Jordi Costa es crítico cinematográfico para publicaciones como El País o Fotogramas, guionista de cómic, escritor de libros sobre cine y animación, y cuenta además con una amplia trayectoria como profesor. Como especialista en cine de animación, ha estado presente en las diferentes ediciones del Master de Animación de la UPV, iniciando a los alumnos en la Teoría de la Animación. En la entrevista que ahora publicamos, Jordi Costa ofrece su visión sobre la animación española contemporánea, aprovechando su participación en el libro Animatopía, los nuevos caminos del cine de animación, cuyo ciclo homónimo fue proyectado en la última edición del Festival Internacional de cine de San Sebastián este 2013 con la coordinación de Roberto Cueto.
El Festival Internacional de cine de San Sebastián ha dedicado este 2013 su programa estrella a la animación. Se trata de una acción pionera en el circuito de los festivales de cine, ¿qué tiene Animatopía? La animación es un lenguaje cinematográfico capaz de abordar todos los géneros, es un honor que un festival internacional de cine como el de San Sebastián le dedique su programa estrella con Animatopía, un ciclo que también está recorriendo varias filmotecas españolas, y que pretende reflejar el estado de la animación contemporánea, para romper el mito de que este lenguaje sólo sirve para contar historias fantásticas o dedicadas al público infantil. De hecho, se percibe un aumento de interés por la animación fuera del ámbito estrictamente especializado de los animadores.
Es cierto que se aprecia un cambio en la actitud del público respecto a las películas de animación, ¿a qué es debido? Este cambio es el resultado de un proceso iniciado en 2002, cuando Hayao Miyazaki ganó el Oso de oro en la sección oficial del Festival Internacional de Berlín con la película de animación El viaje de Chihiro, demostrando que estos largometrajes pueden competir con otros de imagen real.
Como crítico, ¿te enfrentas de la misma manera a una película de animación que a una de imagen real? Sí, para mí no son esencialmente distintas. Por ejemplo, considero a Paprika de Satoshi Kon como uno de los largometrajes más importantes a la hora de tratar el tema de los sueños, el film está a la altura de películas como ¡Olvídate de mí! y La Ciencia del Sueño de Michel Gondry. Lo interesante a la hora de abordar la crítica de una película de animación es valorar tanto lo que se dice como la manera en que se cuenta, una situación que se manifiesta aún más en el terreno de la animación y que deja sin excusas a quien intente no hablar de ello.
De manera complementaria al ciclo, también se ha editado un libro bajo el título Animatopía, los nuevos caminos del cine de animación. ¿Qué aspectos propone esta publicación en la industria? Me parece muy interesante la iniciativa de recoger en una misma obra conjunta varios ensayos y planteamientos críticos sobre animación. El libro propone debates sobre el documental animado, el tema del realismo en este campo o incluso una autobiografía sobre la animación a modo de diario personal, entre otros asuntos. Estas reflexiones que genera la animación entre la crítica es un indicio de buena salud dentro del terreno teórico de la animación.
Es interesante también el tema que abordas en tu capítulo sobre el sonido y las interpretaciones de la realidad… Pienso que era necesario dedicar un apartado a Sonido, la lectura de la realidad porque es algo que parece invisible cuando hacemos animación. Sin embargo, el diseño sonoro es una herramienta que define completamente un universo y puede inclinar la balanza hacia el realismo o la fantasía, como complemento al estilo y a la representación de la imagen del largometraje.
Ahora que cada vez se realizan más publicaciones sobre animación en castellano, ¿cómo ves el estado de la crítica y la teoría en este medio? Es cierto que se está escribiendo bastante sobre este tema, pero también es fácil distinguir al teórico que tiene sensibilidad por la animación del que simplemente se aproxima a una película por lo que cuenta, sin analizar cómo está hecha. Y a su vez, también están apareciendo cada vez más estudios y profesionales de la animación que ofrecen constantemente información sobre los procesos que están desarrollando, desde Pixar, que muestra su libro de diseños antes de cada estreno, hasta creadores como Bill Plimpton que tienen blogs donde teorizan sobre animación y sobre los proyectos que llevan a cabo casi en tiempo real.
La evolución de los medios de producción también ha motivado un cambio en la realización de películas de animación. ¿Hasta qué punto crees que ha influido la revolución tecnológica en este terreno? En mi opinión, la revolución tecnológica ha sido beneficiosa para la animación, no sólo en el ámbito digital sino también para simplificar los procesos de producción. Sin embargo, la imposición de un modelo que todo el mundo quiere imitar (Pixar, por ejemplo) ha provocado el cese casi total de la actividad en animación tradicional 2D haciendo que el público considere desfasados estos procesos artesanales. De esta manera, creo que tenemos que celebrar lo bueno que nos ha dado la revolución tecnológica y no enterrar tan rápidamente unos viejos procesos que siguen teniendo sentido hoy en día, aunque se apueste por ellos desde una situación más independiente.
Al hilo de tu reflexión, creo que la repetición masiva de una tendencia puede causar tal saturación que provoque la aparición de otras formas diferentes a lo establecido… Sí, totalmente. El público estadounidense de los años 50 estaba muy acostumbrado a los movimientos fluidos y la caracterización de personajes de Disney cuando surgió el estudio UPA que fue en dirección contraria: fondos esquemáticos, movimientos caricaturescos, etc. Años más tarde, también se vivió un hecho similar en la animación televisiva con South Park, por ejemplo. Esto refuerza la tesis de que siempre habrá lugar para nuevas ideas y para rupturas de tono en el mundo de la animación.
Para terminar, ¿cómo ves este mundo más amateur que intenta hacerse un hueco en el panorama de la animación contemporánea o futura? Lo veo muy interesante, pero parece que estamos viviendo una etapa similar a la de hace unos años con la edad de oro del cortometraje español, donde algunas buenas propuestas acabaron en discursos bastante poco interesantes. Por ello, creo que habría que canalizar esa creatividad independiente también de manera independiente, para que exista la posibilidad de que estos cortometrajes animados encuentren una vía de salida en el largometraje independiente y personal. Como soy optimista, pienso que la zanja que separa estos dos mundos (independiente y comercial) que existen en el terreno de la animación se estrechará cada vez más.
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