Ya no se trata solo de crear objetos, sino de entender cómo los datos, los algoritmos y la fabricación aditiva están reconfigurando la práctica del diseño. Mientras la inteligencia artificial irrumpe en procesos creativos y productivos, las escuelas también se transforman.
En el CEU de Valencia, el Máster en IA y Fabricación Aditiva para el Desarrollo de Producto, dirigido por Manuel Ibáñez, se posiciona como uno de los primeros en abordar esta convergencia tecnológica desde la raíz: la educación. Hablamos con él sobre cómo están formando a los diseñadores del futuro y qué desafíos y oportunidades plantea este nuevo escenario.
En el corazón de la huerta de Alfara del Patriarca, una nave rehabilitada alberga cada día la escena silenciosa de una revolución. Las mesas de la Escuela de Diseño del CEU Cardenal Herrera se llenan y vacían con proyectos, prototipos y estructuras. La escena no es nueva, pero el contenido sí: ahora hay piezas generadas por modelos de difusión, geometrías complejas modeladas por algoritmos y diseños que se imprimen en 3D mientras sus autores editan el vídeo generado por inteligencia artificial que los acompaña. El cambio no es solo estético ni superficial. Es conceptual. Y está ocurriendo aquí.
“Estamos enseñando una nueva manera de pensar el diseño”, afirma Manuel Ibáñez, doctor en ingeniería y director del Máster en Inteligencia Artificial y Fabricación Aditiva para el Desarrollo de Producto del CEU. Ibáñez observa de cerca una transformación profunda que está alterando no solo cómo se conciben los productos, sino qué significa hoy ser diseñador.
El diseño entra en fase de datos
La irrupción de la inteligencia artificial en el diseño no es un fenómeno repentino. “Durante décadas fue más una promesa teórica que una realidad tangible”, explica Ibáñez. La combinación del desarrollo de GPU de alto rendimiento, la aparición de modelos de difusión como los de Jonathan Ho en 2020 y la popularización de herramientas como Midjourney o DALL·E, marcaron un punto de inflexión. “Por primera vez, cualquier persona —sin conocimientos técnicos avanzados— podía generar en segundos miles de variaciones visuales de un mismo concepto.”
Ese salto, sumado a la consolidación de la fabricación aditiva, ha transformado el proceso entero. El diseño deja de ser una secuencia lineal para convertirse en un flujo dinámico y en tiempo real. “Estamos dejando de diseñar objetos estáticos para concebir sistemas adaptativos y productos que evolucionan a partir de los datos recogidos durante su propio ciclo de vida.”
El impacto es tangible. Según Autodesk, los tiempos de desarrollo de producto pueden reducirse en un 50 % usando IA, y los diseños resultantes mejoran en rendimiento hasta en un 30 %. El 71 % de las empresas que emplean impresión 3D ya integran también sistemas de diseño generativo.
“El diseñador tradicional se está quedando corto”
Ibáñez no elude el diagnóstico: “Ha llegado un tren de altísima velocidad —el de la inteligencia artificial y la tecnología avanzada— y obliga a posicionarse: o te subes, o te quedas a un lado de la vía.” Para él, el diseñador ya no puede limitarse a aportar una visión estética o conceptual. “Hoy diseñar es orquestar sistemas inteligentes, tomar decisiones informadas en tiempo real y comprender cómo cada variable —desde la geometría hasta el material— afecta al resultado final.”
Y eso no se aprende en cursos genéricos ni en herramientas accesibles con diez euros al mes. “No necesitas un máster para usar Midjourney”, sentencia. Por eso, el CEU ha apostado por un máster de nueva generación que no enseña a usar IA, sino a entenderla, adaptarla y explotarla con criterio técnico y creativo.
Una formación estructural, no decorativa
El Máster en IA y Fabricación Aditiva no se construyó como una respuesta a modas pasajeras. Es una apuesta de fondo. “Desde el principio tuvimos claro que no formamos profesionales para adaptarse al mercado; formamos ingenieros para reinventarlo”, explica Ibáñez.
Su estructura combina cinco grandes pilares: modelos generativos de IA aplicados al diseño, modelado paramétrico, fabricación aditiva avanzada (incluso en metal), simulación técnica por CAE y transferencia tecnológica en colaboración con institutos como AIDIMME y AIMPLAS. La formación técnica se cruza con visión estratégica, pensamiento crítico y un enfoque práctico orientado a proyectos reales.
Los estudiantes son capaces de “convertir una idea en un spot publicitario de su producto en un único día mientras se imprime un modelo 3D asistido por IA de su diseño”, resume el profesor. El resultado no son usuarios de herramientas, sino perfiles híbridos capaces de pensar con datos, diseñar con algoritmos y producir en contextos industriales reales.
De diseñadores a orquestadores
El perfil que emerge de este máster no es el de un diseñador tradicional. “Son profesionales que no dependen de herramientas comerciales estándar, sino que son capaces de adaptar, combinar e incluso desarrollar sus propios flujos de trabajo digitales.” Para Ibáñez, estos egresados liderarán equipos, traduciendo necesidades complejas en soluciones tecnológicas viables. “El futuro del diseño no pertenecerá a quienes se limiten a crear formas bonitas: pertenecerá a quienes sean capaces de diseñar sistemas, optimizar procesos y generar valor a través de la tecnología.”
Escuelas que miran alrededor, no al espejo
El mensaje de Ibáñez a las escuelas de diseño es directo: el cambio no puede ser cosmético. “No se trata de ‘añadir’ tecnología como si fuera un adorno. La transformación debe ser profunda, inmediata y estructural.” La creatividad sin base técnica ya no basta, y los modelos educativos basados en ejercicios académicos desconectados del mercado están, en sus palabras, “condenando a los estudiantes a la irrelevancia profesional.”
Ibáñez insiste en tres ejes para la supervivencia educativa: proyectos reales, integración total de la tecnología en el proceso formativo y formación de perfiles capaces de aprender constantemente. “La velocidad a la que evoluciona la IA no admite rigideces. Quien no aprenda a aprender continuamente quedará atrás en cuestión de meses, no de años.”
IA y creatividad: ¿enemigas o aliadas?
Sobre el eterno debate entre creatividad y algoritmos, Ibáñez es claro: “La IA bien utilizada potencia enormemente la creatividad en diseño.” No sustituye al diseñador, pero sí amplía su campo de acción. “Nos libera de procesos repetitivos, nos permite explorar soluciones inabarcables manualmente, y nos empuja a romper límites preestablecidos.”
Eso sí, advierte, solo aquellos que dominen las tecnologías podrán crear realmente con IA. El resto —quienes se limiten a usar lo que otros han generado— perderán su capacidad creativa. “Un ingeniero de diseño formado en IA no se convierte en un ejecutor automático, sino en un orquestador inteligente.”
La mesa que ve pasar el futuro
En el espacio central del CEU, esa mesa que funciona como barómetro del cambio sigue acumulando prototipos. Solo que ahora, muchos de ellos se diseñan con ayuda de redes neuronales, se simulan con software de análisis estructural y se producen con fabricación aditiva.
Lo que ocurre en ese espacio —y en las aulas que lo rodean— no es una adaptación, sino un adelanto. El diseño de producto ya no es un proceso secuencial y artesanal. Es una conversación entre datos, formas y decisiones humanas. Y en el CEU Valencia, los ingenieros del futuro ya están aprendiendo a hablar ese nuevo idioma.