Con efe de festival y con efe de femenina. La efervescencia de la ilustración se refleja en más festivales y más mujeres ilustradoras hablando de más temas.
En los último años la ilustración ha cobrado una importancia capital en el ámbito de la comunicación visual. Pocos campos como este han sido protagonistas, no solo del diseño gráfico sino de campañas, series de televisión, portadas de discos, exposiciones, ferias, publicaciones, etc. Prueba de ello es la efervescencia de eventos donde o bien de forma monográfica o bien formando parte del diseño en conjunto, la ilustración tiene un protagonismo importante.
Uno de los últimos en llegar es el TIF Tarragona Illustration Fest. Un nuevo festival organizado por la Asociación de Ilustradores de Tarragona (AIT) y que se ha celebrado los pasados 1 y 2 de abril.
Siempre es una buena noticia que aparezca un nuevo festival en el entorno de la comunicación gráfica y visual y más si lo hace fuera de las capitales más consolidadas.
Por ejemplo, me parece una magnífica noticia que el Festival Blanc regrese a su Vilanova i la Geltrú original en octubre, como también me encanta que Serifalaris, que también ha sido estos 1 y 2 de abril opte por Getxo sin necesidad de buscar la capitalidad de Bilbao o que la Festa del Grafisme, que este año vuelve los días 16, 17 y 18 de septiembre, siga fiel a su localización en Portbou (Girona).
Cada vez hay más creadores que optan por salir de los grandes polos de atracción, el teletrabajo, la pandemia y la presión inmobiliaria lo ha fomentado y descentralizar los eventos es enriquecer la red del territorio.
Volviendo al TIF, que este año se estrenaba, hay que felicitar a la AIT por el empeño y la valentía de generar un evento similar, pero además me parece remarcable la programación de esta primera edición. El primer día, hubo una charla de Alicia Caboblanco, ella explicó su proceso de trabajo, tanto para encargos de prensa como cuando se enfrenta a la ilustración editorial. Después la gente disfrutó de una exposición colectiva, bajo un motivo común, que era el mar, y más tarde se pudo cenar en las foodtrucks de la parte exterior del recinto. Recinto que, por cierto, es uno de los tinglados del puerto, con el agua a tocar.
El sábado, se hicieron una serie de bookreview con directores de arte, agentes y editores. Durante una hora estuvieron atendiendo, en entrevistas de 10 minutos, a las personas que se habían inscrito y llevaban su porfolio. Cuatro de estos directores de arte realizaron las entrevistas de forma telemática a través de portátil. Así pues, socios de la AIT, estudiantes de la Escuela de Arte de Tarragona y otros ilustradores pudieron comentar su trabajo y ampliar su lista de contactos.
Después hubo una mesa redonda con invitados asistentes, donde se habló de la experiencia y comentaron su visión sobre la profesión desde su perspectiva. Simultáneamente, Berta Artigal y Chema Peral, empezaron la realización de un mural a las puertas del recinto que se finalizaría a las 18:00h. Al mediodía se pudo hacer un buen vermut al sol, con música, para hacer aquello que le llaman networking pero que no deja de ser charlar de forma distendida.
Después, hubo la conferencia de Carlota Juncosa en la que habló de su recorrido profesional y de su obra así como los conceptos motor de sus proyectos. Su trabajo es tan potente como su discurso. Más tarde se presentó el número 3 del Fenya, una revista que la AIT autoedita con trabajos de sus socios.
Como se puede ver, una programación modesta en número pero que resultó muy interesante para los asistentes y una particularidad: la presencia mayoritaria de ilustradoras. No es que el TIF haya hecho una apuesta de género, pero ha sabido visualizar un fenómeno que ya hace tiempo que ocurre en el campo de la ilustración.
En ningún otro ámbito de la gráfica, como en la ilustración ha sido tan presente a irrupción de autoras con una voz propia, cuyo trabajo, a menudo, reflexiona sobre su propia condición de género. Incluso aquellos ilustradores que en los últimos años han conseguido tener una línea de trabajo, más allá del encargo comercial, también han tenido en el género uno de sus motivos de reflexión, abriendo debates necesarios sobre la masculinidad, el patriarcado, etc.
En ningún otro ámbito de la gráfica como en la ilustración ha sido tan presente a irrupción de autoras con una voz propia, cuyo trabajo, a menudo, reflexiona sobre su propia condición de género.
nuevas narrativas femeninas
Pero, como digo, son las ilustradoras las que han sido capaces de generar nuevas narrativas que desestigmatizan aspectos de la vida que hasta ahora no eran abordados, por miedo, pereza o prejuicios, desde el ciclo menstrual, al placer femenino; de la brecha salarial, a los techos de cristal; desde el síndrome de la impostora al exceso de autoexigencia; desde la maternidad a la ausencia de ella.
Seguro que ya tenéis en la cabeza un buen número de ilustradoras y autoras de cómic que trabajan en ese contexto. Nos puede parecer parte de la normalidad, como debería ser, pero es un fenómeno que, a la escala que ahora vemos, es bastante nuevo.
También, aunque con menos intensidad, han aparecido discursos no binarios, no heterosexuales y no cisgénero. Todo eso ha abierto caminos de visualización de colectivos y de opciones personales que ayudan a normalizar la diversidad.
Por otro lado, la ilustración hecha desde la feminidad y también desde el feminismo aporta una mirada al mundo distinta a la hegemónica, donde aparecen matices, enfoques y sensibilidades que ayudan a dibujar, nunca mejor dicho, escenarios alternativos a este fin de ciclo del capitalismo extractivo.
Son miradas que nos hacen replantear posiciones, quizás excesivamente dogmáticas o abruptas, que la ilustración política ha tenido históricamente. En ellas la sutileza es militante y la condición humana se sitúa en el centro. Por supuesto, también hay ilustradoras con un trabajo comercial impecable y de una calidad brillante. Todas las expresiones son posibles y favorecen tener un sector efervescente y muy activo.
En todo caso y al menos por ahora, la ilustración se escribe con F.