El Museo Guggenheim Bilbao abre sus salas a la obra de Maria Helena Vieira da Silva (Lisboa, 1908 – París, 1992) con la exposición Anatomía del espacio, una amplia retrospectiva que podrá visitarse entre el 16 de octubre de 2025 y el 22 de febrero de 2026.
La muestra reivindica a una de las figuras más singulares de la pintura europea de posguerra, cuya trayectoria, marcada por el exilio y la experimentación constante, dio lugar a un lenguaje pictórico personal en el que espacio, luz y memoria se entrelazan en composiciones de gran intensidad poética.
Una voz única en la Escuela de París
Vieira da Silva es una de las pocas mujeres que logró reconocimiento dentro de la denominada Escuela de París, un heterogéneo grupo de artistas internacionales que, desde la capital francesa, renovó el arte en el siglo XX. Instaló su taller en la ciudad en 1928 y allí coincidió con creadores como Arpad Szenes —su compañero de vida y también pintor—, Piet Mondrian o Fernand Léger. La Segunda Guerra Mundial la obligó a huir a Brasil, donde desarrolló parte de su estilo, y al regresar a París consolidó un universo plástico que se alejaba de las etiquetas convencionales.
Su pintura, que a menudo se ha clasificado como abstracción lírica, va más allá de las categorías. En sus lienzos se adivinan arquitecturas imposibles, planos de ciudades laberínticas, perspectivas en fuga que remiten tanto al orden matemático como a la experiencia del caos. Las cuadrículas, líneas y tramas que recorren sus cuadros no buscan la geometría fría, sino que evocan la memoria, los lugares recorridos y los espacios que la artista llevaba consigo.
El espacio como materia pictórica
El título de la exposición, Anatomía del espacio, apunta precisamente a esa obsesión de Vieira da Silva: descomponer, reconstruir y reinterpretar los lugares a través de la pintura. Para la artista, el espacio no era un mero fondo, sino el verdadero protagonista. En sus cuadros, la perspectiva renacentista se quiebra en múltiples direcciones, generando la sensación de adentrarse en pasajes, bibliotecas infinitas o ciudades sin centro.
El Guggenheim Bilbao propone un recorrido cronológico y temático por esta investigación incesante. El visitante podrá contemplar obras clave de las décadas de 1940 y 1950, en las que consolidó un estilo entre la figuración y la abstracción. También se exhiben piezas menos conocidas, que ponen de relieve su vertiente más experimental y la riqueza de sus búsquedas formales. Pinturas, dibujos y obra gráfica dialogan para mostrar cómo Vieira da Silva trató de convertir la superficie del lienzo en un espacio habitable, cargado de resonancias simbólicas.
Exilio, memoria y reconstrucción
La biografía de Vieira da Silva atraviesa algunos de los grandes acontecimientos del siglo XX. Su exilio en Brasil durante la guerra marcó su obra y su mirada. Allí encontró un espacio de libertad en el que pudo experimentar con nuevas técnicas y abrir su trabajo a otras influencias. Al regresar a Europa, se encontró con un continente devastado, y sus cuadros reflejaron ese anhelo de reconstrucción, de volver a dar forma a lo fragmentado.
En este sentido, su pintura puede leerse también como una metáfora de la memoria y del esfuerzo por recomponer la experiencia personal y colectiva tras la catástrofe. La complejidad de sus tramas espaciales, lejos de ser un mero ejercicio formal, remite a esa tensión entre orden y caos, entre recuerdo y presente.
Una exposición para redescubrir a la artista
Con Anatomía del espacio, el Guggenheim Bilbao no solo recupera a una figura clave de la modernidad, sino que invita a revisarla desde una perspectiva actual. La museografía de la muestra busca trasladar al visitante a ese territorio ambiguo entre arquitectura y pintura, donde cada obra se convierte en un pasaje.
Las piezas proceden de museos y colecciones internacionales, lo que permite reunir un conjunto excepcional de su trayectoria. En diálogo con la arquitectura del propio edificio de Frank Gehry, las obras de Vieira da Silva despliegan toda su potencia, estableciendo un juego entre el espacio real y el espacio pintado.
La muestra se complementa con actividades paralelas, desde conferencias a talleres, que buscan acercar su legado tanto al público general como a especialistas en arte contemporáneo.
Una mirada contemporánea
Vieira da Silva falleció en 1992, pero su obra sigue interpelando a creadores actuales. Sus pinturas anticipan debates contemporáneos sobre la percepción, la construcción de la memoria y la experiencia del espacio urbano. En un mundo cada vez más dominado por arquitecturas digitales y realidades fragmentadas, sus cuadros encuentran una resonancia renovada.
El Guggenheim Bilbao apuesta así por situar a la artista en el lugar que le corresponde dentro del relato del arte europeo del siglo XX. Anatomía del espacio es, al mismo tiempo, una oportunidad de redescubrir a una pintora que supo convertir el lienzo en territorio y el espacio en emoción.