Cuando analizamos el rediseño de una identidad, hablamos de las mejoras que supone la nueva propuesta, de los conceptos que aporta o de cómo actualiza la marca. Pero, al estudiar el rediseño de la Filarmónica de Nueva York es más complicado analizar estos detalles, porque la nueva identidad ha remplazado un diseño que era –y es– un ejercicio aún interesante, con personalidad conceptual y que ya era un reflejo fiel de lo que es esta institución americana.
La historia de la Orquesta.
La New York Philharmonic se fundó en 1842 y, por tanto, es la orquesta filarmónica más antigua de Estados Unidos. Es también una entidad cultural reconocida por su defensa de la música, su actividad pedagógica y su fundación New York Philharmonic Global Academy que realiza una actividad de mecenazgo y patrocinio de jóvenes promesas nacionales e internacionales. A lo largo de su historia, esta institución ha llevado la música a más de 400 ciudades de 63 países y también, ha sido pionera en acercar a todos la música clásica y contemporánea al permitir descargar sus grabaciones desde canales online. Alan Gilbert es su director desde 2009 y ya ha triunfado interpretando a los grandes maestros musicales del siglo XX como Toscanini, Mahler o Bernstein.
El primer rediseño.
El mismo año que Alan Gilbert accedió a la dirección de la orquesta, Paula Scher, socia de Pentagram, rediseñó su logotipo. Construyó una nueva identidad visual que fue noticia por su audaz uso de las cursivas y por la curiosa disposición circular de la marca, que evocaba un torbellino de notas musicales. Además, añadió una fina línea roja que representaba la batuta del director de orquesta. En su conjunto, este diseño expresaba a la perfección el ritmo y el dinamismo que, en definitiva, son la esencia de la música. También evocaba el orden que impone un director de orquesta, capaz de organizar las múltiples notas de los diversos instrumentos en bellas composiciones para provocar nuestras emociones y encender nuestros sentidos. Este era un diseño excelente, algo a lo que esta diseñadora nos tiene acostumbrados.
El segundo rediseño.
Tras siete años de vigencia de esta marca, la orquesta ha querido evolucionar y, para ello, ha apostado por una nueva identidad visual que no mantiene nada del anterior rediseño. Este nuevo proyecto ha sido llevado a cabo por MetaDesign y por su equipo de San Francisco.
Lo más característico de la nueva identidad es cómo juega con el concepto de múltiples direcciones, ya que las letras se proyectan hacia arriba o abajo con líneas paralelas, o hacia la izquierda o derecha con líneas diagonales. Es una marca dinámica que crece o se encoge para ajustarse a los diferentes soportes en los que se aplica. También tiene como único protagonista al rojo, que ayuda a expresar viveza y energía.Desde MetaDesign explican que la nueva identidad de la orquesta expresa «la inmediatez y la emoción de una actuación en directo». Y, para la New York Philharmonic, consigue evocar las cualidades que definen a la orquesta, que son «virtuosismo, dinamismo, sofisticación y seguridad», e incluso, ven una similitud entre «la armonía de los trazos y la armonía que nace de los diferentes músicos de la orquesta que trabajan unidos para lograr un efecto único».
No sabemos cuáles son los motivos de este nuevo diseño, pero es probable que el cambio responda a una decisión estratégica, aunque no podemos evitar pensar que siete años de vida son pocos para el meditado diseño de Paula Scher, que podía haber tenido un recorrido más largo. El diseño circular es poco convencional, lo que aporta originalidad y diferenciación, mientras que el nuevo diseño utiliza un recurso más obvio y estéticamente no aporta nada nuevo. Además, expresa con dificultad la esencia de la orquesta, tal vez porque los conceptos que evoca pueden ser válidos para otras instituciones.
En resumen, la orquesta filarmónica de Nueva York, una institución centenaria, tiene nueva marca, aunque no acabamos de entender muy bien por qué.