Ander & María son los dos socios que conforman La Caja de Tipos, un tándem que continúa funcionando una vez finalizadas las horas de trabajo, ya que también son pareja. A lo largo de estos años en los que llevan en marcha, en su estudio han diseñado infinidad de invitaciones para otras parejas. Ambos sabían que algún día les tocaría diseñar su propia invitación de boda y llegado el momento, se dieron cuenta de lo complicado que iba a ser. «Sin ningún tipo de duda, este es el proyecto más personal y difícil que hemos realizado en el estudio», explican. «Por un lado porque, como se suele decir, el cliente más exigente que puede tener un diseñador es uno mismo y, por otro, porque debido a la cantidad de trabajos de este tipo que solemos diseñar a lo largo del año, cuando la gente se iba enterando de que nos íbamos casar nos felicitaban para, seguidamente, decirnos que estaban deseando ver qué es lo que íbamos a hacer. Fueron muchas vueltas las que dimos antes de llegar a la solución que os mostramos a continuación».
Cómo lograr una invitación que se saliera del molde y que además tuviera ese sello personal fue el reto que se plantearon. «Teníamos claro que queríamos que fuese un proyecto editorial y después llegamos a la conclusión de que la tipografía, siendo una de nuestras pasiones, no podía faltar». Esta es la razón por la que decidieron diseñar un alfabeto que fuese mostrando los elementos con los que los invitados se iban a ir encontrando a lo largo de la boda. De ese modo, haciendo uso de la primera letra de cada palabra, crearon un catálogo de pequeños juegos tipográficos.
¿Quién dijo que las invitaciones de boda tenían que ser cursis y aburridas?
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