Internet ha desarrollado su propio folclore digital. En este terreno se encuentran los memes, mensajes cargados de dosis insondables de estupidez intrínseca y que sin embargo, en ocasiones, han ejercido como dardos certeros para la denuncia social. ¿Pueden entonces los gatitos crear infraestructuras para el activismo político? A juicio de Jaron Rowan, es más que evidente.
Jaron Rowan es investigador y agitador cultural. Este 30 de junio será uno de los ponentes que participen en la jornada Fuera de lugar que tendrá lugar dentro de las actividades del FADfest 2015, en condición de ponente para hablar de un fenómeno del que todos somos cómplices y víctimas a la vez: los memes.
Actualmente, Rowan combina la investigación con la docencia. Es coordinador del Área de Arte de BAU, Doctor en Estudios Culturales por Goldsmiths y máster en Estudios Culturales por la misma universidad. Ha ejercido la docencia en diferentes universidades y centros de estudios como el MA Culture Industry de Goldsmiths o el grado de Humanidades de la UOC.
Jaron Rowan abordará el tema de los memes dentro de la jornada Fuera de lugar del FADfest 2015. Martes 30/06. Entrada libre previa acreditación.
Memes: Inteligencia idiota, política rara y folclore digital, publicado este mismo 2015 en papel tras su lanzamiento digital, analiza «cómo internet ha desarrollado su propio folclore digital, desmiente las interpretaciones del meme como algo que sólo pueda entenderse bajo las tesis de Richard Dawkins, y explica por qué esa estupidez intrínseca del meme ha servido en tantas ocasiones como un imbatible ejercicio de denuncia social. ¿Pueden entonces los gatitos crear infraestructuras para el activismo político? A juicio de Rowan, es más que evidente».
En terrenos como la política, Rowan asegura que la figura del idiota es importante, pues al ser inofensivo puede decir la verdad. En la entrevista La fiesta de la democracia, nos compara con los bufones de la corte que gozaban del privilegio de hablarle con libertad al rey. Un sin fin de caricaturas cutres, repeticiones y chistes que implican cierta complicidad se dejan querer por su idiotez, es precisamente su componente humorístico el que permite que se extienda como la pólvora y acabe integrándose en el imaginario social colectivo.