«Mi responsabilidad no es reafirmar certezas, sino provocar incertidumbre», Darío Adanti

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Darío Adanti, uno de los fundadores de la revista Mongolia, presenta Disparen al humorista, un ensayo gráfico que busca cuestionar el humor y sus límites. El título estará disponible a partir del 27 de enero

En el Lejano Oeste, ser pianista era un oficio de riesgo. El saloon, la localización por excelencia durante esta época, se presentaba a veces como un auténtico campo de batalla. Pistoleros y forajidos resolvían sus disputas arma en mano y el pianista se convertía, en más de una ocasión, en víctima de estas desavenencias. Tanto era así que, finalmente, se optó por colgar un cartel encima del músico que indicaba claramente: «Por favor, no disparen al pianista». Hoy, este sector goza de mejor fortuna, pero no por ello se ha dejado de apuntar fieramente hacia algunos colectivos. Los humoristas, entre ellos.

Con Disparen al humorista, Darío Adanti (Buenos Aires, 1971), uno de los fundadores de la revista Mongolia, no solo se cuestiona los límites del humor, sino que también se embarca en el «alucinante viaje» de averiguar qué es la risa o la comicidad. «El libro lo empecé hace bastante. La primera de las historietas es de 2010, donde no había una discusión tan firme alrededor de estos temas todavía», cuenta Adanti en declaraciones a Gràffica.

Acontecimientos posteriores, entre los que destaca el atentado al seminario satírico francés Charlie Hebdo, acabaron dando pie a una recopilación sobre todos aquellos interrogantes a los que el humor se ha ido enfrentando. «El libro abarca desde este hecho hasta otros más recientes», indica el ilustrador de Mongolia. «Y, como la filosofía y la ciencia es de lo que más me gusta leer, incluye muchas referencias de este tipo. Hegel, Kant, científicos… Incluso el lector se podrá encontrar, por ejemplo, con cómo Darwin analizaba la risa», añade.

Sobre si el humor debería tener límites se ha debatido mucho en los últimos años y, en este sentido, Adanti menciona la importancia de los contextos y cómo las redes sociales han contribuido a hacerlos menos evidentes. «Ahora, a través de las redes sociales, afirmamos certezas; estamos muy acostumbrados a tener una opinión sobre todo» asevera.

Sin embargo, esto resulta «muy poco científico». «No tenemos pruebas suficientes para que nuestras certezas sean reales y lo curioso es que, a pesar de estar rodeados de tecnología, estamos sumergidos en una época más oscura y misticista», reflexiona como una de las conclusiones principales que ha extraído tras confeccionar esta publicación, sobre la que también reconoce su papel: «Mi responsabilidad a la hora de hacer un ensayo no es tanto reafirmar certezas, propias o ajenas, sino provocar incertidumbre», alega al respecto.

La provocación, precisamente, bebe de la sátira, y el ilustrador indica que este género «debe escocer», y ser molesto. «La sátira, después de todo, es una especie de mutación entre la opinión y el humor… Pero el humor es muy amplio», defiende. «Yo cuando veo a Tip y Coll, o a los Monty Python, no me escuece. Pero lo de Charlie Hebdo sí, porque es crítico, salvaje, desprejuiciado sobre cosas reales. Y eso molesta porque nos aleja de una visión seria de la realidad», concluye.

Disparen al humorista está publicado por la editorial de cómics Astiberri Ediciones, y se podrá adquirir a partir del próximo 27 de enero. Aunque ni siquiera el propio Darío Adanti sabe definir si es «una defensa contra la corrección política, un método para salvar al humor de la tendencia totalitaria de Occidente, o una herejía contra toda religión», nosotros, por si acaso, hemos decidido colgar ya un cartel en su defensa: por favor, no disparen al humorista.

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