Te cruzas con él cada día. En una farola, en un buzón, en la puerta de un locutorio o en el menú plastificado de tu kebab de confianza. Carteles de “compro oro” en tipografías imposibles, flyers de buzoneo con más sombras paralelas que una película de terror, diseños saturados de información, colores chillones y composiciones sin orden aparente.

Y, sin embargo, siguen ahí. Funcionando. Resistiendo.
Lo curioso es que nadie los firma. No hay dirección de arte. No hay concepto. No hay estudio detrás. Pero ocupan espacio en la ciudad, generan impacto y cumplen su función: vender, comunicar, llamar la atención.
Desde Blanc!, con nuestra edición 2025 en Madrid, donde venimos a cuestionarlo todo, lanzamos una pregunta: ¿por qué estos códigos visuales sobreviven sin diseñadores detrás? Y lo más inquietante: ¿qué nos dice esto sobre el valor del diseño “profesional”?
¿Diseño espontáneo o falta de criterio?
En un momento en que todo tiende a parecerse (porque lo dicta un algoritmo o una plantilla), lo “feo” puede destacar. Pero no confundamos disonancia con disrupción.
El diseño cutre no es necesariamente transgresor. Es simplemente el resultado de la urgencia, la precariedad o la falta de criterio. Su presencia constante no lo convierte automáticamente en “auténtico”, sino en un síntoma de que muchos mensajes visuales circulan sin el filtro de la intención. No hay concepto, solo necesidad.
Y ahí es donde se vuelve incómodo: funciona sin nosotras.

El elefante en la sala: funciona sin nosotras
Quizá lo que más nos pica no es que sea feo. Es que nadie nos ha pedido que lo diseñemos. Ese flyer no pasó por Figma. Ese cartel no tuvo rounds de feedback. Nadie leyó el manual de marca. Pero ahí está, pegado con celo y con un QR mal impreso que, increíblemente, funciona.
Es un espejo incómodo para quienes defendemos que el diseño es estrategia, sensibilidad, oficio. Pero también es una oportunidad para recordarnos algo: lo que diferencia nuestro trabajo no es la herramienta, sino el criterio.
¿Y entonces? ¿Lo reivindicamos? ¿Lo rediseñamos? ¿Lo ignoramos?
Este tipo de gráfica plantea preguntas valiosas sobre nuestro oficio.
¿Por qué ciertos códigos visuales sobreviven y otros no?
¿Qué hace que algo funcione sin pasar por el filtro del diseño profesional?
¿Se sostienen por hábito cultural, por economía, por nostalgia… o porque, sencillamente, cumplen su función mejor de lo que nos gustaría admitir?

En Blanc!mad 2025 no tenemos todas las respuestas, pero sí el espacio para hacernos estas preguntas. Y para poner sobre la mesa algo esencial: el diseño no siempre es una cuestión de belleza, sino de conexión.
Y a veces, esa conexión viene en forma de un cartel cutre, fotocopiado y pegado con celo. Pero que, por algún motivo, no puedes dejar de mirar.
¿Te hace un menú de kebab con patatas fritas y una birra de lata? Nosotros lo servimos con debate, diseño y buen rollo el 16 de mayo en La Nave, Madrid. Pilla tu entrada para Blanc!mad 2025 y vente a cuestionarlo todo con nosotras.

Actualizado 24/04/2025