I ♥ Mariscal

Hace una semana parece que se desataron todos los infiernos tras la publicación por parte de EFE de una entrevista en la que el mismo Mariscal decía: «Estoy arruinado». Al tratarse de una agencia de prensa, todos los medios adscritos replicaron la info con infinidad de variantes para titular: «Mariscal arruinado», «No tengo trabajo, soy un mantero», «De la gloria a la miseria», «Mi única propiedad es una Vespa». Desde entonces, no han parado de publicar noticias al respecto.

Una noticia que parece interesada, ya que no es una novedad. Hace un año nosotros mismos publicamos que el estudio de Mariscal solicitaba el concurso de acreedores con una deuda aproximada de 2 millones de euros. Entonces, ¿por qué es ahora, en este momento, cuando alcanza esta difusión?.

Si los medios han tenido poco tacto, los comentarios en redes sociales han sido infinitamente peor. Parece que muchos estaban esperando el momento para lanzarse al cuello y decir cualquier barbaridad digna de tertulia de reality show.

Esta semana Vicent Molins contactó para pulsar mi opinión sobre Javier Mariscal y publicar un artículo en Valencia Plaza (Razones para amar (o no) a un icono valenciano) sobre las dos caras –los que le aman y los que le odian– que siempre acompañan al creador del Cobi. Mi respuesta fue rápida, incluso extensa, demasiado para un artículo con múltiples opiniones.

Para mí todo es más sencillo de lo que parece. Mariscal a nivel profesional es un genio. Imposible dudarlo. Como persona, un verdadero autista, vive en su mundo y su mundo no siempre coincide con el de los demás. De ahí su dualidad en la vida pública.

Mariscal es el mejor y más reconocido creativo visual de España a nivel internacional. No hay prácticamente otro profesional de esta disciplina con el mismo reconocimiento a nivel mundial. Puedes ir a cualquier parte del mundo ‘conectado’ y seguro que conocen a Mariscal.

Su trabajo está a años luz de muchos grafistas, ilustradores y diseñadores. Es cierto que a veces se mete en jardines donde no debería y mete la pata, pero se arriesga y por eso a veces tiene problemas.

Su gráfica está entre el surrealismo, el cubismo y la abstracción. Seduce por su minuciosidad en los detalles y su falta de rigor en las formas. Sus colores son mucho más que pintura, son estados de ánimo. 

No podemos olvidar que Cobi es la mascota más reconocida y genial de la historia de las olimpiadas. Y solo por eso debería ser tomado con un poco más de respeto. Es, como él dice, un autista o disléxico que te puede sacar de quicio fácilmente pero en personas como él es donde radica la verdadera creatividad y donde encontraremos caminos y nuevos puntos de vista.

Ha desarrollado proyectos en todos los campos. Ilustración, cómic, diseño, producto, publicidad, branding, moda, cine. Si encontramos a alguien que haya hecho la mitad será un milagro. ¿Nadie se acuerda ya de su expo en el Design Museum de Londres?

Los ilustradores dicen que les gusta mucho lo que hace, pero que mejor se dedique a otra cosa. Los diseñadores dicen que es muy bueno, pero que no haga diseño. Los diseñadores de producto dicen que mejor no se dedique a hacer muebles, aunque les encantan sus sofás y sus sillas que son verdaderos iconos, incluso los del cine alucinan con sus películas, pero que es preferible que deje un campo que no controla. A todo el mundo le gusta, pero nadie quiere que se dedique a ello. ¿Por qué será?

Mariscal deambula en libertad por la esencia de la creatividad, por el mundo de las ideas nuevas y poco manidas. Su manera de pensar está fuera de los cauces habituales y descoloca a cualquiera. Todavía recuerdo cuando a la extinta Bancaja le planteó que cada oficina de sus más de 1.300 sucursales fueran diferentes, cada una de un color y decoración diferentes. ¡Una locura!

También es cierto que muchos de los que han trabajado con él, comentan que es un tipo complicado y debe costar mucho viajar junto a él con su ‘libertad’ vital. Recordaba en una entrevista hace poco que incluso se le olvidaba del nombre de su mujer o de sus hijos. No debe ser fácil.

Y es que es muy común que el tipo ‘raro’, en este país, siempre haya sido muy mal tratado. Mariscal es un tipo libre que hace lo que quiere cuando quiere y no se pregunta nada más. Disfruta del viaje y nos regala destellos tan grandes que nadie los entiende. Lo diferente siempre genera rechazo.

Las críticas que está recibiendo ahora por su reciente catástrofe económica, se deben en su mayoría a gente que le encanta ver al que está arriba caer, porque tal vez así puedan ocupar su lugar. Luego está el público en general que le encanta ver a grandes genios caer y pasarlo mal después de años de gran éxito. Compararse con alguien que le va peor es siempre terapéutico. Somos así.

Parece también estar tocado por la maldición de los Premios Nacionales de Diseño. Muchos han cerrado, han desparecido, han pasado momentos muy malos después del premio o han reducido su actividad hasta convertirse en irrelevantes. En otros países, si te dan un premio nacional –o equivalente– significa entrar en un club y ser un profesional con el que todo el mundo quiere trabajar. Aquí significa todo lo contrario. Te apartan y te etiquetan.

Cada uno que opine lo que quiera. Yo lo tengo claro. I ♥ Mariscal.

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