Editorial o publicidad, son las dos salidas que parecen concentrar todas las perspectivas profesionales de los ilustradores. No obstante, algunos se aventuran hacia nuevos horizontes como es el caso de Juliette Mallet, creadora de la marca Coucou Suzette. Oda a la feminidad y al amor en tiempos modernos, los objetos ilustrados y traviesos de Coucou Suzette parten hacia la conquista del mundo. Hablamos con su creadora.
Tu marca existe desde 2014, pero llevas ilustrando bisutería desde hace mucho tiempo, cuéntanos, ¿cómo fue tu primera experiencia como emprendedora junior?
He estado dibujando y creando pequeños objetos desde que tengo memoria. De pequeña hacía bisutería, pequeñas cerámicas o comics que vendía a mis vecinos. No he cambiado tanto desde entonces.
Después de estudiar el grado en ‘imágenes impresas’ en la escuela des Arts Décoratifs de Strasburgo, sigues una formación en joyería en la escuela de arte parisina Boulle. ¿Desde entonces has sabido que querías dedicarte al diseño de joyería ilustrada?
Después de graduarme en la Arts Déco de Strasburgo, encontré un empleo en el sector de la música que me aportaba comodidad. No tenía mucho que ver con mi primera vocación y tenía ganas de crear algo más artístico. Entonces decidí buscar tiempo para seguir una formación profesional en la escuela de artes Boulle. En este momento no sabía exactamente adónde me dirigía, pero sí sabía que me estaba acercando.
Empezaste tu negocio en solitario, ¿nos puedes explicar cómo las plataformas digitales te permitieron lanzar tu marca?
Empecé simplemente ensartando, en un hilo de nylon, perlas que había comprado a lo largo de mis viajes. Pensaba venderlas para invertir y poder producir cada vez más, así que abrí una pequeña tienda online en Etsy y una cuenta Instagram, que me permitía conseguir una visibilidad internacional.
Un día publiqué la fotografía de un anillo de cerámica con forma de pecho que había creado durante un taller. Tuvo una acogida bastante positiva y varias personas querían comprarla. Diseñé más ejemplares para venderlos en mi tienda Etsy. Rápidamente estos anillos se convirtieron en mi bestseller. Fue entonces cuando empecé a producirlos en serie para poder responder a la creciente demanda.
Allí fue cuando me acordé de los pins que coleccionaba de niña y diversifiqué mi gama de objetos. Instagram es una plataforma fantástica para probar el éxito de tus productos con el público.
Un ilustrador, ¿puede vivir de vender pins hoy en día?
Absolutamente. Por lo menos, ese ha sido mi caso durante varios años. Al salir de la escuela, a mis amigos ilustradores y a mí, nos costaba encontrar trabajo en ilustración. Fue entonces cuando tuve la idea de derivar mis ilustraciones bajo la forma de pequeños objetos a un precio alcanzable. El retorno de los pins funcionó en este momento.
Sin embargo, hoy diría que es importante ver las cosas de manera más amplia y no apostar sobre un solo producto. Hay que saber tomar riesgos, readaptarse constantemente y evolucionar.
Estudiaste un tiempo en Japón, ¿dirías que la estética japonesa ha influenciado tu trabajo?
Me encantó esa experiencia. Creo que ha influenciado mucho en mi trabajo. Amo lo kitsch, lo kawaï, los colores pop omnipresentes en las calles, la increíble cohabitación del pasado y del futuro, la comida deliciosa, el tratamiento gráfico de las estampas tradicionales, con un dibujo cercado en un trazo negro y puro en contraste con los colores vivos que despiertan el trazo. Por otro lado, leo muchos cómics y mangas japoneses, y amo el trabajo de Yaro Abe por ejemplo.
¿Dirías que tu trabajo es subversivo?
Trato acerca de temas serios y a veces polémicos, pero siempre con un tono ligero, con un sentido irónico. Diría más bien que mi marca es desacomplejada y atrevida.
A partir de tu último proyecto, ¿nos podrías explicar cómo funciona el proceso de creación de una colección, desde la conceptualización de la temática hasta los esbozos, elecciones de ilustraciones, materiales y objetos?
Siempre empiezo con un deseo personal, relacionado con un tema, colores o un producto. Para la camiseta de Geisha, por ejemplo, soñaba con crear una camisa de cuadros con toques turquesa, mi color favorito. Pero los cuadrados debían tener un sentido. Estos simbolizan las baldosas de los ‘onsen’, baños de aguas termales públicos tradicionales japoneses. Cuando volví a Japón el verano pasado, admiraba el hecho de que las mujeres los utilizaran se encontraran desnudas en los baños públicos después de un día de trabajo para hablar tranquilamente.
De manera general, siempre tengo conmigo una pequeña libreta en la cual escribo todas mis ideas. Boceto casi continuamente. Luego selecciono mis ideas favoritas y las vuelvo a dibujar hasta que el trazo me guste. De hecho, el primer esbozo suele ser el que más me gusta. El primer intento es siempre muy espontáneo y libre. Luego escaneo mis dibujos, los trabajo, vuelvo a colorear en Photoshop y luego los mando a mis proveedores. Después de varios intercambios, me envían prototipos de prueba. Si me conviene lo apruebo, si no lo devuelvo para mejorarlo. Nunca lanzo un producto del cual no estoy 100% satisfecha. Me ha ocurrido que he llegado a cancelar la comercialización de un producto porque no estaba satisfecha.
¿Cuál es la mejor estrategia para vender tus productos, la venta directa online o a través de otros distribuidores?
¡Los dos! Es muy difícil generar tráfico en una página web sin al menos pasar por una plataforma con un buen motor de búsqueda como Etsy. Es fantástico poder trabajar con revendedores para crecer.
Sin embargo, las páginas de venta directa son muy buenas para exponer tu universo visual. También uso Instagram como escaparate y herramienta de trabajo. Me permite orientar mi imagen como quiero y compartir mi trabajo con una audiencia creciente. Además de que a veces, me brinda oportunidades profesionales.
En alguna ocasión te has tenido que enfrentar a un problema común en muchos ilustradores: el plagio. ¿Cómo lidias con estas situaciones?
En un principio intento contactarlos. Según su respuesta o ausencia de respuesta, los denuncio en mis redes sociales. Tengo la suerte de tener ahora bastante visibilidad, lo cual es un arma potente. Pero también he entablado dos juicios que me costaron un riñón, uno sigue en marcha y el otro lo gané. Por otro lado, pienso que si la gente me copia es que lo que hago es bueno, así que intento avanzar más rápido que ellos.
¿Cómo llegaste a colaborar con la cantante belga Angèle?
Un día di ‘like’ a una foto de Angèle que aparecía en mis sugerencias de Instagram, en la que tenía unos ojos pintados sobre unos ojos cerrados. El ojo es uno de mis emblemas favoritos. Resultó ser una foto publicada por su manager, la cual me escribió en privado para felicitarme sobre mi trabajo. Nos conocimos y les regalé algunas de mis creaciones, incluida la funda que apareció en su videoclip La Thune. No me esperaba que mi trabajo tuviera tanta visibilidad. Luego diseñé algunos objetos para su gira: un par de calcetines y un pin con forma de nutria en edición limitada. Fue una experiencia increíble, sobre todo porque me encanta el trabajo de esta artista moderna y entregada.
¿Qué dirección te gustaría dar ahora a tu marca?
Es difícil contestar, tal vez vuelva a la ilustración pura. He intentado esconderme detrás de los objetos, pero hoy por hoy, me siento cada vez más capaz de asumir proyectos como ilustradora. Me gustaría seguir trabajando con tanto disfrute, colaborar con marcas que me correspondan y me permitan llevar mi trabajo a otros lugares y rodearme de gente eficiente y linda. También quiero pasar aún más tiempo dibujando en el campo con mi perra roncando encima de mí.