punto el compromiso digital que, además de diseñadores tipográficos se convierten en programadores expertos y diseñan sus propias herramientas de producción, dado que la mayoría de los editores actuales permiten la escritura de programas adicionales. Una opción inteligente, sin duda, que requiere adquirir unos conocimientos que, aparentemente, pero sólo aparentemente, quedan fuera del ámbito.
Si tuvieras que valorar todo lo que es necesario para realizar una buena tipo [ordenadores, software, horas de trabajo, lápices, papel, impresora, libros, gestiones, promo…], ¿de cuánto estaríamos hablando?
Me pongo mi mono de asesor informático, tomo las riendas del navegador y preparo una pequeña lista, a modo de ‘carta a los reyes’, que cualquiera puede elaborar, por otra parte. Entiendo que lo importante es la relación de ítems necesarios. Los precios…
1 ordenador con un buen monitor (¿alrededor de 1.500 €?)
1 editor profesional (FontLab, 649 $; Glyphs, 239 €; RoboFont, 400 €)
1 impresora láser (desde 100 €, más o menos)
Esta es la inversión inicial suficiente, en hardware y software, pero habría que hacerse, aún en este apartado, algunas preguntas más, como:
– ¿Necesito un ordenador con diferente sistema operativo para efectuar chequeos multiplataforma o tal vez software de emulación adicional para mi ordenador que me permita reproducir otros entornos operativos?
– ¿Dispongo de softwaare de edición, Adobe CS es el primero que me viene a la mente, que me permita probar mis tipografías?
Los otros elementos necesarios como las horas de trabajo, materiales de dibujo, libros, gestiones… ya dependen del grado de dedicación o interés de cada cual y la evaluación es muy variable.
¿Cuál es una buena media de venta –descarga– para una tipografía?
Imposible responder a esta pregunta con cifras concretas. Cada fuente vive su vida comercial en función de su exposición –popularidad–, su distribución, su estilo, su usabilidad…
Los estándares de una fundición pequeña deben estar –sólo lo supongo– a años luz de los de organizaciones como Monotype o Adobe. Puede darse el caso que una letra se convierta en best-seller, incluso en una fundidora monopersonal, consiguiendo medias de ventas muy superiores a clásicos establecidos.
De lo comentado anteriormente, se me ocurren preguntas que pueden explicar las expectativas de ventas, como ¿tengo mi fuente instalada en otros resellers –con fuerte tráfico de visitas– o es exclusiva de mi site? ¿Hablamos de tipografías concebidas como ‘útiles’ para diversas aplicaciones o se trata de fuentes específicas y/o excéntricas para tareas marginales?
¿Crees que está bien remunerado el trabajo de tipógrafo?
Tanto si se trata de tipografías completas como de trabajos de ‘bricolaje’ o adaptaciones de algún tipo, como en cualquier otro trabajo, hemos de presupuestar coherentemente el montante de la tarea. Un presupuesto que evalúe correctamente la relación trabajo/coste proporcionará una remuneración adecuada. Parece un perogrullo, pero es así.
De todas maneras, voy a ir un poco más allá. Si consideramos las oportunidades de trabajo y su valoración, por ejemplo a nivel europeo, donde la especialización y calidad de un trabajo de esta índole están altamente considerados, tengo que decir que no.
Mi manera de evaluar los trabajos es en base a horas invertidas en la realización del mismo. Es impensable incluir el –lógico, por otra parte- porcentaje de know-how en el presupuesto o factura. Haría inviable la mayoría de encargos.
Cuando tienes un encargo para realizar una tipografía a medida, ¿qué sueles tener en cuenta para valorar su coste?
Intento tener en cuenta todos los factores implicados directamente en el trabajo: pre-estudios, dificultad formal, set de caracteres requerido, horas de desarrollo, medio final preferido (web, print…), formatos… incluso calibro la eficiencia de la relación con el cliente. Cualquiera de estos factores debe ser analizado a la hora de la valoración, así como descubrir los puntos críticos -con antelación a la puesta en marcha- que pueden incidir en los costes o dilatar la producción.
Tenemos claro que trabajar por encargo diseñando tipografías corporativas o proyectos similares puede llegar a ser interesante a nivel económico, pero en general, ¿se puede vivir de diseñar tipografías y venderlas online?
Es difícil. Un principio para conseguirlo podría ser ofertar una librería de fuentes extensa y variada, pero con un alto porcentaje de letras ‘útiles’. Y promocionarlas seriamente, claro. También, tener uno o varios best-sellers en la colección, obviamente, ayudaría.
El panorama actual, no obstante, sabemos que es de sobresaturación tipográfica, lo que amplía las posibilidades del comprador y disminuye las del vendedor. Es uno de los efectos colaterales de la Democratización Tipográfica, que nos está ofreciendo ejemplares que oscilan entre lo mejor y lo peor de la historia de la tipografía.