Vivimos en un momento en el que la ilustración es una de las disciplinas artísticas que está más en auge, impulsada por el alto grado de visibilidad que ha obtenido gracias al público aficionado, fundamentalmente en redes sociales. Un fenómeno que se traduce en el convencimiento de la capacidad de discernir lo que significa el término ilustración y sus alcances. Pero su magnitud artística y sus múltiples técnicas son desconocidas. Cuando pensamos en ilustración, imaginamos un dibujo que se limita a acompañar un texto; sin embargo, esa imagen es errónea.
Ilustrar consiste en transmitir e interpretar un texto o una idea a base de recursos plásticos. Se distingue de otras disciplinas porque la imagen es el soporte de un texto o la consecuencia de un encargo.
Desde hace un tiempo, cada vez son más los proyectos que se generan en torno a la ilustración, como consecuencia de la necesidad de evolución en las formas de expresión y la demanda del público.
De una manera generalizada, siempre se ha entendido que la ilustración es un dibujo; a veces, un grabado. Y, efectivamente, es así, la función de documentar y poner imagen a la palabra es lo que hace que una obra sea ilustración o no, pero no tiene por qué ser siempre un dibujo.
Son numerosos los ilustradores que se dedican a la pintura, o incluso al cosido. Es el caso de David de las Heras (Bilbao, 1984), que ha publicado en medios como El País Semanal, la revista francesa L’Obs, Podium Podcast o La Maleta de Portbou. Premio Junceda 2014 y responsable de las portadas de libros de James Rodhes (Instrumental y Fugas) o Haruki Murakami (La muerte del comendador), considera que «no todo dibujo es siempre ilustración, ni la ilustración tiene por qué ser siempre un dibujo», y se ratifica afirmando: «yo pinto, mis ilustraciones son pictóricas y se relacionan más con la pintura que con el dibujo». Para el artista bilbaíno, «el dibujo es una técnica y solo se convierte en ilustración cuando su función principal es servir a unos códigos, pero existen múltiples técnicas a las que recurrir para ilustrar».
Por su parte, Paula Sanz Caballero (Ontinyent, 1969), quien lleva más de veinte años ilustrando a base de hilo y aguja para importantes marcas de moda como Neiman Marcus o Harper Collins y para revistas como Vogue o The New Yorker, afirma que «no todo dibujo es una ilustración», y pone como ejemplo «los dibujos de Miguel Ángel, que eran arte puro». En su opinión, la característica principal de la ilustración reside en el encargo: «Algo similar a cómo podía ser el arte hace siglos, que partía de una petición o de un dinero externo al artista. A partir de las vanguardias, desde el momento en que los artistas llevan a cabo sus propias propuestas, ideas y conceptos, todo lo que supone pintar, dibujar o coser bajo encargo se llama ilustración, tenga la técnica que tenga».
Disfrutemos así de la ilustración como forma de expresión responsable de cubrir la necesidad de visualización de la narrativa escrita, o el encargo, sirviéndose de múltiples medios plásticos, al igual que cualquier otra especialidad artística.