Bisgràfic es un estudio especializado en la comunicación visual y el diseño gráfico ubicado en Barcelona y Osona. Nació hace ya 27 años, durante los cuales han realizado trabajos para muchos clientes distintos como Médicos Sin Fronteras o La Caixa, entre otros.
¿Cómo nace Bisgràfic?
Bisgràfic nace en 1991 como acto rebeldía ante los padres por querer estudiar algo que ellos no veían claro. Estudiar diseño y vivir fuera de Barcelona no era fácil. Fundar un estudio lejos de la zona metropolitana, aún menos. En nuestra zona existía un vacío y una mentalidad predispuesta al diseño. Nosotros lo ofrecimos y funcionó. A partir de entonces hemos evolucionado y nos hemos adaptado constantemente a las transformaciones que ha vivido el mundo del diseño: abrir otro estudio en Barcelona, hacer una transformación hacia el digital, y convertirnos en un estudio de comunicación transmedia.
¿En qué estáis trabajando ahora?
Siempre estamos con dos o tres proyectos a la vez. Pero por destacar alguno que ya se pueda contar: estamos trabajando en un encargo para Médicos Sin Fronteras, un proyecto educativo sobre el terreno en Nigeria. Estamos convencidos de que el diseño puede cambiar la sociedad, y éste proyecto es un gran ejemplo. Si queremos contribuir a generar una sociedad mejor es importante que diseñemos en clave positiva.
¿Cómo es un día en Bisgràfic?
Tenemos rutinas un poco de familia. A las 9 desayunamos juntos, vamos a por la comida, compartimos música… Después, nuestra rutina también está muy condicionada por el espacio donde estamos: es una nave grande que compartimos con otras agencias y profesionales. Eso provoca que el día a día sea refrescante y muy ameno: caras nuevas, conversaciones en torno al café. No nos saturamos tanto como si estuviéramos nosotros solos en un estudio.
Trabajáis muchas disciplinas diferentes. Desde campañas completas de comunicación hasta trabajos de packaging. ¿Cómo es posible?
Centramos nuestro trabajo en la identidad y el diseño editorial, que nos sirven para contar historias. Y el resto es sólo la consecuencia. Cuando hacemos un packaging, por ejemplo, estamos desarrollando una identidad de marca. O cuando hacemos una web, la diseñamos y la desarrollamos como si fuera una pieza editorial. Las diferentes piezas que hacemos, sean campañas, packs o proyectos digitales, suelen ser la consecuencia de explicar la historia y la identidad de una marca.
Algunos nos dicen que hacemos un “diseño fácil”. Conseguirlo, sin embargo, es difícil. Trabajamos para que todo lo que diseñamos tenga una coherencia y una continuidad lógica, que sea fácilmente adaptable a elementos futuros y que el receptor lo perciba sin dificultad.
¿Cuantos creativos formáis Bisgràfic?
Somos seis, y todo el equipo de Bisgràfic se podría considerar como creativo. Por poner dos ejemplos: nuestro front-end es periodista, diseñador y desarrollador. Después, la directora de proyectos, también es diseñadora. Intentamos combinar perfiles muy diferentes, que entiendan diferentes partes del proceso, pero que tengan en común un carácter y una capacidad de adaptación.
«Algunos nos dicen que hacemos un “diseño fácil”. Conseguirlo, sin embargo, es difícil».
¿Cómo es la distribución de trabajo dentro de Bisgràfic? ¿Contáis con algún protocolo para la gestión de nuevos proyectos que os llegan? O, en cambio, ¿se decide trabajar de una forma distinta por cada uno de los proyectos?
La idea principal es que haya el máximo de personas trabajando al principio del proyecto, y el mínimo al final. Cuanta más creatividad, ideas e inputs diferentes al principio del proyecto, mejor. Pero en la etapa de ejecución, tendemos a individualizar las tareas: nos ayuda a focalizar.
Además de los encargos que os llegan, ¿realizáis trabajos personales como forma de autopromoción?
Menos de los que querríamos. El problema es que vas haciendo, y el día a día te come y no eres capaz de abstraerte para ejecutar las ideas de proyectos propios. Hace unos años, cuando abrimos estudio en Barcelona, hicimos un proyecto que consistió en pedirle a nuestros colegas del sector que nos dieran la bienvenida en forma de póster. Ahora decoran nuestro espacio de trabajo.
¿Trabajáis con colaboradores externos? Si es así, ¿podéis ponernos algún ejemplo?
Evidentemente. ¿Cómo no contar con gente mucho mejor que nosotros en todas las disciplinas? Lo que comentábamos antes, ¿que cómo podíamos tocar tantos palos diferentes? Aquí está parte de la explicación: contando con colaboradores. Por ejemplo: ¿sabemos hacer naming? Sí, pero hay gente que lo hace mucho mejor que nosotros, así que si que es posible y encaja el presupuesto, contamos con Xavier Grau de Nom-Nam para temas de claiming, naming y concepto. Y lo mismo te podría decir de letterings, copywriting, animación, etc.
¿Cuál diríais que es la rama que más os identifica?
La identidad siempre asociada al diseño editorial. Llevo quince años diciendo que éramos un estudio de comunicación visual dual, por trabajar al mismo nivel print y digital. Ahora se le llama transmedia. El caso es que intentamos trabajar de forma transversal todos los proyectos.
¿Habéis realizado algún trabajo para alguna institución pública? ¿Qué ventajas y desventajas encontráis entre trabajar para una entidad pública y para una empresa privada?
Sí, trabajamos tanto para entidades públicas como para empresas privadas. La ventaja de la empresa privada es que la persona que te hace el encargo normalmente es la que tiene el poder de decisión sobre qué se hará y qué no.
En las instituciones, a veces hay unos mecanismos burocráticos que hacen que haya muchos pasos y muchas partes interesadas diferentes y se hace un poco más engorroso. Pero a cambio, los proyectos de la empresa pública tienen una visibilidad inigualable, y cuando hay sintonía con el cliente, es un placer por el tipo de proyectos que se pueden llegar a desarrollar.
El contacto con los clientes a veces puede ser algo realmente frustrante. ¿Os habéis encontrado con algún cliente así del que podáis contarnos alguna anécdota?
Puede parecer demasiado políticamente correcto, pero la verdad es que intentamos trabajar con clientes con los que hay sintonía. Si hay un punto en el que la relación se degrada (por presupuesto o por diferencias en la forma de entender la comunicación) se intenta reformular la colaboración, o se hacen menos proyectos, y tampoco es ningún drama. Con los que trabajamos suele haber una afinidad muy buena.
«La ventaja de la empresa privada es que la persona que te hace el encargo normalmente es la que tiene el poder de decisión sobre qué se hará y qué no».
¿Qué pensáis que le falta a la formación en diseño actual? ¿Se sale lo suficientemente preparado para la gran competitividad que hay en el sector?
Lo que le suele faltar a la mayoría de estudiantes de diseño cuando salen a la calle es mala leche. Tienen miedo a comunicar y a expresar lo que saben, y se acomodan en la disciplina que se les da mejor.
Cuando doy clases siempre les digo que hacerse diseñador es cuestión de años, experiencia y dejarte ir. Y el problema que veo a veces en la formación es que se les prepara para hacer portfolio.
Es una visión del diseño demasiado estética, y normalmente falta concepto. El hecho de que las escuelas busquen más la titulación oficial que la experiencia a la hora de contratar profesorado, creo que puede acabar degradando y empobreciendo la formación que se ofrece al alumno.
Los concursos realizados para los encargos de proyectos suelen causar grandes polémicas dentro del mundo del diseño y en el sector creativo en general. ¿Cuál es vuestra experiencia con ellos? ¿Cuál pensáis que sería la mejor forma de realizar estos encargos por concurso?
Durante 8 años estuve en la junta del ADG-FAD, y una de las cosas que intentamos hacer fue poner en valor la profesión del diseñador dentro de los concursos. No fui el único promotor, también hubo gente dentro de la junta a favor. Se hizo un gran trabajo a la hora de crear unas guías que regularan este tipo de procedimientos.
Nosotros éramos anti-concursos, pero si se hacen de esta manera, sin realizar trabajos por adelantado que no se van a cobrar, es positivo. La dinámica tiene que ser elegir de 3 a 5 estudios sobre el portfolio y experiencia del estudio. Todo ello bajo la supervisión de un jurado imparcial y profesional, y a partir de ahí pagar un mínimo a todos por la propuesta. El que no gana no puede cobrar el encargo al completo, pero sí que se tiene que retribuir la parte realizada. Es gratificante.