Diseñar para una marca de vinos y que ésta capte la atención ante la saturación del mercado es todo un reto. El estudio catalán Atipus es veterano en lidiar batallas en este campo del diseño. Este proceso de crear una marca coherente a veces es más complejo de lo que parece, en especial si se trata de bodegas pequeñas. «Generalmente el encargo de vestir un nuevo vino responde a una necesidad muy directa/básica: ‘tengo que vender este vino y necesito una etiqueta (ah, y también la caja), pero no hay una visión más allá», explica Eduard Duch de Atipus. Abordar el trabajo desde una postura más global requiere una reflexión. «Nosotros, con el cliente, rellenamos un brief bastante completo, donde podemos entender cuáles son los objetivos del producto y de la bodega. Entender el público, tono, características, etc.».
Ese proceso es el que han llevado a cabo en Coca i Fitó. Se trata de un vino de autor, contemporáneo y cosmopolita dirigido a un mercado internacional con poder adquisitivo. Un nuevo concepto de vino donde la influencia del enólogo logra matices muy especiales. El punto de partida de este diseño se remonta 4 años atrás, «cuando la utilización de flores en la etiqueta de un vino no era nada habitual», indica Eduard. El encargo inicial consistía básicamente en desarrollar la imagen de un vino y no un proyecto global de identidad. Sin embargo, el proyecto fue creciendo en más elementos, lo que desencadenó generar el lenguaje propio de Coca i Fitó. «La idea de sofisticación (femenina) y notas florales fueron el hilo conductor», comenta. «El cliente ponía mucho énfasis a estos aspectos». Se escogió una botella troncocónica que, ya de por sí, da elegancia al producto -continúa-; es una botella más cara que las ‘normales’, con lo que rápidamente se asocia a vinos caros. Buscamos que la etiqueta realzara y respetara la singularidad de la botella».
El desenlace de todo este planteamiento es una etiqueta muy simple, con dos franjas, una plateada y la otra con el tema floral. «En el proceso corríamos el riesgo de que nos quedara un vino excesivamente femenino. La intención no era abordar un público femenino -dice Eduard-, sino explicar la feminidad y la sutileza del vino. Este fue uno de los motivos de hacer un planteamiento más contundente de la etiqueta, con un masa de color. Plateado en este caso, para reforzar el aspecto sofisticado».
Aparte del resultado estético, lo interesante de este trabajo está en el buen ejemplo de colaboración que ha supuesto entre cliente y estudio. Coca i Fitó supone para Atipus «un saber explicar, interpretar y apostar», explica, «saber por nuestra parte escuchar e interpretar al cliente; y por parte de este, confiar en nuestro trabajo». Esa confianza es importante, más teniendo en cuenta que hace cuatro años era insólito ese uso floral en las eqtiquetas de vinos. Un recurso arriesgado en su momento y que en poco tiempo se ha convertido en un elemento habitual. Al diseño de la etiqueta inicial se sumó posteriormente una botella de vino rosado. Así fue cogiendo forma la identidad como un todo, complementándose con la caja individual y una página web. Esta web está planteada como un concepto, más que como un web funcional o de tipo informativo, en ella todo gira alrededor de este vino y sus autores.
«Resulta muy interesante ver cómo este vino convive y saca pecho en un lineal; ver que, sin otro discurso/soporte que la etiqueta, el vino explica una historia y conseguimos abordar a este público potencial, más bien masculino, sin que el hecho que tengamos unas flores en la etiqueta, provoque rechazo».
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+info: atipus.com
Actualizado 20/05/2021