Helen Levitt (1913 Brooklyn, Nueva York) es una figura clave dentro del panorama fotográfico estadounidense debido a sus fotografías, que conforman el retrato de Nueva York a través de lo que ocurría en sus calles y que Levitt inmortalizaba.
«Cuando vi fotos de Cartier-Bresson comprendí que la fotografía podía ser arte… Y eso me hizo ambiciosa», Helen Levitt.
Gracias a su cámara Leica, Helen Levitt retrató en blanco y negro la vida de la ciudad donde nació y vivió, Nueva York. Las fotografías de Levitt retratan la actividad incesante de las calles neoyorquinas, en las que los niños toman un papel relevante debido a la costumbre de jugar en la calle. Estas imágenes son el retrato documental de la forma de vida de los habitantes de los distintos barrios de la ciudad; distritos en los que las familias hacían vida en la calle, fuera de sus hogares.
Fotografiar la vida de los neoyorquinos fue una actividad que también realizó junto con el fotógrafo Walker Evans, con quien entabló una amistad tras presentarse ante él y mostrarle una selección de sus imágenes. Levitt compartió laboratorio y sesiones de trabajo en las calles de Nueva York con Walker Evans, incluso le acompañaba durante sus expediciones al metro para la elaboración de Subway Portrait. Durante la elaboración de este trabajo de Evans, Helen Levitt se encargaba de sentarse junto a los viajeros del metro para que no sospecharan.
Esta técnica influyó en el método de Levitt para fotografiar las calles neoyorquinas sin que los habitantes de esta ciudad se dieran cuenta. La fotógrafa visitaba con frecuencia los mismos sitios y permanecía el tiempo suficiente como para pasar prácticamente desapercibida. Este deseo de ser invisible ante las miradas de los vecinos se debía al interés por captar la actividad de las calles en su expresión natural, para poder inmortalizar escenas que evidenciasen que la belleza existe en todas partes siempre que sepas verla.
Las fotografías de Levitt se publican por primera vez en julio de 1939, en la edición especial de la revista Fortune dedicada a Nueva York. Cuatro años más de tarde de esa publicación, Helen Levitt expone individualmente en el Museo de Arte Moderno (MOMA) comisariada por Edward Steichen.
Entre 1949 y 1959 Helen Levitt se pasó al cine, época durante la cual colaboró como montadora en varios documentales proamericanos de Luis Buñuel durante la Segunda Guerra Mundial. Así, junto James Agee y el pintor Janice Loeb desarrollaron dos cintas propias, In The Street (1948) que trataba sobre el Harlem hispano y The Quiet One (1949) que gira en torno a la vida de un niño de diez años con trastornos emocionales.
Helen Levitt regresó a la fotografía a finales de los años cincuenta, aunque cambiando de escenario y de medio. La mirada fotográfica de Levitt se redirige hacia el atestado distrito de Garment, debido a la desaparición del tipo de vida en las calles que había retratado. Este regreso a la fotografía supone un inicio de la fotografía en diapositiva y dar el salto al color.
Esta nueva etapa está caracterizada por fotografías que reflejan el ajetreo del centro de la ciudad en el que los individuos realizan una menor interacción entre ellos. Sin embargo, continúan ajenos a la cámara, aunque debido al ritmo de sus vidas.
A pesar de que el trabajo de Levitt se centró en la ciudad de Nueva York, la fotógrafa realizó una escapada a México que quedó reflejada en su trabajo Helen Levitt: México City (1997). No obstante, la relevancia de la obra de Levitt no se debe a las localizaciones donde fotografiaba, sino al gran interés de la fotógrafa por los sujetos de sus imágenes.