Después de La Cólera, Javier Olivares regresa a las librerías con Warburg & Beach, su primera novela gráfica al alimón con Jorge Carrión.
Librerías, bibliotecas y todo sus usuarios son los verdaderos protagonistas de la novela gráfica de Javier Olivares realizada junto a Jorge Carrión. Un canto de amor al libro que invita al juego. Entrevistamos al dibujante y conocemos mejor la obra.
¿Qué es Warburg & Beach?
Es mi primera «novela gráfica» con Jorge Carrión, con el que ya había realizado las ilustraciones de Shakespeare y Cervantes, un artículo que nos encargaron en La Vanguardia y que posteriormente publicó ampliado como libro Nordica. Cuando terminamos este trabajo, y como queríamos seguir colaborando juntos, Jorge me planteó hacer un libro especial sobre Sylvia Beach y Aby Warburg.
La obra habla fundamentalmente de estas dos personas, pero sobre todo del mundo del libro: de las librerías, las bibliotecas… A través de estas dos figuras, trazamos un mapa emotivo y cultural sobre este mundo. Tanto Sylvia Beach como Warburg habían impulsado el pensamiento cultural del siglo XX. Beach en su librería Shakespeare & Company había reunido a muchos escritores y fue editora del Ulises de Joyce. Tuvo mucha influencia entre los escritores exiliados americanos y con los franceses y sirvió de puente entre la literatura de vanguardia americana de la época y la literatura francesa de la época.
Y Aby Warburg, desde su Biblioteca en Berlín y sobre todo con la creación y propuesta de su proyecto del «Atlas Mnemosyne» fundamentó e impulsó buena parte del estudio sobre el arte y la iconografía que se hizo en el siglo XX.
El libro también refleja la importancia de las librerías o las bibliotecas como espacios de impulso cultural, lugares de encuentro en los que suceden cosas, que se perderían si solo nos quedásemos con lo digital.
Javier Olivares
Es un libro-objeto intraducible a otro medio como el digital
Es nuestro homenaje al libro físico. No es arbitrario que el libro se despliegue en acordeón y que conozcamos a cada personaje sin que lleguen a encontrarse en cada parte del libro. Al estar encuadernado así, tienes que poner a un personaje en una cara y al otro personaje en otra. No hay una jerarquía, puedes empezar a leer por cualquier parte.
¿Cómo es el trabajo con Jorge?
Muy estimulante. Es un juego continuo entre los dos. Jorge me propone una idea, yo le propongo otra, le damos una nueva vuelta y el libro se va modificando y construyendo a lo largo de ese proceso de colaboración. Es un manera de trabajar más abierta de la que estoy acostumbrado a trabajar con otros guionistas.
Cuando me contó el proyecto me envió un primer guión y fui preparando una planificación pero me llevó bastante tiempo porque estaba realizando a la vez La Cólera, que tenía una fecha de entrega y estaba mucho más avanzado.
Una vez tuvimos planteada la planificación se lo llevamos a la editorial Salamandra y les encantó el proyecto. Al tener una editorial detrás decidimos ampliarlo para que tuviese mayor consistencia. Jorge propuso añadir un prólogo y un epílogo. En el prólogo hablamos de Mary Wollstonecraft, pionera del feminismo y madre de Mary Shelley, y de su relación con su editor Joseph Johnson. En el epílogo lo hacemos sobre la librera neoyorquina Frances Steloff, que estaba muy en contacto con las vanguardias que surgieron después de la guerra desde su librería Gotham Book, un epicentro cultural de parte de los exiliados de los años 40 y 50 que recalaron en Nueva York como Marcel Duchamp.
Empecé a dibujar el libro en mitad de la pandemia. Creo que me vino bien tener un proyecto para evitar el desánimo. Eso me empujó a trabajar.
Javier Olivares
Las guerras están muy presentes en la obra. La vida de los libros en tiempos difíciles.
Es curioso cómo la Segunda Guerra Mundial cambia la vida de los dos protagonistas. A Sylvia Beach le obligan a cerrar la librería por la anécdota con el oficial alemán que contamos en el libro, y la biblioteca de Warburg se traslada a Londres ante la amenaza de que la destruyan los nazis. Te das cuenta de que la cultura sobrevive bajo condiciones adversas. A pesar de la guerra los escritores siguen escribiendo, las tertulias se hacen con más o menos dificultad. Es algo que te alivia en estos momentos tan complicados, pensar que la cultura sigue viva a pesar de todo.
Hablabas de La Cólera. Parece que Ulises te persigue.
Eso le decía a Jorge. El Ulises de Joyce es una reinterpretación muy libre de La Iliada de Homero, igual que La Cólera y me parecía muy curioso estar trabajando en dos libros que se complementaban de alguna manera.
Utilizas los recursos de la ilustración para dar unidad a una historia que se extiende como un panel.
Me doy cuenta de que mi trayectoria como ilustrador me ha venido muy bien para enfrentarme a un formato como éste. La parte de Beach tiene una narración más tradicional. En la parte central de la página vemos la ciudad como un escenario, y arriba y abajo vemos cómo se desenvuelven los personajes. Es una estructura que partió de Jorge y que me pareció muy interesante.
La parte de Warburg la enfoqué de otro modo. Él había ordenado su biblioteca de un modo poco habitual, por las relaciones que se establecían entre los libros, los ecos entre unos y otros, viendo cómo se relacionaban entre sí a nivel simbólico e iconográfico. En la parte de Warburg evité pues una estructura tan cerrada como la de Beach y trabajé con las imágenes de una manera más abierta, para que también dialogaran.
El color te permite separar escenas.
Cada historia me dice el color que necesito. Intenté que cada una de las partes tuviese un color singular. En el caso de Mary Wollstonecraft, intenté recrear un ambiente de penumbras alumbrado por velas. Con el color intenté guiar al lector.
En la parte de Warburg el color es más conceptual. Cada parte está narrada en un color y sirve para separar las diferentes partes narrativas.
En la parte de Steloff intenté crear un aura de género negro, de novela de espías y de las portadas de revista de las años 50.
Utilizas el collage con asiduidad.
Sobre todo en la parte de Warburg. Me planteé realizar la historia de un modo menos tradicional. En lugar de dibujarlo y entintarlo iba haciendo trozos de dibujos y los iba mezclando. Dibujaba los elementos de forma separada y después los unía en la página. No planificaba la página sino que la construía a medida que la dibujaba. Es una forma de dibujar en la que controlas menos el proceso, siempre estás al borde del abismo hasta que acabas la página, pero que permite llegar a otras partes.
También diseñas carteles, portadas, que te ayudan a hacer crecer la narración en otras direcciones.
En esa época estaban muy influidos por las revistas. Los artistas se juntaban y hacían revistas conceptuales, de vanguardia y me parecía bonito incluirlas. Me gusta mezclar referencias pop, con personajes de los años 50 reales. Es una mezcla entre ficción y realidad.
Me gustan mucho las portadas, ese lugar en el que se mezcla la tipografía con el dibujo.
Javier Olivares
Es curioso porque utilizas este recurso en uno de tus trabajos más recientes, Sherlock Holmes y yo, en el que, en lugar de realizar ilustraciones al uso recreas portadas de revistas pulp.
Lo hago porque me gustan mucho las portadas, ese lugar en el que se mezcla la tipografía con el dibujo. En este caso, era un libro para Anaya, eran relatos apócrifos de Holmes realizados por un autor que, evidentemente, no era Conan Doyle y cada relato era diferente. Para darle una pátina de realidad utilicé este recurso porque los verdaderos relatos de Sherlock Holmes se publicaban en revistas antes de ser recopilados en libros de modo que creé portadas para cada uno de los cuentos. Me parecía también una forma de crear una continuidad en el libro, que tiene muchas páginas y así se relacionan entre sí. Las ilustraciones tienen además fragmentos del texto, que es una cosas redundante y absurda que hacían en los libros ilustrados, pero es una forma cariñosa de hacer un homenaje a las revistas de la época.
Actualizado 09/04/2021