Jaime Maestro: «Nuestra principal ambición es retener talento y recuperar a la gente que se ha ido»

En colaboración con: 

En mayo de 2017 vio la luz La Tribu, el estudio valenciano de animación que Jaime Maestro y Nadia Ruiz decidieron poner en marcha. Antes de cumplir su primer año, se adentran en la aventura de crear su primer largometraje de producción propia, D-20. En este contexto, Maestro, referente del cine de animación, nos habla sobre cómo marcha el proyecto, sobre los objetivos e intereses del estudio y sobre su experiencia en el sector.

Jaime Maestro

La Tribu

¿Que te motivó a crear un estudio?
Crear el estudio ha sido la conclusión a la que me ha llevado el camino después de casi 20 años dedicándome a esto. Ya teníamos un estudio antes, que es con el que hicimos la película Animal Crackers, pero aquel era como una herencia de un estudio americano. Así, al terminar la película hubo un momento de reflexión, de pensar qué hacer. Al final llegué a la conclusión de que quería llevar a cabo un intento más aquí en Valencia para tratar de construir algo en la ciudad y para montar un estudio de animación recogiendo toda la experiencia de todo ese tiempo, aprendiendo de lo malo y sobre todo de lo bueno. Oportunidades para salir de España siempre he tenido, pero siempre ha habido algo que me ha tirado hacia aquí y me ha retenido en Valencia y fue como «venga va, una vez más…».

¿Cuál fue la mayor dificultad a la que tuviste que hacer frente?
Ponerlo todo en marcha. Nosotros empezamos, por suerte, con un proyecto bajo el brazo que al final precipitó todo el inicio. A Nadia y a mí, que somos los fundadores del estudio, nos hubiese gustado haber tenido un periodo de reflexión, sobre todo filosófico, sobre cómo lo queríamos hacer y cuál queríamos que fuese la cultura de la empresa, pero en mitad de este proceso se puso en contacto con nosotros Jin Kim, una de las leyendas de Disney. Estaban haciendo una película y no llegaban a completar la animación. Buscaban un estudio fuera de Corea que hiciese unos 25 minutos de peli. En ese momento, aprovechamos para montar un equipo otra vez y para ponernos en marcha. Lo difícil ha sido montar la empresa, los protocolos y la ideación junto con el proyecto de la película Red Shoes and the Seven Dwarfs.

¿Cómo definirías estos primeros meses trabajando en La Tribu?
Súper intensos y muy satisfactorios. Hemos disfrutado muchísimo, tanto en la puesta en marcha como en la etapa de pensar y de darle vueltas a un concepto, porque estamos tratando de hacer algo muy diferente a lo que veníamos haciendo y es darle el protagonismo a la gente que de verdad lo tiene en una producción, que son los artistas. Hemos reunido un elenco de gente de muchísimo nivel y de mucha experiencia.

«Estamos tratando de buscar perfiles muy altos y lo estamos consiguiendo. Ahora es un germen, pero dentro de un tiempo estoy seguro de que será un referente para el sector, estamos trabajando para eso», sostiene Maestro.

El equipo de La Tribu.

Queremos convertirnos en una comunidad de artistas. Es un proyecto muy ambicioso, no solo a nivel de calidad sino también a nivel humano. Cuando hablamos de lo que hacemos lo resume bastante bien decir que hacemos películas de calidad a todos los niveles: calidad artística, calidad humana y calidad de vida. Y no estamos dispuestos a sacrificar ninguna en beneficio de un proyecto. Para nosotros más importante que el qué, es el quién y el cómo, con qué gente hacemos estas películas. Sabemos que hay gente que no va a encajar, no queremos “ensuciar” el ambiente o el proyecto con gente que no encaje. Y el cómo también es fundamental, sin calidad de vida no podemos hacer una película. Tiene que haber una vida más allá del trabajo.

¿Qué tipo de personas no encajan?
Después de mucho debate, hemos resumido los valores de La Tribu en tres: pasión, espíritu de superación e integridad. Es fundamental que la gente que entre tenga los tres. Hay muchas personas que te vas encontrando por el camino que no terminan de cumplir esos valores y a lo mejor sí que son grandes artistas, grandes animadores o grandes dibujantes, pero no te irías nunca con ellos a tomar algo, estás deseando irte a casa para dejar de ver a esas persona. Ese es el tipo de gente que no queremos encontrarnos por el camino.

¿A lo largo de tu carrera te has encontrado con muchas personas así?
Te encuentras con muchísima más gente que cumple esos requisitos, lo que pasa es que, como se dice, una manzana podrida acaba arruinando un cesto. Yo lo he vivido en alguna ocasión y es una pena, por eso tenemos cuidado en mantener el cesto sano.

Proyecto D- 20

Cuando surgió La Tribu dijiste que teníais varias ideas y que antes de final de año era probable que hubieseis tomado una decisión para iniciar una aventura propia. Finalmente habéis iniciado D- 20. ¿Cómo va ese proyecto? ¿Por qué fue ese el elegido?
Lo que teníamos súper claro era que, si queríamos depender de nosotros mismos, más allá de los proyectos que están orbitando La Tribu que son para un tercero y que en cualquier momento empezaremos, necesitábamos una producción propia, levantar proyectos propios y moverlos. Entonces, teníamos sobre la mesa diez ideas y la que más nos enamoró fue D-20. Era la que más clara veíamos. No era la más fácil pero sí la que más ilusión nos hacía para arrancar y nos hemos metido a tope con ella.

Hemos visto que se trata de una comedia familiar con toques ochenteros, ¿crees que actualmente hay una tendencia de vuelta a la estética ochentera tanto en moda, videojuegos, como animación o diseño gráfico?
Creo que sí. Tiene una lógica generacional, los que vivimos la infancia en aquella época somos lo que empezamos a tener ahora un poco más de protagonismo a nivel empresarial, somos padres de familia y somos consumidores en la actualidad. Por tanto, tiene sentido ver toda esta estética retro, lo vemos en Stranger Things, por ejemplo, o en muchas películas que beben de aquella época. Nosotros somos los primeros freaks de todo esto y nos apetecía hacer algo recuperando aquello, La historia interminable o Los Goonies, aquellas películas que marcaron nuestra infancia.

¿A quién va dirigida principalmente la obra?
Va a ser para todos los públicos y la idea es que disfruten. Hay diferentes contextos en la película, diferentes capas. Creo que el público más infantil disfrutará más de las aventuras de la película y el público mayor, sobre todo los padres, se verán reflejados en más de una ocasión. Porque al fin y al cabo la película no solamente va de una aventura fantástica, sino que el tema principal de la peli es cómo la forma en la que educas a tus hijos repercute en su personalidad.

Pensando en el futuro

¿Tenéis en mente otros proyectos propios?
Estamos con un plan bastante ambicioso de generación de contenido. Pase lo que pase y estemos con lo que estemos, nunca vamos a dejar de generar propiedad intelectual.

«Hemos empezado por D-20 y en breve empezaremos con otro proyecto con la idea de generar riqueza y de tener una oferta amplia para el futuro».

¿Nos puedes adelantar de qué va ese nuevo proyecto?
Sí que puedo decir que la idea no solamente es hacer entretenimiento, sino transmitir un mensaje de algún tipo. Por ejemplo, la siguiente peli sí que puedo adelantar que es de un carácter bastante feminista. Tenemos claro que hay muchos temas que tratar en el cine y ese era uno de ellos.

Uno de los objetivos que os habíais planteado era crear una marca potente. ¿Qué estrategias en el plano de la comunicación habéis llevado a cabo para tratar de conseguir tal fin?
Creo que en el ámbito comunicativo aún es un poco pronto, estamos intentando darnos a conocer y será mucho más fácil cuando arranquemos o cuando tengamos un proyecto que sea más visible, porque ahora todo lo que estamos haciendo no se puede enseñar, y entonces es muy complicado. Estamos tratando de difundir sobre todo la parte más filosófica y diferencial de La Tribu. Por ejemplo, nosotros estamos muy metidos en la economía del bien común porque creemos en la idea de crear un tipo de empresa diferente en la que no solamente prime el beneficio económico, sino también otros más sociales y humanos. Esto es muy exigente, hemos hecho nuestro primer balance de la economía del bien común y sabemos por dónde seguir tirando.

«En lo que estamos ahora es en tratar de encontrar alianzas, tanto en la ciudad como en el extranjero, que compartan nuestros valores a todos los niveles»

¿Crees que podrías tener más oportunidades en el sector si trabajaseis en otras ciudades, tanto nacionales como internacionales?
A nivel empresarial igual sí, a nivel de talento no. Nunca me he sentido solo ni como un bicho raro, a pesar de que cuando empecé en todo esto éramos cuatro gatos. Gente que hacía animación en 3D por ordenador era una cosa súper exótica, lo sigue siendo hoy en día, pero en aquel entonces era algo muy raro. Sin embargo, siempre me he visto bastante rodeado de talento en la ciudad y eso es una cosa que te hace pensar y, sobre todo, te da a entender que no es mala idea quedarse y tratar de montar algo. Creo que lo que siempre nos ha faltado es la otra parte, la parte más de industria, la parte más empresarial, donde se formase un tejido un poco más sólido y más potente que pudiese, por lo menos, retener al talento que se nos va constantemente. Nuestra principal ambición es esa, tratar de convertir esto en un proyecto lo suficientemente sólido y sostenible como para no solamente retener talento, sino también recuperar a la gente que se ha ido.

«Es muy probable que si me hubiese ido a Los Ángeles o a Londres ahora tendría más dinero y a lo mejor hubiese figurado en más créditos de grandes películas, pero nunca ninguna de las dos cosas ha sido mi ambición, nunca me he arrepentido de quedarme aquí».

¿Os veis haciendo una serie para la nueva radiotelevisión valenciana?
No. Esa es una etapa que ya pasó, igual sí que hacemos algún cortometraje si nos motiva la parte social o el mensaje que quiera contar, pero no creo que entremos ahí, no vamos a entrar en series ni en publicidad porque nos hemos marcado un objetivo que es hacer cine de calidad y de alto presupuesto. Igual nos cuesta llegar un poco más al objetivo, pero la idea es esa. Y con À Punt no creo que hagamos nada.

¿Qué retos crees que habéis conseguido y cuáles os quedan por alcanzar en La Tribu?
Tenemos tantos retos encima de la mesa que aún estamos muy lejos. Sí que vamos por el camino y lo bonito que nos estamos encontrando es que hay mucha gente que está entendiendo el proyecto y que está bastante interesada y motivada en participar con nosotros. Creo que esa es la parte bonita que nos hace ver que estamos yendo bien, por buen camino. Cuando hablas con la gente de cosas raras como la economía del bien común o de darle a los artistas un protagonismo, no te encuentras generalmente con reacciones malas. Aunque algunas sí, sobre todo del sector más tradicional, que sí que te mira raro y piensa que eres un idealista y que dentro de nada te vas a estampar. Hay mucha gente que sí que ve necesario algo así, en general, en el mundo de la empresa.

Galardones

Has sido premiado en dos ocasiones en los Goya. ¿Qué ha supuesto para tu carrera?
Siempre da reconocimiento y abre puertas y está claro que te pone las cosas más fáciles. Por tanto, ha ayudado. Poner en un currículum que tienes una trayectoria donde has sido premiado por tu trabajo da a entender un poco la calidad de lo que haces. Yo creo que sí que ayuda, pero siempre sabiendo que el tema de los Goya muchas veces es una lotería. Hay trabajos de los que estoy súper orgulloso que han estado lejísimos de ganar un premio Goya y otros que han estado muy cerquita.

¿Crees que hay algún elemento en las piezas de animación que propicia que se pueda ganar un Goya? ¿Hay alguna clave?
Es muy complicado. Creo que lo que no puedes hacer nunca es un corto pensando en ganar un Goya porque estás súper equivocado si lo piensas así. Son tantísimos factores y muchos incluso no dependen ni siquiera de la calidad del cortometraje, depende quizás del momento. El vendedor de humo coincidió, por ejemplo, con todo el tema del destape de la corrupción, de la Gürtel y era un tema muy actual, entonces entró perfecto en ese momento. Sí que se tiende muchas veces a algo más personal o a un corto que sea menos comercial, con un mensaje que trate de contar algo interesante, pero depende muchas veces del momento, de la promoción que eres capaz de hacer, de demasiadas cosas.

Aprendiendo de experiencias

Como has comentado, a lo largo de tu recorrido también has trabajado en proyectos hollywoodienses como Animal Crackers. ¿Qué has aprendido trabajando en una iniciativa así?
Muchísimo, hacer una peli de animación son unos tres años de trabajo desde que arranca, pero en realidad más si cuentas el tiempo que pasas buscando financiación. Desde que hicimos el teaser de la peli para conseguir la financiación hasta que la terminamos fueron más de cuatro años. Es un proyecto muy largo y un proceso donde vives muchas cosas. Para mí ha supuesto, sobre todo, un máster de vida, o sea, he vivido muchas cosas por el camino y con todas ellas aprendes, con las buenas y con las malas. Yo que venía de hacer proyectos más pequeños, lo más importante es vivir algo de una magnitud así. A pesar de que es una película “de bajo presupuesto”, son más de 150 personas las que trabajan, son muchos conflictos y problemas los que aparecen por el camino. Y muchas veces estás más preocupado de todo lo que no es artístico que de lo que es dirigir la película. El objetivo es el siguiente: disfrutarla un poco más y centrarme más en lo que es dirigir y en el proceso y no tanto en lo que rodea a una producción así tan grande.

En cuanto a la gestión que envuelve la realización de un proyecto, ¿qué diferencias hay entre un cliente de Hollywood y un cliente nacional?
La principal diferencia es que, por desgracia, lo notas. Notas cuando estás trabajando con alguien de fuera y cuando trabajas con alguien de aquí. Muchas veces, cuando trabajas en proyectos nacionales, te encuentras con problemas que piensas «¿pero qué necesidad hay de esto?».

«Cuando trabajas con alguien de fuera suele ir todo bastante más fluido y sueles trabajar muchas veces con gente con más experiencia y que te lo pone muchísimas veces mucho más fácil que aquí».

Nos falta todavía experiencia, nos falta rodaje en el sector de la animación. Sobre todo, a la gente que de la ficción de imagen real se pasa a la animación todavía le queda un poco de recorrido para entender que no somos ni siquiera hermanos en el sector, somos primos lejanos. Yo siempre lo digo, una película o un estudio de animación es algo mucho más parecido a una empresa tipo Google que a una empresa o productora de cine, por los procesos y por cómo trabajamos. Somos gente que está todo el día en el ordenador con los cascos y hay que aprender a motivar a la gente durante un proyecto de tres años. Nuestro sector todavía está intentando hacer entender a la gente que se está incorporando a él que es algo diferente, que necesitamos nuestros tiempos, nuestros ritmos, que necesitamos también un presupuesto que es diferente al de la imagen real. Estamos camino de conseguirlo, pero sí que se nota.

Mientras que para algunos el fracaso es algo esencial para aprender, otros consideran que es mejor huir de él. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
El fracaso no hay que buscarlo, pero es verdad que sin fracasar es muy difícil aprender. Sin pasar por algo traumático es muy difícil evolucionar como persona. Cuando pasas por algo personal muy duro, de ahí sales mucho más reforzado, y cuando miras hacia atrás y te miras a ti mismo te das cuenta de que no eres la misma persona. Y piensas que, a pesar de todo, te ha venido bien y no serías la misma persona si no hubieses pasado por ese trámite tan doloroso. Hay que buscar el éxito, pero en el buen sentido, no un éxito capitalista donde el objetivo sea ganar dinero por encima de todo. El éxito como un buen trabajo de calidad, haber disfrutado del trabajo mientras lo hacías, dejar algo de legado a lo que has hecho… De vez en cuando te encuentras con alguna leche en el camino que ha dolido, pero igual no sería lo mismo sin ella.

→ latribu.es

Salir de la versión móvil