El nuevo logo de Madrid, presentado hace unas horas por el Ayuntamiento, presenta deficiencias en el dibujo vectorial que no debería tener un logo institucional de alta presencia y uso como es este.
Es habitual que las cosas en el mundo del diseño se hagan rápido, de un día para otro, pero cuando se trata de un proyecto de la importancia de un logo institucional del primer ayuntamiento de un país, de su capital, parece que las cosas hay que tomárselas un poco en serio. En este caso tres meses de trabajo parece que son más que suficientes para poder repasar y revisar las cosas.
A primera vista el proyecto es correcto. Sencillo, sin demasiadas pretensiones. Limpiar y ordenar. Bien. Pero una mirada más concreta y ampliada revela graves errores de vectorización del escudo. Aunque si nos fijamos en la famosa rejilla que todo neófito pone en un manual ya vemos que hay cosas que no funcionan. Hay líneas que se tuercen y no llegan a los mismos sitios que sus pares simétricos. La vista ampliada es desoladora.
Errores que no son propios de un trabajo profesional y serio. Lo curioso es que estos errores son heredados del escudo del antiguo manual, como nos ha confirmado el propio Ale Salerno. «Yo no lo he dibujado, es herencia del manual anterior» [Manual anterior]
Los vectores están retorcidos, las áreas no están cerradas, las tangentes están mal hechas, la líneas paralelas no son paralelas, las puntas de la corona un desastre… Una verdadera chapuza. Casi no se libra ni una sola pieza del escudo. Solo hay que descargarse el manual, abrir el PDF en Acrobat o en Illustrator y comprobarlo ampliando un poco.
Últimamente, con la excusa de no gastar presupuesto público, todo se hace con freelancers solitarios, con amigos, internamente, con muy poco equipo y con muy poca supervisión y muy poco bagaje. Esto no es perdonable, aunque se herede.
Si se quería mejorar, limpiar y ordenar la imagen del principal ayuntamiento de España, el de su capital, parece que muy limpio no lo han dejado. La verdad es que no sé si disculpar a Ale Salerno por haber heredado esto o culparlo por no haber, en tres meses, redibujado lo que él mismo sabía que era una chapuza.