«Hacemos lo que podemos», Rafael Armero, presidente de ADCV

Hace unos días, el Ayuntamiento de Valencia lanzaba una llamada a proyecto para llevar a cabo la imagen de las Fallas de 2019 cuyo pliego de condiciones está repleto de irregularidades en lo referente al presupuesto presentado, a los requisitos, al jurado, etc. Dado que las asociaciones profesionales ADCV, APIV y ComunitAD respaldan esta convocatoria, hemos decidido contactar con sus respectivos representantes para conocer su opinión sobre esta convocatoria.

Rafael Armero 

En esta ocasión, hablamos con Rafael Armero que, además de ser director de arte y diseñador de experiencias con sede en Valencia (España), es presidente de la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana desde 2015. 

¿Cuántas personas están asociadas al ADCV y cuánto supone de porcentaje dentro del gremio?

Ahora creo que somos alrededor de 200 personas. No te podría decir el número exacto porque siempre hay una oscilación. En porcentaje no te lo podría asegurar. No lo sé porque ahora mismo está saliendo mucho profesional joven que está trabajando y algunos se asocian y otros no. No tenemos un pulso exacto del porcentaje.

¿Consideras que con esas cifras es legítimo representar a todo el sector?

Somos una asociación que está haciendo cosas por el sector –unas cosas más aceptadas y otras menos aceptadas; unas más atinadas y otras menos atinadas–. Estamos haciendo todo lo posible por él. En cuanto a la representación, evidentemente, el sector es muy grande y no solo en el mundo del diseño gráfico y del de producto, sino que hay muchas personalidades.

Somos como cualquier asociación que trabaja con unas guías y que la representación también depende del punto de vista con el que se mire dentro de toda la amplitud del diseño. Está claro que sí que intentamos, dentro de la medida de lo posible, con nuestros recursos y nuestras posibilidades, no estar parados.

¿Qué responsabilidad tiene la Asociación en el proceso de selección de profesional para la creación de la imagen de Fallas 2019?

En principio, los papeles de las asociaciones dentro de los procesos de selección de las llamadas a proyecto son tres: intentar hacer un cambio a la hora de generar unos tipos de encargos en concreto; el de acompañar a nivel de comunicación y divulgación para que la llamada llegue a más sitios. También otro papel que tiene que ver con el acompañamiento a la hora de consensuar quién puede estar trabajando o filtrar cierto tipo de trabajos… La Asociación participa en ese primer acercamiento, el que precede a la fase relacionada con la contratación.

¿Consideras que, con las llamadas a proyecto, la asociación está velando por los intereses del sector al 100 %?

La llamada a proyecto es un modelo concreto para un tipo de proyecto. Puede funcionar en algunos casos y para otros, quizá, funcionen mejor otros modelos.

Con lo que, al 100 % no sé si tengo la potestad de asegurarlo porque siempre es relativo y también depende para quién. Es cierto que es una buena herramienta (en evolución), pero, más que una herramienta, es una etiqueta porque realmente es una manera de seleccionar.

¿Deberían exigir las asociaciones a la Administración que cumpla a rajatabla los requisitos que favorecen al profesional, o se debe ser un poco más laxo ya que la administración tiene en cuenta a las asociaciones para ciertas cosas?

Nosotros tenemos que intentar que se hagan las cosas siempre bien. Podemos llegar hasta un límite. Les podemos trasladar nuestras inquietudes. De hecho, en el histórico de relación con ellos [la Administración], muchas veces pedimos cosas y otras veces intentamos que se cambien. Siempre intentando que se haga lo mejor posible. Pero nunca se sabe, porque más adelante está la parte administrativa donde nosotros solo podemos reivindicar.

No tenemos ningún tipo de potestad en la parte administrativa. Incluso, muchas veces, ni sabemos cómo es esa parte burocrática en algunos casos en concreto.

Siempre que nos reunimos con ellos, y siempre que tenemos oportunidad, les decimos cuáles son las buenas prácticas; nuestra función es conseguir que se cumplan. Hay ciertas buenas prácticas que son buenas para nosotros y quizá para la Administración, desde su punto de vista, les parecen más injustas. Eso nos pasa en todas las profesiones.

¿Cuál es tu opinión con relación a las irregularidades que comentamos en Gràffica sobre la llamada a proyecto de la imagen de las Fallas 2019?

 A mí, las irregularidades no me gustan ninguna. De hecho, la llamada a proyecto es una cuestión sobre la que estamos trabajando. Estamos intentando que evolucione; que vaya mejorando o que se cambie por otras cosas.

Estamos en desacuerdo totalmente en todo lo que sean irregularidades en términos de contratación. Una llamada a proyecto no es ningún contrato, por lo menos en la fase en la que participamos.

Los profesionales que participan en la llamada a proyecto no firman ningún contrato. Es más una cuestión de un acompañamiento en una primera fase en la que se hace una selección, como en cualquier proyecto o en cualquier trabajo.

Es más tarde cuando el profesional es el que cierra el trato y termina de negociar con el cliente, formalizando esa parte burocrática. Nosotros ahí no entramos por lo que, desde nuestro punto de vista, entendemos que en esa parte inicial no contractual no hay irregularidades.

También es verdad que si tenemos que mejorar algo, lo hacemos. Y si estamos haciendo algo mal, dejamos de hacerlo. Estamos trabajando en ello y estudiándolo.

Y si llega un momento en que ese tipo de prácticas suponga que estemos en esos límites, seremos los primeros en tomar cartas en el asunto y en dar una solución.

No queremos estar haciendo nada que sea ilegal. De todos modos, hay una evolución y llegará un momento en que el sistema existente habrá que cambiarlo, sustituirlo o anularlo. Siempre y cuando esté bien hacerlo.

Desde mi punto de vista, en la Asociación no hay nadie que, si esto supone una irregularidad –en esta parte inicial (la otra la desconozco totalmente, o por lo menos no tengo potestad en decir cómo contrata la Administración cada cosa porque ya es una cuestión legal)–, quisiera seguir adelante con ello.

En cuanto al presupuesto, el proyecto se presenta por 4.500 euros, pero es sabido por la experiencia de las anteriores tres ediciones que el presupuesto que se paga al final es mucho mayor. ¿No deberían exigir las asociaciones que se licite por la cantidad total, ya que existe la experiencia previa de que el presupuesto inicial no es suficiente y así evitar que pueda haber un fraccionamiento de facturas?

En este tipo de encargos con contratos menores, a nosotros nos dicen que un trabajo va de aquí a aquí y, luego, el resto, si hay que hacer alguna adaptación, ya veremos lo que pasa.

El recorrido que tienen las campañas muchas veces no se sabe. Si ya saben desde un principio el recorrido que tiene que tener una campaña, igual se tiene que plantear de otra manera.

Para la imagen de Fallas hemos creado una Comisión para ir trabajándolo porque esto no es sencillo. Ni decido yo, ni decide la asociación, todo esto lo llevamos a las asambleas porque tenemos que estar un poco respaldados y no tomar una decisión unilateral.

Sí que es cierto que en todos los proyectos que podemos, planteamos recomendaciones para ir cambiando cosas. El ejemplo es este proyecto de Fallas que ha ido evolucionando: de solo un cartel a carteles con sus adaptaciones. No sé si en la edición de este año, pero quizá el año que viene haya que plantearlo de otra manera. Digo ‘no sé’ porque no conozco exactamente las necesidades que tiene el Ayuntamiento ni mucho menos. Lo que vemos es que lo que sí está cambiando es el tipo de resultado final de esa campaña gracias a esa evolución. Quizá este año hacen el cartel y no tienen para presupuestar más de lo previsto o a lo mejor sí que tienen más. Esto depende de las necesidades. Si ya tienen una idea de que esto se va a repetir continuamente, quizá el año que viene tienen que plantearlo como una campaña más grande y, al ser así, sí que tienen que hacerlo de otro modo. La Asociación será la primera en decirlo, porque no queremos que estas cosas pasen.

Como han cambiado las leyes ahora y hay tantos huecos, yo literalmente me pierdo (yo me dedico a diseñar).

Hay llamadas a proyecto en las que hemos participado que podrían estar mejor o peor pagadas, peor o mejor concretadas. Tenemos un equipo detrás que, más o menos, está ahí. Hacemos lo que podemos. Si en algún momento estamos haciendo algo mal o algo que no se pueda hacer, paramos rápidamente. Nosotros no queremos incurrir en nada. Lo estamos mirando. Por ejemplo, ha habido algunos proyectos en los que sí que puede ser que haya habido un desarrollo detrás, pero que no haya llegado al máximo. Es una cuestión de contratación del Ayuntamiento.

Mientras que con el presupuesto no se sobrepase el contrato menor, el Ayuntamiento puede seguir contratando más piezas –no sé si esto está bien o está mal, hablo desde el desconocimiento y la intuición. Si fuera ilegal, nosotros automáticamente rectificamos–. Se supone que el Ayuntamiento te puede seguir contratando hasta cierta cifra. Evidentemente, si se pasa, ya no puede seguir contratándote.

Desconozco qué es lo que pactan después los profesionales que finalmente se encargan del proyecto. Nuestro trabajo no va más allá de ayudar a responder a la pregunta de a quién se puede seleccionar para hacer un proyecto. También hay que tener en cuenta que, si llega un momento en que eso no tiene que ser así, no será. Siempre estamos pendientes y siempre hay cosas que se pueden hacer mejor, más atinadamente.

Pero otra cosa es que haya una intención real y consciente de fraccionar facturas. Si vemos que eso es así, nosotros seremos los primeros que nos vamos a retirar de todo esto. Como hemos hecho en otros muchos casos.

La opinión pública nos interesa muchísimo. Nosotros somos una asociación que hace lo que puede y que toma el pulso de la sociedad. Si hay inquietud, lo primero que hacemos es investigar esas inquietudes. Por supuesto, no cortamos las cosas de manera radical hasta que no vemos de verdad que se esté haciendo algo mal, pero en el momento en el que veamos que eso no es así, nuestra posición va a ser totalmente distinta.

Lo que pase después de esta parte inicial de selección, es una cuestión que sí habría que mirarlo. Por transparencia, yo creo que no deberían hacerlo si lo hacen –hablo desde el desconocimiento y presuntamente–. Y si se comete algún tipo de irregularidad, deberían cambiar. No creo que sea la intención, pero si fuera así, seríamos los primeros que dijeran que hay que cambiarlo. Si no es un contrato menor, tiene que pasar por un concurso por méritos.

Nosotros somos los primeros que vamos a investigarlo porque al final sería ilógico que apoyáramos algo que no coincidiera con nuestra postura.

En cuanto a los requisitos, ¿creéis, desde la Asociación, que cualquiera puede desarrollar un proyecto, o habría que exigir un mínimo en cuanto a experiencia, estructura profesional o incluso certificaciones como la legalidad del software a aquellos que se presentan?

Siempre va a depender del tipo de producto. Evidentemente, dentro de la legalidad siempre. Si se va a hacer un proyecto que necesita un software en concreto, el diseñador que se presente tiene que tenerlo. No sé cómo funciona legalmente, pero yo sí que sé cómo trabajo y yo tengo mi software legal, porque es mi herramienta de trabajo. Tampoco es lo mismo hacer un cartel que una campaña de x millones. O que en la llamada se busque a profesionales jóvenes porque se quiera apostar por gente emergente. En todo caso, siempre se cuenta con profesionales.

El ser profesional significa que lo tienes todo en regla. Ha habido, en algunas llamadas, candidaturas que finalmente no han participado porque, tras preguntarles, no estaban dados de alta como profesionales.

No se me ocurre que nadie pueda hacer nada que no sea legal. No puede ser. La llamada a proyecto te va a llevar a hacer un encargo profesional. No se trata de un concurso de pintura donde te van a dar un premio. Si te presentas y engañas en ese aspecto, al final te van a descubrir a la hora de hacer la factura, por ejemplo.

En el caso de suponer que todos tienen las mismas oportunidades, ¿sería justo entonces que un diseñador freelance compita contra una agencia?

No lo sé, es una cuestión de percepción. Hay empresas grandes que siguen siendo freelance; grandes profesionales que funcionan como freelance, aunque tengan su empresa. Ese tipo de freelance, quizás, tengan más oportunidades que una empresa, según qué casos. Muchas veces pensamos que el freelance es pequeño, pero hay algunos muy grandes en términos de resolver el trabajo.

Si es una cuestión de talento, no creo que haya ninguna desigualdad.

En cuanto a los baremos, ¿por qué no se miden las candidaturas por medios cuantitativos y cualitativos que den un resultado en el que todos puedan saber dónde ganan y dónde pierden?

Este tipo de selecciones –de acompañamientos– al final tiene que ver con un consenso de los profesionales que están evaluando y que están teniendo en cuenta cierto tipo de cosas desde su punto de vista profesional.

Yo desconozco si en términos de premios existe un baremo matemático con los que se den los premios. Lo que sí que sé es que se intenta hacer por consenso y de ahí la idea de involucrar a profesionales.

Porque si el que está evaluando no es profesional, podría ser una risa.

Esa es la razón de la intervención de la Asociación; asegurase de que hay profesionales quienes intentan llegar a un consenso.

En cuanto a las puntuaciones, desconozco si en los premios se hace de ese modo. Tampoco sé si sería o dejaría de ser justo. En este tipo de selección de consenso no sé si existe un porcentaje o baremo; teniendo en cuenta de que hablamos de una preselección, de una orientación para saber qué profesional puede ser el mejor para un trabajo, no sé si existe –y no solo en nuestra profesión, en cualquiera– un baremo, unos cálculos que sean justos. Hablamos de evaluaciones llevadas a cabo por personas y que se tienen que hacer por comparación. Siempre hay una comparativa. Es algo relativo, por lo que no sabría si es justo o injusto.

Desde el punto de vista del diseñador que se presenta, ¿crees que puede ser profesional el no saber qué personas van a juzgar su candidatura siendo que se trata de un proceso de selección subjetivo?

No lo sé. Quizá sería un punto que investigar. Si las condiciones legales dictaran que es necesario dar a conocer quiénes van a componer ese consenso, automáticamente se plantearía cambiarlo. De todas formas, no lo vemos igual que si fueran unos premios donde sí se comunica.

Eso puede cambiarse rápidamente. Incluso si por ley no fuera necesario –que lo desconozco–, pero fuera un requisito que pide el público porque supondría una mejora, se podría modificar.

Es una duda interesante. No lo tenía previsto como irregularidad. Pero si esto puede aportar más luz a la gente que se presenta, lo veo hasta positivo. Todos estos matices, si se plantean, pueden ser una opción.

¿Qué requisitos se exige a los miembros del jurado?

En la Asociación, hacemos llamamiento a profesionales para ver si pueden ayudarnos en ese sentido. Lo principal es que sean profesionales; que sepan lo que es el sector, que trabajen en él… No sé qué otro criterio puede haber.

En cuanto a los derechos de autor, en la convocatoria no se especifica cómo se gestionarán los derechos de autor del proyecto presentado. ¿Debería la Asociación exigir la protección de los derechos de los autores, o esto se deja a cada empresa/profesional que lo exija por sí mismo?

En la Asociación, somos pro-derechos de autor y lo defendemos, pero es cada profesional el que llega a una negociación de sus derechos como autores; cada profesional –esto es algo que tienen que tener súper claro– tienen que llegar a unos acuerdos en gestión de imagen, etc. en sus contratos y esto varía en función de diversos factores.

Nosotros no estamos lanzando un contrato. Eso ya está más relacionado con la negociación o diálogo entre el profesional y el cliente. Nosotros no podemos pactar nada previamente porque no creo que fuese legal.

Los derechos tienen que estar controlados, y los profesionales que van a dedicarse a desarrollar el trabajo, tienen que tener sus contratos tanto de la gestión del trabajo como de los derechos de autor, claros: qué se va a hacer con las piezas, qué tipo de reproducción… Hay muchos profesionales y muchas formas de trabajar. Cada diseñador es un mundo. Cada profesional tiene que llegar a un acuerdo. Son contratos personales que firma el profesional. Creo que como Asociación no tendríamos que imponer nada en ese sentido.

El profesional tiene que formarse más para todo este tipo de cosas, para que no se le escape ni una. El profesional tiene que ser más consciente de ello.

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