El logo de las Olimpiadas de Madrid tropieza con la misma piedra

La organización de los Juegos Olímpicos de 2020 ya está en marcha. De nuevo, y esta ya es la tercera vez, el Ayuntamiento de Madrid va a presentar su candidatura para ser la sede que los acoja. Como es obvio, hay que elegir una marca que simbolice y transmita una imagen de la ciudad. Una tarea que, también por tercera vez, el Comité Olímpico Español (COE) ha dejado en manos de un concurso, esta vez restringido sólo para estudiantes.

Así, el logotipo que represente la candidatura de Madrid en las Olimpiadas de 2020 no saldrá de un equipo de diseñadores profesionales, sino «de uno de los centros educativos españoles que tengan implantadas las enseñanzas superiores de diseño, especialidad de diseño gráfico». Así lo ha decidido el COE y así lo hacía público el día 5 de diciembre de 2011 en su página web.

¿El coste del logo? Pues por lo visto les va a salir bien barato, 6.000 euros; el importe que se llevará el ganador en forma de beca para la matriculación [aunque ese importe podría doblarse hasta los 12.000 euros en el caso de que el diseño ganador lo presente un tándem de dos estudiantes]. Vamos, que muy pobre es el valor que el COE otorga al diseño para la difusión de la candidatura madrileña. Aunque claro, estamos en época de vacas flacas.

Recordemos que la historia del logo de la candidatura de Madrid viene coleando desde 2001. Entonces el alcalde de la capi ni si quiera era Gallardón, sino Álvarez del Manzano. En aquella ocasión, se habilitó un concurso público en el que participaron cinco diseñadores para presentar sus propuestas: Enric Satué, Alberto Corazón, José María Cruz Novillo, José Torrent y Javier Mariscal. Cada uno de ellos cobró un millón de pesetas por su dibujo, a excepción de Mariscal, que al resultar ganador cobró cuatro millones de pesetas por su trabajo.

Eso sí, a Álvarez del Manzano no le gustó la idea presentada por Mariscal, una llama en horizontal que parecía imitar una M de Madrid, y éste tuvo que darle una vuelta de tuerca. «En esto del diseño siempre hay que oír al cliente. Si me dan argumentos puede que lo cambie. Ahora bien, si me dicen que tengo que quitar algo porque sencillamente no les gusta pues no lo cambiaré», según recogía El País 15/06/2001. En un juego de malabares, la solución de Mariscal fue darle la vuelta al logo, que pasó de un diseño horizontal a uno en vertical.

Posteriormente, en 2007 el COE y el Ayuntamiento de Madrid la liaron parda con una segunda convocatoria para diseñar el logo que representara la candidatura olímpica de Madrid en 2016. En aquella ocasión, el concurso era a lo bruto, es decir, abierto a todo tipo de público; obviando por completo a los profesionales del diseño. De todas las propuestas recibidas, sólo quedaron seis logos finalistas; seis joyas entre las que se coló hasta un plagio.

Finalmente, el ganador resultó de una votación popular. Un estudiante hispano-argentino de 26 años que se embolsó los 30.000 euros de premio. Algunas voces se quejaron de lo pobre y lo manida que era la imagen del logo ganador. Pero lo realmente de chiste fue constatar que posteriormente el logo ganador de las Olimpiadas tuvo que ser rediseñado porque planteaba serios problemas para su implantación real. Eso sí, el rediseño esta vez corrió a cargo de un equipo de diseñadores profesionales, lo que conllevó un nuevo desembolse económico.

No contentos con el fracaso de 2001 y 2007, ahora llega el tercer concurso para diseñar el logo que represente la candidatura de Madrid para las Olimpiadas. Y ante estos entuertos, la pregunta es ¿por qué de nuevo un concurso? Los argumentos no son fáciles de entender pero visto cómo está el patio del diseño, cualquiera se lo puede imaginar. El COE aduce lo siguiente «Madrid 2020 quiere convertir en protagonistas a los jóvenes que buscan ansiadamente un futuro. Necesitamos sus ideas, sus iniciativas, sus propuestas y su trabajo».

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra. En el caso del logo de las Olimpiadas ya son tres tropezones, ¿para cuándo los representantes políticos y las instituciones públicas que dicen «representarnos» aprenderán la lección? El símil ya lo hemos contado más de una vez. Si tengo un problema de corazón, ¿a quién acudo, a un médico o lanzo un concurso popular para que me diagnostiquen qué medicación tomar?

Señores del COE, ¿no sería más lógico y más sencillo confiar en un equipo de expertos que acometa un proyecto serio y profesional de diseño? Tan sólo tienen que abrir los ojos y ver el proceso de creación de marca que sus colegas brasileños han llevado a cabo para los Juegos Paralímpicos de Río 2016. Este es el más claro ejemplo de que el buen diseño funciona.

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+info: www.coe.es

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